029| Mi vida es una mentira

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Enero 8

NARRADO POR MARY:

Había evitado por mas de dos meses las insistentes peticiones de mi madre a que presentará oficialmente a Juan Pablo como mi prometido y aunque lo había logrado con éxito llegó el punto en el que tuve que cederle lo que ella quería. Así que la noche de hoy sería la cena que tanto mi madre esperaba con todas sus ansias.

Iba arreglada con el largo traje rojo que mi madre había elegido para mí, el cabello iba recogido como me había  pedido y llevaba puesto los tacones que mi madre quería. En conclusión era lo que mi madre quería, no lo que yo quería.

A mí lado estaba el hermoso chico que portaba ojos azules y que tanto me volvía loca. Con un esmoquín gris que hacía ver aquello como la vestimenta más sexy del mundo aunque no lo fuera.

Suspiré y cerré mis ojos.

Esto es una mierda–le dije a Juan Pablo por lo bajito–Enserio lo es. Esto es todo lo que mi madre quiere. No lo que yo quiero.

Es solo una noche–intentó animar Juan Pablo.

Una torturadora noche–le aseguré–Y siento que después de esto es que todo va a salir mal.

Vamos Mary–dijo agarrando mi mano y dando un leve apretón.

Al ginal caminamos al interior de la casa donde todo estaba decorado como si de una fiesta se tratará. No era lo que yo quería, era lo que mi madre quería. Y ese pequeño detalle hacía que odiara aún más cada paso que daba en dirección a el interior de la enorme sala. Siempre imaginé esto muy diferente.

Gran parte de la familia estaba allí y para mí sorpresa algunos amigos de la familia también. Caminé en silencio y junto a Juan Pablo hasta donde estaba mi madre sentada junto a papá. Sentía la mirada de algunos, pero dejaba que no me intimidara. Hacia mucho que alguno de los que estaban allí no me veían.

Buenas noches padres–les dije al llegar a su lado.

¿Dónde está tu sonrisa?–me preguntó mi madre dando un pequeño apretón en mi brazo, ni siquiera pudo prestar atención a mi cortés saludo.

En donde se supone que debe estar mi feli....–Juan Pablo me interrumpió.

Está muy nerviosa, creo que hasta se le a olvidado como se sonríe–comentó éste causando gracia en mi padre.

Hay algunas personas de la familia que han estado preguntando por ustedes–mencionó papá con emoción.

Solo papá era emocionado allí porque claramente mamá desbordaba por cada poro su desagrado y rechazo, yo no podía ser más evidente con mi falta de interés y Juan Pablo él era él, era como que le daba igual la cosa. Sigo diciendo pidiendo su Oscar.

Claro, pero que esperen. Creo que será mejor que Mary vaya a su habitación por la medalla que se supone que cuelgue de su cuello–le dijo mi madre con cierto brillo de felicidad o malísima no lo sé, con ella nunca se sabe.

Creí que no....–me interrumpió.

Ve a buscarlo, mientras hablaremos un rato con Juan Pablo–me ordenó.

Rodé los ojos cuando ya le había dado la espalda y subí cada escalón que me llevaba al segundo piso soltando bufido de pleno fastidio. Le había dicho que no usaría ese bendito collar por nada del mundo, pero ella nunca me escuchaba. Sabía que era una tradición y todo eso, pero también era el mismo que ella quería que usará con Pablo. Entonces tenía mil razones para no quererlo. Razones que ella nunca quizo escuchar.

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