Aceptar

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Habían pasado dos semanas desde que Marcus y Lily habían comenzado a salir. La joven, más allá del evidente cariño hacia su novio, no podía dejar de pensar en James y en esos cabellos azabaches que le hacían perder la razón. Con el paso de los días Lily comenzó a evitar a Marcus, se sentía incómoda en su presencia.

Llegó un día en el que no pudo esconder más sus sentimientos. Se miró en el espejo y unas lágrimas rebeldes se escaparon por sus ojos verdes. Necesitaba hablar con alguien sobre esto o podría estallar. Sin pensarlo dos veces salió de su habitación y golpeó suavemente la puerta del dormitorio de Petunia.

- ¿Qué?- gritó desde el otro lado.

- Necesito tu consejo hermana.

- ¡Piérdete anormal!

- Por favor, necesito hablar con alguien...- de repente su voz se había quebrado y sin querer había comenzado a llorar. Petunia no tuvo más remedio que abrirle la puerta a su hermana que se deshacía en llantos desde el otro lado.

- ¿Qué te pasa?- preguntó buscando parecer despreocupada.

Lily le explicó toda la historia. El rostro de Petunia se había mantenido sereno hasta ese momento cuando una mueca de desagrado se apoderó de ella.

- El no merece que lo trate así... él merece algo mejor y yo no se lo puedo brindar.

- ¿No crees que eres muy dura contigo misma?- atinó a decir.- Algo que aprendí es que no debes subestimar tu felicidad. Nunca dejes de lado tu felicidad, ni siquiera por alguien a quien no quieres lastimar porque tarde o temprano terminarán lastimados los dos. Es decir, Vernon y yo nos amamos y queremos construir un futuro, JUNTOS. ¿Ustedes se aman? ¿No dejas de pensar en él?

Lily nunca había escuchado a su hermana hablarle así, con tanto respeto y confianza. La última pregunta de ella había retumbado por todo su interior.

- Él me quiere mucho, creo...

- ¿y?

- Pero...

- Tú quieres al enclenque de anteojos.

- No dije eso.

- Pero se te nota, en todo tu rostro dice Potter.

Las mejillas de Lily se pusieron coloradas de repente. Había comenzado a llorar otra vez. Hacía mucho que no lo hacía con tanto sentimiento. Petunia esbozó una débil sonrisa y saltó de su lugar a abrazarla. La pelirroja sabía que su hermana estaba en lo cierto, nadie valía su felicidad. Relegarla solo para no lastimar a alguien resultaba injusto, tanto para ella como para la otra parte.

Al atardecer, llamaron a la puerta. Lily esperaba ese llamado por lo que corrió sin pensarlo dos veces a abrir y dejar pasar a su invitado. Marcus se encontraba de pie, casual, el aroma de su colonia se podía percibir aún a metros de distancia y le resultaba irritante. Por la mente de Lily pasó un pensamiento: "Cómo puede cambiar de rápido nuestra visión sobre las personas; algo que considerábamos atractivo un día puede volverse insoportable al otro".

El joven besó los labios de su novia y tomó asiento en una silla del comedor. Lily lo siguió y ocupó un asiento frente a él. Sirvió unas tazas de café y reinó el silencio. La joven abrazaba su taza como con temor a que se escapara de sus manos y se dedicó a mirar fijamente un punto sobre la mesa. Marcus, sin embargo, permanecía de brazos cruzados observando a Lily como si lo hiciese por primera vez. Finalmente la joven reunió algo de valor.

- Mark.

- ¡Por fin! Creí que no diríamos nada por horas y horas. Me molesta el silencio.

- Lo siento, es que... estaba... pensando las palabras adecuadas para decirte lo siguiente.

El amor de LilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora