Caleb Landry Jones

85 3 2
                                    

Título: Lo lamento

Personaje: Caleb Landry Jones

Advertencia: No

~

Habías pedido un taxi para llegar hasta el bar de donde te había llamado un amigo de Caleb. Según él, el pelirrojo no se encontraba en buen estado y, al no saber a quién recurrir, decidió acudir a ti. Realmente no sabías quién era ese amigo ya que no te lo había dicho, pero no le diste importancia al saber que Caleb se encontraba en problemas.

Luego de pagar el taxi, te acercaste a la puerta del lugar. No te agradaba mucho el ambiente que encontraste. Habían muchos hombres borrachos, algunos tirados en el suelo por el exceso de alcohol, otros bebiendo aún más de lo que podían.

Buscaste con tu mirada a Caleb y no lo hubieras encontrado si no fuese por su amigo rubio que cuando te miró hizo señas. Avanzaste hacia ellos mientras esquivabas a los demás.

—Qué suerte que llegaste —dijo el rubio. En ese momento que lo viste, reconociste quién era—. Bebió más de lo que esperaba.

—¿Ah, sí? —preguntaste con ironía—. ¿Por qué no lo detuviste, Lucas? ¿Por qué vinieron aquí en primer lugar?

—Hey, no me reclames a mí, fue su idea —dijo apuntando al pelirrojo, quien estaba sobre la mesa recostado—. Además hay una razón, ¿o acaso lo olvidaste? —cuando preguntó eso te quedaste sin palabras, sabías a qué se refería.

—Eso no importa, sólo ayúdame a llevarlo a su departamento —Lucas suspiró y asintió sin reclamar.

Ambos agarraron un brazo de Caleb para luego pasarlo por sus hombros. Al tenerlo cerca, pudiste oler las diferentes bebidas que había tomado. Sin duda, se había pasado esa vez.

Salieron fuera del local para esperar algún taxi que los pudiera llevar hasta el departamento, ya que éste se encontraba lejos.

—¿Por qué me llamaste a mí? —preguntaste sin mirar al rubio.

—Créeme, no lo iba a hacer. Yo mismo quería ayudarlo, pero él empezó a balbucear y... Dijo tu nombre —confesó mirándote. Después de eso, decidiste callarte y esperar.

Caleb fue tu mejor amigo. Por un momento, tuvieron algo más, pero debido a tu responsabilidad con los estudios y el trabajo, ya no tenías tiempo. Eso fue lo que acabó con todo lo bueno que tenían. Cada día que pasaba era un día menos juntos, ni siquiera se mandaban algún mensaje. Se separaron completamente al punto de no saber nada del otro y terminar con su amistad. Claramente todavía había preocupación e interés por saber del otro, pero no lo demostraban.

Hasta ese momento.

Era la primera vez que veías o sabías algo de él después de la última vez que se vieron, donde pelearon por la falta de tiempo entre ustedes.

Lucas detuvo al taxi que estaba pasando por esa calle y los tres subieron a él, informaron sobre la dirección del departamento de Caleb y el taxista se puso en marcha, ignorando el hecho del joven ebrio.

Un celular comenzó a sonar, miraste al rubio y éste sacó su móvil para contestar. Después de algunas palabras, te dijo que debía irse a otro lugar y eso implicaba que deberías llevar a Caleb tú misma.

Cuando llegaron, Lucas te ayudó a bajar al pelirrojo quien ahora se encontraba despierto, lo suficiente como para poder caminar.

—En serio lo siento —te dijo el rubio con pena—. Por favor, cuídalo —subió nuevamente al automóvil y se fue.

Suspiraste mientras lo mirabas irse, sabías que él no tenía toda la culpa, sin embargo, lo acusaste de eso.

Oíste que Caleb trataba de hablar, se encontraba confundido y no sabía quién lo estaba ayudando.

—¿Tienes las llaves? —le preguntaste mientras caminaban hacia la puerta. Murmuraba, pero no entendías lo que decía—. Olvídalo, yo las buscaré.

Comenzaste a registrar sus bolsillos, comenzando por la chaqueta, pero no encontraste nada. Luego seguiste con los bolsillos delanteros del pantalón, apretaste los ojos cuando tampoco había rastro. Maldijiste en voz baja mientras investigabas con mucho cuidado en los bolsillos traseros, para tu suerte, las llaves estaban allí.

Al abrir la puerta, lo escuchaste hablar otra vez, mencionando tu nombre, pero tratabas de ignorarlo. Lo único que querías hacer era dejarlo en su cama e irte lo más rápido posible del lugar.

Subieron hasta su piso, abriste la puerta y al ver el interior, quedaste estática.

Todo estaba completamente desordenado, pero no como podría tenerlo cualquier otra persona, era aún peor. Habían botellas tiradas, al igual que varios paquetes de comida chatarra, cigarrillos gastados y paquetes sin abrir.

Entraste lentamente con Caleb y cuando miraste la cama, también te sorprendiste. Era un simple colchón en una esquina, algo sucio y con más botellas de alcohol alrededor.

Trataste de ignorar el espacio en el que Caleb vivía, pero era imposible no sentir lástima por él. Te preguntaste cuándo fue que pasó todo esto. La última vez que habías venido al departamento, todo se encontraba en un mejor estado que el de ahora.

—Lo sé, soy un desastre —dijo el pelirrojo con más sobriedad, pero arrastrando un poco las palabras. Se sentía raro escuchar su voz más ronca de lo normal.

Lo ayudaste a caminar hasta llegar al colchón en el suelo y lo sentaste en él.

—¿Quieres algo? —preguntaste un poco incómoda. Caleb se limitó a negar mientras mantenía la cabeza baja—. Bien, entonces... Ya debo irme —volteaste para dirigirte a la puerta.

—¿Por qué? —te detuvo el susurro del pelirrojo—. ¿Por qué me dejas solo? —dijo con tristeza—. Justo hoy, en mi cumpleaños.

—Lo siento, tengo que... —te callaste, no le querías mentir—. Estoy ocupada.

—Después de tanto tiempo sigues diciendo lo mismo —soltó una risa amargada.

—En serio lamento como terminó todo —mantenías tu mirada en el suelo, se te hacía muy difícil verlo a los ojos—. Lamento que hayamos terminado por mi culpa, lamento haberte hecho todo esto —declaraste con los ojos cristalizados—, lo siento.

—Yo también lo siento —suspiró—. Sé que también fue mi culpa, debí entenderte —asentiste todavía mirando el suelo.

—Adiós y feliz cumpleaños —dijiste dispuesta a irte.

Caleb tenía un gran debate en su cabeza, no sabía si debía detenerte o dejarte ir. Si era mejor estar separados o darse otra oportunidad. Él en verdad te quería y deseaba que todo sea como antes.

—No... —escuchaste—. Por favor, no te vayas —dijo con lágrimas en los ojos—. No me dejes, al menos no ahora.

Nunca lo habías visto de esa forma, realmente querías que él fuera feliz sin ti, pero verlo así, destrozado, fue demasiado para ti.

Te acercaste a él y te agachaste a su altura. Caleb te abrazó fuertemente, aumentando su llanto. Esa noche te quedaste en su departamento, ambos acostados. El pelirrojo se había dormido, ya que estaba muy cansado y tú lo observaste. Extrañabas verlo dormir, extrañabas ver su rostro, lo extrañabas y mucho.

(...)

En la mañana, Caleb despertó con dolor de cabeza. Se acordó de lo que sucedió esa madrugada y miró a su lado, se entristeció al ver que tú no estabas ahí.

Por un momento, creyó que todo fue un sueño, que tú habías ido por él a ese bar, que ambos se disculparon por los errores que cometieron en cuanto a su relación, que te habías quedado para que Caleb pudiera dormir tranquilo una noche, todo un sueño.

Pero al verte salir de la cocina junto con un vaso de agua y una pastilla para el dolor, se dio cuenta que todo era real y que tenían una nueva oportunidad por más mínima que fuera.

—Hey, ¿cómo estás? —preguntaste suavemente.

—Mejor ahora que te veo —confesó Caleb dándote una sonrisa.

One Shots •Caleb Landry Jones•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora