Abrió sus ojos con parsimonia sintiéndose aun en una paz absoluta a pesar de haber sido absorbido por las penumbras anteriormente. Las gemas de sus ojos paseaban de un lado a otro recorriendo cada parte del lugar; todo parecía una película vieja en tonos sepia, distorsionada, con mueblerías viejas, paredes rugosas, sucias y una cama con las sabanas desordenadas. Una habitación que tenía el presentir que la conocía.
Una única ventana daba entrada de luz, por ella se observaba un patio amplio rodeado de arboles, unos bancos y una fuente de piedra totalmente seca. Figuras oscuras y borrosas se percibían a la lejanía, unas sentadas en unos que otro banco, otras caminaban por los alrededores o charlaban entre ellas. Cada una les daba una curiosidad única y especial que no entendía del todo ¿Podría tratarse acaso de otro sueño como su accidente anterior?
Y una mata de cabellos rubios que revoloteaban al aire, se aproximaba a un árbol enano llamando su atención. Una figura menuda y delgada escalaba por el tronco y se posaba en la rama más gruesa, encogiendo sus piernitas y posando su cabecita rubia entre ellas, probablemente llorando. Su corazón dio un vuelco, otro recuerdo de su pasado estaba reproduciéndose ante él como un rollo ajado de una película pero, no reconocía nada. Solo sabía que ese pequeño niño en el árbol se trataba de su persona, de su yo pasado, el cual sollozaba por alguna razón desconocida.
Traspaso la ventana levitando lentamente hasta llegar al suelo, avanzando con pesadez, recorriendo todo con su visión, tomando notas mentales del lugar, pensando que sería de utilidad una vez el sueño se terminara; porque de eso se trataba, era más que obvio tal hecho.
Las personas pasaban de él, otras los traspasaban y todas desconocían de su presencia... Recuerdo o no, igual seguía siendo un espirito vagabundo.
Estaba posado frente al árbol viendo desde abajo como el niño hipaba sin parar, pero en total silencio. Una sonrisa melancólica surco sus labios, él nunca quería demostrar debilidad aun así estuviera partiéndose a pedazos por dentro, el mundo no tenia por que enterarse y a pesar de los años que han pasado seguía teniendo esa misma ideología consigo.
Un grito se manifestó cerca de su persona reclamando la atención del pequeño en el árbol; una voz aterciopelada, gruesa, pero aun así manteniendo un toque jovial. Otro bombeo pasó por su corazón esta vez más potente, de esencia abrumadoramente cálida y nostálgica. Giro su rostro observando por encima de su hombro a un joven cabellos cortos obsidianas, de piel nívea y unos ojos como si de dos piedras ónix se trataran. Pero a pesar de poder percibir esos rasgos su rostro no lo podía ver con total claridad, era frustrante ya que sabía perfectamente de quien se trataba esa varonil figura.
Ryo era su nombre, un joven de apariencia severa, carácter inescrutable y mirada gélida pero, que en el fondo se trataba de un chico reservado, amable y educado con las personas que se ganaban su respeto, aprecio y cariño. Se sintió orgulloso al recordar que el llego a formar parte de ese pequeño sequito de personas.
El azabache llamaba al rubio, pidiéndole constantemente disculpas para que bajaran de aquel árbol, pero el "niño mono" ni el saludo le daba. Rio ladeando su cabeza de un lado a otro; esa personalidad terca sin dudas le había causado uno que otro problema en el pasado, sin mencionar sus impulsos y su mal carácter, era gracioso ver que el tiempo no había logrado cambiar su naturaleza.
La figura del chico paso por su costado no percatándose de su ser y subió el árbol al igual que lo hiso su "pequeño yo" con anterioridad. Intrigado lo siguió flotando, posándose al lado del monito rubio, divirtiéndose con la escena. Vio como estaba dispuesto a tumbar al fastidioso "chico araña" del tronco del árbol, pero se detuvo al ver un pequeño pote de su dulce favorito frente a su cara rosando su naricita respingada. El azabache alegaba que por portarse bien se había ganado tal manjar y a pesar de sus dudas el "niño mono" le dio un espacio al "niño araña" a su lado para degustar su permio con gusto y alegría brillando en sus ojos, manchando su rostro a su paso.
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ADVERSIDAD
FanfictionDeidara un estudiante de artes muy dedicado y apasionado que trabaja en una floristería resulto ser víctima de un atentado. Quedando en estado vegetal su espirito vaga por los lugares que alguna vez frecuento. Como un alma en pena se siente frustrad...