la llegada

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— ¡O no! — dije entre dientes.
Era mi madre, y quien más seria (pensé) Escondí rápidamente el libro debajo de la almohada.

— ¡Mamá! ¿eres tu? — exclamé sorprendida.

— Si, ¿quien más entraría a tu cuarto?... hija — dijo ella a manera de pregunta.

Mi madre es una persona muy complicada en cuestiones de amor, Siempre me a dicho que los hombres de hoy son basura y utilizan a las mujeres.

Ella dice que tengo que esperar entrar en la universidad, para asi poder tener un chico que fuera muy inteligente y responsable como yo. Pero en realidad ella quería escoger por mi, el hombre con quien me casaría y eso no me gustaba.

— Eloísa ¿que haces despierta a estas horas? mañana no te levantas —  me dijo preocupada.

— Es solo la emoción mamá, que no me deja dormir pero ya me dio sueño, así que puedes irte a descansar — le dije mintiendo.

No quería que mi madre me hiciera un drama, por un libro de amor, así de exagerada era.

Ella se despidió dándome un beso en la frente y diciendo un te quiero con dulzura, yo también asiento con un te quiero.

La alarma de mi celular hizo que despertara, pero no me quería levantar de la cama estaba muy rica. Luché conmigo misma me bañé y me puse ropa abrigada, desayune algo rápido, me cepillé los dientes y nos fuimos al aeropuerto.

La emoción era muy grande, nunca habia subido a un avión, durante el vuelo de largas horas dibujaba, por que siempre me a gustado el diseño.

La voz de mi madre me despierta...

— Llegamos hija — Un taxi nós llevó a la casa de una amiga de mi madre que nos dejo vivir ahí con ella. Yo tenía más frío de lo normal y muy facinada por lo bello de la ciudad.

— Bienvenidas — exclamó una mujer alta y delgada de piel muy clara.

— Gracias Angélica — Escuche decir  a mi madre... Con que ella era la amiga que conoció en un hospital. 

— Pasen, pasen... ella debe ser tu hija Eloísa — dijo apresurada.

Al presentarnos, mi madre y yo nos instalamos, yo pase todo ese día durmiendo.

En la mañana me despierta mi madre, para ir a desayunar fuera con nuestra amiga la francesa.

Me bañé, cepillé y vestí, me puse un pantalón rosa y un abrigo blanco con unos botines negros.

— Buen día — dije sonriente

— Vámonos rápido, antes de que el tráfico empeore — dijo Angélica.

Estaba nevando un poco al salir de la casa, quedé maravillada al ver la nieve caer. tomamos un taxi y llegamos al centro comercial, entramos a una cafetería y nos  sentamos a desayunar.

Al mirar por la puerta me quedé  mirando aun grupo de chicos que entraban y pedían su comida, me reí mientras los miraba. Eran todos ellos tan blancos que parecían de papel.

De repente la mirada de uno de ellos fue como un flechazo de indiferencia, era un chico muy guapo que  mostraba a simple vista un aire de superioridad.

Me quedé mirando sus ojos azules mientras el también lo hacia solo me reí sin ninguna malicia.

En ese momento una de las chicas que lo acompañaba, lo agarra del brazo, ella me observa y su rostro cambia totalmente, una mirada asesina y una sonrisa malévola de su parte hicieron que nuestras miradas desaparecieran...

Soportando por amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora