Voy a dejarme llevar entre el aroma de las memorias, entre azules y rosas, entre la brisa de un sueño y un anhelo, sobre una historia interminable o quizá inconclusa, entre las esperanzas de un mañana, ese mañana que será por siempre el primer día hacia la eternidad. Esa tarde de romance inalcanzable y dulzuras incontables. Ese simple sueño de querer huir para quedarse, de saberse perdido al hallarse y de sentirse en un sueño estando despierto.
Cuando dan las doce y el reloj se detiene, para dejarnos suspendidos en el aire, solo un momento, solo un instante, solo un suspiro. Frente al espejismo de lo que fue y lo que será, frente a esa mirada que al instante queda segada por el brillo de la madrugada, cuando las estrellas se estremezcan y nos lloren su luz y entonces la luna nos abrigue en el más largo e inmenso beso.
Así, así divagan los recuerdos por el universo. Así, así te quiero.