Ylias la guerrera. Cap 30

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Seles comenzó a ahorcar a Homin. Homin intentaba defenderse pateando a Seles, pero Seles no se separaba de su cuello. Además, como Seles era más pequeño era casi imposible patear.

Homin estaba desesperado y no sabia que hacer ya que sus manos estaban siendo aplastadas por los pies de Seles; Homin a lo lejos vio el cuerpo de Kev-zeus sin moverse tirado en el suelo, así que la aguja que Kev-zeus tenía enterrada ya no serviría de nada. Homin con su telepatía ordenó a la aguja a salir del cuerpo de Kev-zeus. La aguja se dirigía a hacía Seles, pero Seles saltó a 5 metros de Homin esquivando la aguja que se clavó en un árbol.

Homin se levantó, fue hacia dónde estaba Seles, lo agarró de la cabeza golpeándolo contra el suelo, y la aguja que había esquivado Seles voló a la mano derecha de Homin; Homin se estaba preparando pará apuñalar a Seles levantando su brazo derecho, pero volteó a Kev-zeus y vio que se hacía  en polvo. Homin se quedó viendo a la nada asombrado y dudando. Entonces una flecha que provenía de a sus espaldas atravesó su brazo derecho. Homin dio media vuelta y vio a Ylias con el arco de Seles y a Kev-zeus intentando vomitar.

Homin intentó quitar la flecha de su brazo, pero esta le explotó quitándole todo su antebrazo. Homin gritó fuerte del dolor. Cuando terminó de gritar dijo con voz adolorida:

—Sabía que el cuerpo que se deshizo no era Kev-zeus.—

—¿Cómo sabías que no era yo?— preguntó Kev-zeus con voz cansada

—Es obvio— dijo Ylias —No todos los dioses sangran. Hay dos tipos de dioses, los frescos o jóvenes, como nosotros; y los secos o viejos, como Homin. Con el paso del tiempo dejamos de tener sangre, pero eso solo nos pasa a los dioses puros, osea que no le pasa a semi-dioses como tu.—

—¿Entonces por que utilizaste ese "maniquí" o lo que sea como "distracción"?— le preguntó Kev-zeus a Ylias

—No tuve tiempo para hacer algo mejor, pero por lo menos Homin se distrajo.— Ylias empezó a reírse en voz baja tapándose la boca con su mano. Cuándo Ylias dejó de reírse sacó una espada de entre la bata que vestía y siguió —Descansen, ustedes dos, sigo yo—

Ylias corrió hacía Homin atacandolo con la espada. Homin se movía lo más rápido posible, pero Ylias lograba dejarle leves sicatrices en la cara. Homin artó, agarró con su única mano la espada de Ylias, la rompió y la tiro al suelo; despúes agarró a Ylias del cuello y la comenzó a estrangular con un mano mientras le decía:

—¡Ya estoy arto de que tu y Seles se interpongan en mi camino, mi objetivo!—

En ese momento se escuchó a Kev-zeus gritar:

—¡Es mi turnooooooo!—

Homin volteó; Kev-zeus le dio un puñetazo tan fuerte en la cara que hizo que Homin soltara a Ylias. Ylias cayó desmayada.

Seles llegó rápido y cargó a Ylias para llevarla a un lugar seguro.

Kev-zeus sacó su pequeño bastón, el cual cuando lo agitó creció hasta llegar a medir 1.5 metros y con una navaja en forma de media luna en un extremo.

—¡¿Qué?! Te has vuelto muy fuerte— dijo Homin asustado.

—Sí...— dijo Kev-zeus mientras el suelo a sus pies se agrietaba cada vez más mientras de el emitía una luz blanca —... y creo que así...— En un parpadeo Kev-zeus tenía su bastón en el vientre de Homin —... te podré derrotar.—

el olimpo de kev-zeusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora