Dan siempre la observaba con fascinación y admiración absoluta. Para cualquier otra persona era solo una chica con un libro viejo entre sus manos, pero para Daniel Ortega esa chica de cabello despeinado y ropas holgadas era todo un misterio, uno que él estaba muy ansioso por descubrir.Llevaba dos meses observando a aquella chica, la notó por casualidad un día en que había decidido ir al parque rogando encontrar en las verdes hojas la inspiración que necesitaba para comenzar con su nueva historia. Le llamó a la atención los abundantes cabellos castaños y rizados de aquella chica que se encontraba tan perdida entre las páginas como para darse cuenta que había atrapado la curiosidad de un corazón solitario.
Comenzó a observarla desde la distancia tratando de descubrir los secretos detrás de esa sonrisa de labios pálidos mientras creaba cientos de historias imaginarias que él escribía en su cuaderno de apuntes para darle significado a esa aureola de soledad impenetrable que rodeaba a esa extraña, sin quererlo empezó a conocer de memoria el ritual diario de aquella chica que llegaba al parque siempre a la misma hora, las 4:30 para ser precisos, llevando en sus manos un libro nuevo cada semana y se sentaba en la misma banca cada día. Era como si ese lugar estuviera reservado solo para ella y todo el mundo supiera aquello porque nadie nunca tocaba su banca y ella nunca dejaba de ir al parque.
Ella era ordinaria para los demás, una chica como miles de millones que existen en el mundo, pero para él que posee el insólito don de ver la beldad donde otros solo ven desastre, aquel cabello desordenado, esos pocos kilos de más, los ojos marrones con brillo de oro y esa sonrisa traviesa solo podían ser comparados con una cosa; arte, una complicada y maravillosa obra de arte que pocos logran comprender.
Se veía tan delicada y frágil. Siempre sola. Siempre en su mundo como si nada pudiera perjudicar su aura intangible.
Él jamás imaginó que aquella chica también lo observaba. Alyssa había tratado de ignorar durante semanas las miradas curiosas y furtivas del chico sentado al otro lado del gazebo que se encontraba en el centro del parque. Al principio se asustó, pensó que aquel chico era alguna clase de lunático acosador, pero luego de observarlo durante algunos días se dio cuenta que era totalmente inofensivo y tal vez hasta interesante.
Le perturbaba aquella figura alta y delgada ¿por qué pasaba tanto tiempo mirandola? ¿quién era él? Eran muchas las preguntas que rondaban su cabeza y que con frecuencia la distraían de la lectura ocasionando que leyera un mismo párrafo numerosas veces.
La curiosidad le picaba y ella dispuesta a ser compañera del dichoso gato aceptó que una muerte por conocimiento no podía ser tan mala.
Tenía que descubrir a toda costa quien era aquel chico y por qué la miraba como si ella fuera un bicho raro que merecía ser examinado de la manera mas rigurosa. Movida por su curiosidad y la frívola naturaleza de su ser, arrancó un pedazo de papel de una de sus libretas de notas y garabateo algo en ella dejandola luego con cuidado sobre la banca con un libro encima para que el pedazo de papel no volara gracias a la brisa. Tomó todas sus cosas y se fue caminando de aquella forma tan propia de ella, contoneando la cadera levemente mientras se ocultaba bajo sus hombros.
Daniel algo sorprendido por aquel acto tan errático en aquella criatura se acercó a la banca y con notoria curiosidad tomó el papel y el libro entre sus manos.
Su pecho se apretó al ver la desordenada caligrafía en cursiva y se sintió estúpido por la magnitud de su aflicción solo por unas cuantas letras.
"Puedes acercarte, te juro que no muerdo a menos que me provoquen. Ahora puedes usar el libro que "accidentalmente" olvidé como excusa para sentarte junto a mi la próxima vez. "
Él quedó anonadado mirando la copia de " El tulipán negro" de Alejandro Dumas que se encontraba en sus manos sin poder creerse la suerte con la que contaba.
Alyssa con el aire de niña traviesa se ocultaba tras un árbol, se tapaba la boca con las manos para evitar que la risa que resonaba en su pecho se le escapara y delatara su escondite.
Es un buen inicio para una historia entre dos desconocidos de almas solitarias que buscan lo mismo sin saber pero que con el tiempo descubrirán.
¿Qué pasará ahora?
¿Quién dará el próximo paso?
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La Chica En La Banca.
Short StoryQuiza sea un cliché, quizás no. Pero no lo sabras con certeza hasta que lo leas.