Capituló 27

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Me llevó hacía una mesa, dónde me senté, esperando.
El camino hacia la entrada, dónde agarro unas bolsas.

—Cocine rápido— bromea.

—¿De dónde salió eso?

—Las ventajas de tener gente a tu disposición— dijo el, sacando las cosas de la bolsa y dejándola en la mesa. Era comida rápida.

—Sabes, me resulta tan raro el no saber nada de ti mientras estoy segura que tú sabes hasta mí tipo de sangre— comente mientras agarraba las papás fritas.

—O positivo.

—¡Oh por dios!, si sabes mí tipo de sangre— me dejó boquiabierta que supiera aquello.

—Sam se todo o casi todo de ti, cuando algo me interesa trato de saber todo lo que pueda.

Comimos unos minutos en silenció, minutos en los que me quedé observándolo.

—¿Qué quieres saber?—me preguntó mirándome a los ojos.

—¿Prometes contarme todo con la verdad?

—No prometo contestar a todas tus preguntas, pero las que conteste será con la verdad.

—¿Quién eres?

—Tanto tiempo y crees que te diré quién soy...  Todo a su tiempo mí reina.

—¿Qué te gusta hacer?—le pregunté curiosa elevando ambas cejas.

—Observarte.

Rodé los ojos, a lo que el soltó una risa, mientras comíamos yo iba preguntando.

—¿En que ocupas tú tiempo?

—No sé si lo recuerdas, pero soy el jefe del Reino.

—¿Tienes hermanos?

—Tengo dos, soy el menor— eso no lo sabía

—¿Con tus hermanos controlas el reino?

—No, pero una mafia no es tan fácil de llevar como se ve en esas estúpidas películas.

—La vida no es como en las películas— afirme

—¿Que te pareció luna?—me preguntó él.

—Es hermosa, aunque todavía no creo que tengas un lobo de mascota.

—¿Porque recién ahora volviste a las carreras?

—Porque volví a la ciudad.

En aquel instante recordé a Calvin.

—Eres despreciable— solté.

—¿Que?

—Tu enviaste a tus malditos monos con Calvin, el es un buen chico no merece está mierda.

—Calvin se metió con quién no debía.

—Y tienes el maldito descaro de admitirlo.

—Te dije que no mentiría.

—Te odio— me levanté de la mesa dispuesta a salir de aquí cuando el me atrapó del brazo.

—Dimelo a los ojos— dijo el apegandome a su pecho.

—Eres desagradable.

—El día de la fiesta fui, sabes, sin máscara, sin casco, sin nada dispuesto a que me encuentres.

—Mentira, no te vi por ningún lado.

—Sam, yo estaba allí, me viste, pero no te importo irte con un maldito wolf en mí cara.

—Ese maldito Wolf es más hombre que tú.

—No te atrevas..

—¿Si no que? ¿Me mandaras a golpear?

El me atrajo bruscamente a mí tratando de besarme, lo quise empujar pero el era más fuerte que yo, poco a poco fui cediendo.

—Mierda Sam, no sé que tienes que me vuelves loco.

—Vete a la mierda.

—Mientras me acompañes, ven vamos a dormir ya es de noche, y no tienes en que irte.

A regañadientes lo seguí, llegamos a una habitación completamente en tonos negros.
Habían estantes con libros, la cama es negra, con sábanas y cobertores negros, almohadas negras y grises y diferentes muebles de color negro y dos puertas que supongo son el baño y el armario

Él se colocó detrás mío sacando mí chaqueta, abrió algunos cajones sacando una camiseta de él y me la paso. Yo me cambié sin pudor alguno frente a él, quien miraba atento cada movimiento. Quedé solo en camiseta y bragas.
El se quitó toda la ropa quedando solo en bóxers.
Se acerco a mí apagando la luz, luego de eso se dirigió a la cama acostándose aún con la máscara puesta.

—¿Dormirás aquí?— le pregunté.

—Es mí cama—dijo como si fuera obvio.

—¿Y yo?

—Junto a mí, el piso no se ve muy cómodo.

Rodé los ojos, caminado hacia la cama, me acosté de espaldas a él. Cosa que no le importo ya que me abrazo de igual modo.

—Descansa Samy.

—No me llames así, descansa Rey.

Descubriendo Quien Es ElDonde viven las historias. Descúbrelo ahora