_________ se masajeó las sienes tratando de centrar su concentración en el libro de Transformaciones que reposaba en su regazo. No entendía por qué le costaba tanto concentrarse, nunca antes le había pasado. Ella era la persona con mayor capacidad de memorización y entendimiento de su curso. No por nada terminaba sus deberes antes que cualquiera, aún cursando un mayor número de asignaturas que los demás. Bostezando, estiró los brazos por encima de su cabeza mientras se acomodaba en el lugar sobre el sillón que ya se avecinaba a ser su predilecto.
En ese momento se abrió la puerta dejando ver a Justin que iba con un par de libros debajo del brazo. La castaña se preocupó una vez más por el increíble esfuerzo que demostraba el chico para ganar la apuesta, realmente lo veía muy sumido en los textos y clases, por lo cual se inquietaba pensando que podría llegar a superarla.
“¡No! ______, no pienses así que eres la más inteligente del colegio. Todo el mundo te lo dice.”
- ¿Tengo algo raro en la cara?
________ se sobresaltó al escuchar su pregunta. Con tanta reflexión no había reparado en que su mirada se había mantenido fija en el durante todo ese tiempo.
- No, no…estaba pensando nomás.- contestó después de unos segundos más de meditación.
- Sí, en mí.- asumió él arrogantemente y esbozando su sonrisa.
- No, no en ti.
- ¿A no?¿Entonces?
- No tengo por qué hablar de mis pensamientos contigo.
- Eso quiere decir que sí estabas pensando en mí.
- Piérdete de una vez que debo estudiar.
- Por fin, ya me estaba preocupando…
- ¿Preocupándote por mí? Oh, me halagas- satirizó.
- No te ilusiones, _______. Sólo digo que parecía que ya te habías rendido, como si estuvieras dispuesta a perder la apuesta a propósito.
La mandíbula de la castaña cayó de imprevisto. “¡El nervio!” pensó.
- Nunca, Justin, ¿me escuchas? Nunca perdería la apuesta adrede para que te metas en mi cama.
El chico no respondió sino que se acercó al sillón dónde ella estaba y se sentó a su lado mirándola con aquella pícara sonrisa todavía en el rostro. _______ se tensó en su asiento.
- Realmente ¿crees que no? ¡Vamos! Los dos sabemos que estás totalmente loca por mí y que me encuentras irresistible.
La chica pestañeó un par de veces antes de replicar.
- Ni en tus sueños. No te encuentro irresistible en lo más mínimo.
- Pues la otra noche demostraste lo contrario. Estabas más que contenta por tenerme en cima tuyo- se aproximó un poco más a su compañera pero ésta reculó.
- Ni lo intentes.
- ¿Por qué? Demuestra que no te soy irresistible como dices.
- ¿Y para eso debo besarte?- inquirio.
- Por supuesto, si luego te alejas tú sola será porque no me encuentras tan atractivo y lo aceptaré.
- No soy tan ****a para caer en eso, Justin. Deberías saberlo.
- Lo sé, pero te propongo algo: si haces esto y resultas triunfante prometo cancelar la apuesta.
_________ se quedó estancada. ¿Lo decía en serio? ¿Nada más que un beso y se anularía la apuesta? No, no podía ser tan simple, pero claro que el muy engreído creía que ella no podía resistirse a reclamar más de él. ¡Ja! ¡Qué equivocado estaba!
- Está bien- acordó finalmente, logrando que la curva en los labios de Justin se acentuara.
El chico se fue acercando peligrosamente mientras que ella esperaba pasiva al momento en que el beso febril llegara, sin embargo, él pareció tomarse todo su tiempo en aquel arrimo, pues la castaña apreció cada segundo como un lapso interminable. No entendía por qué tardaba tanto, ella sólo quería acabar con toda esa ridícula situación y liberarse del pervertido para siempre, o al menos mantenerlo lejos de su cama por el resto del año. Sintió la mano del rubio en la parte baja de su espalda y experimentó un extraño estremecimiento que la hizo palpitar más de la cuenta. ¿Qué le estaba pasando? Justin atrajo su cuerpo con una lentitud y una tardanza que le sofocaron. ________ observó detalladamente el parsimonioso acercamiento de los labios ámbar puesto que no podía despegar sus ojos de aquella boca que se aproximaba a la suya. El chico acarició su mejilla con extrema delicadeza desde la sien hasta sus labios, a los que luego lisonjeó con el dedo índice. Entonces la castaña sintió su interior derretirse, sus párpados se cerraron durante la expectativa y su peso se apoyó íntegramente sobre él. Estaba completamente rendida. Con un leve jadeo abrió la boca dándole pie para que ingresara pero cuando vio que el beso no llegaba abrió los ojos y notó que él la miraba todavía sonriendo, a escasos milímetros de sus labios pero sin intención de toparse con ellos. El apremio se tornó intolerable y sin poder resistirlo posó su mano en la nuca rubia atrayendo la boca de Justin a la suya propia. Él no se opuso de forma alguna y con la satisfacción de saberse victorioso correspondió a los deseos de su colega besándola primero con ternura y pasión simultáneamente, aunque se vio forzado por la misma castaña a un beso más profundo y ardiente al que él correspondió gustoso. La rodeó con sus brazos por la cintura y la pegó a su cuerpo con tanta firmeza que ella podría haber dejado de respirar si no fuera porque eventualmente separaron sus bocas, sin embargo él siguió con sus besos sobre el cuello cetrino mientras ella jadeaba y respiraba ávidamente. El libro, anteriormente en el regazo de la chica, descansaba en el piso hacía ya bastante.
Las manos de Justin comenzaron a moverse hacia sus pechos y a ella no le pudo importar menos, de hecho, eso era lo deseaba al tiempo que volvía a buscar sus labios para fundirse en un nuevo beso. No obstante, un golpe desde afuera de la puerta los distrajo.
- ¡¿Quién es?!- gritó el enojado por la interrupción y aún sosteniendo a _______ en un apretado abrazo.
- ¡¡Steh!! ________ ¿estás ahí? ¡¡Quería hablar contigo!!
Los Premios Anuales se miraron fijamente. Ya no estaba la sonrisa maligna en la cara del chico ni la acostumbrada rigidez en la expresión de ella, más bien el mutuo e inconfundible deseo de continuar con lo empezado. La castaña dudó un instante en mentir y decirle a Justin que contestase que ella no estaba pero no se atrevió, pues eso hubiera significado demasiadas cosas.
- ¡¡Ahí voy!!- gritó liberándose de los brazos que todavía la envolvían.
Se levantó y acomodó la ropa antes de encaminarse a la salida, pero justo cuando iba abrir el retrato escuchó su voz:
- Mañana es el primer examen y ya no tendrás más excusas para evitarme.
Al cruzar el agujero, __________ se preguntó si realmente aquello le preocupaba.