Capitulo 8 - Ostagar

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Nota de autor

¡Hola de nuevo! Bueno, después de una larga semana de exámenes y proyectos finales, aquí está el nuevo capítulo. Agradezco mucho sus comentarios y consejos, disfruten del capítulo.

Todos los derechos son para Disney y BioWare.

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Los rayos del sol finamente le golpearon el rostro, habían pasado toda la noche tratando de perder a los hombres del Arl, cosa que no fue nada fácil, pero gracias a que se ocultaron en una cueva pudieron despistarlos.

Se encontraba recostada contra una gran roca, a su derecha se encontraba su fiel sabueso intentando animarla. Gerda y ser Kai estaban un poco más lejos de ella, pero manteniéndose lo suficientemente cerca como para poder cuidarla; mientras que los elfos estaban sentados más lejos.

Alzó la mirada y tuvo que cerrar los ojos, pequeños rayos solares se filtraban a través de los árboles, escuchando el suave cantar de las aves. Sintió las corrientes de agua de un río cercano atravesar su cuerpo, solo con escucharlo. Se tocó la cara y sintió la humedad en ella, al lamer un poco sus labios tuvo un sabor salado.

Preguntando a quien fuese que viviera allá arriba: ¿Qué acababa de suceder? Ciertamente no era muy creyente del Hacedor, pero en este momento no le importaba. En este momento rogaba que alguien la salvase de su dolor, necesitaba aferrarse a lo que fuera para no caer en la oscuridad.

Simplemente no era posible, ¡ni siquiera tenía sentido alguno!

Había sido testigo de la toma de su castillo, su hogar. Pero a los traidores no les bastó con eso, no. También tuvieron que arrebatarle a las personas que más amaba en el mundo: su sobrino y su madre. No era justo, era algo tan cruel que estaba segura no querer volver a experimentar.

Pero aun dolía, tan solo habían pasado algunas horas y el dolor parecía incrementarse con cada movimiento del sol. Se negaba a creerlo, no era posible.

Seguramente era una pesadilla causada por algún demonio de la cual pronto despertaría. Pero ese despertar nunca llegó, las horas transcurrieron y aun se mantenía dentro de tal martirio. Los recuerdos le nublaban la mente, impidiéndole procesar sus ideas adecuadamente.

Cada vez que cerraba los ojos para suspirar o simplemente en un parpadeo, las imágenes volvían a ella en un tono carmesí como si miles de gotas de sangre grabadas con horrendas imágenes le fuesen arrojadas al rostro.

Recordaba el rostro angelical del pequeño Oren con los ojos cerrados y sin vida, no había podido protegerlo y mientras más pensaba en él, su mente imaginaba la posible forma en que fue asesinado, algunas de ellas tan perturbadoras que estaba segura: ni los mismos demonios podrían igualar.

Y luego estaba su madre... Recordó con agonía sus últimos momentos con ella, su último suspiro. Fue tan repentino que apenas y podía recordarlo con exactitud: el calor de la batalla nublando su vista, la sonrisa de su madre y después todo se derrumbó. Después fue probablemente el peor momento en toda su vida, al ver como la mujer que le dio la vida, crio y cuidó desde pequeña, era atravesada por una flecha mientras su sangre le salpicaba el rostro.

No, no era posible.

Tenía que ser una simple y cruel broma, tan solo una ilusión dentro del Velo o de cualquier otra cosa capaz de causarlas. Pero el dolor e incertidumbre no eran una ilusión o un sueño, mucho menos una broma, eran reales.

La velocidad con la que trabajaba su mente en ese momento finalmente llegó a su punto quiebre: cuando visualizó a Hans al lado del Arl, con su espada en el aire en señal de triunfo. Sin duda su vista tuvo que haberla engañado, no podía ser él, seguramente era hermano Nathaniel o un caballero muy parecido a él. Sí, era lo más probable, pensó ella al no querer aceptar la verdad.

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