Capitulo 6 - Traición

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Nota de autor

Esta actualización tiene mucha más acción que el anterior y se tratara única y exclusivamente de Anna.

Agradezco su continuo apoyo. Todos los derechos son para Disney y BioWare.

X

Anna caminaba por los pasillos del castillo de Pináculo, dirigiéndose a las recamaras donde probablemente estuviese su primo. Aún seguía enfadada, sobre todo porque ella no podría ir a la guerra, pero Fergus sí. Mientras caminaba se encontró con un guardia, quien la detuvo.

—¡Lady Anna!—. Saludó mientras hacia una leve reverencia—. Su madre me ha pedido que la busque. Tal parece ser que vuestro perro ha estado haciendo destrozos en la cocina y Gerda amenaza con marcharse— Explicó el joven soldado.

Su perro, un mabari de guerra, puro de raza. De un hermoso pelaje blanco y un tamaño formidable, después de todo era un perro de guerra. Sus padres se regalaron hace dos años y desde entonces eran inseparables, iban a todos lados juntos, comían juntos, cazaban juntos, entrenaban juntos, inclusive dormían en la misma habitación. Anna decidió nombrarlo Olaf, por alguna extraña razón ese nombre le daba una sensación de algún recuerdo lejano. Además, al perro le encantaba que lo abrazara.

—¿Y qué quieres que haga yo?—. Se encogió de hombros con indiferencia—. ¡Soluciónalo!

—Con todo respeto mi dama—. Comenzó el soldado—. Los mabari de guerra son files a sus amos y obedecen únicamente a estos, cualquier otro podría terminar sin alguna extremidad.

—Mi perro nunca mordería a nadie—. Replicó Anna.

—No tengo pensado poner a prueba esa afirmación—. Respondió el hombre.

—¿Y a mí qué? No me interesa, si quieres que se solucione el problema, hazlo tú mismo.

—Su madre me ha pedido que fuese usted misma—. Contestó el joven—. Y le temo a ella más que a usted.

—No me interesa, ese no es mi problema—. Espetó Anna—. Aun así pienso ir, no puedo dejar que Gerda se marche por algo tan simple y tonto. Además, quiero ir por Olaf.

—Muy bien mi lady, su madre también me pidió que la acompañase así que lo mejor será ir de una vez.

—No lo creo—. Dijo frunciendo más el ceño—. Yo misma puedo ir, no necesito que me estés cuidando así que deja de fastidiar—. Esbozó una sonrisa desafiante—. ¿O acaso quieres batirte en duelo conmigo?

El guardia, que había visto como la hermosa chica derrotó a uno de los soldados más capacitados del castillo, prefirió no decir nada. Si ser Kai, quien había sido nombrado caballero por los Teyrns hace algunos años no pudo con la joven, menos podría él.

—De acuerdo, lamento haberla molestado mi señora—. El chico hizo una reverencia y se retiró del lugar.

Ahora tenía que dirigirse a la cocina y eso no era algo que estuviese muy feliz de hacer, pero era mejor que ir a buscar a su primo. Caminó por los pasillos hasta llegar a la cocina, al entrar vio a Gerda y a dos elfos.

—¡Sacad a esa bestia de mi despensa!—. Les gritaba a los criados.

—Pero no podemos ni acercarnos, casi me arranca una mano—. Protestó uno de ellos.

—¡Es que nadie sacara esa bestia antes de que destruya todas las reservas!—. Exclamó con enfado. En ese momento la pelirroja hizo su aparición—. Por fin has llegado, saca ese animal de mi despensa—. Le ordenó la mujer a la noble.

Últimos Guardas GrisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora