Aquel día de nuestro reencuentro fue la más bella despedida.
Nos encontramos la mirada para después dejarnos partir...
El último rose de nuestras almas, el último toque de nuestra piel, las últimas palabras en nuestros oídos y el último abrazo que nos dimos...
El día era frío como aquella fecha. La nostalgia rondaba en el aire, sigilosa nos envolvía el corazón y nos llenaba de recuerdos.
Te vi, me viste. El tiempo pareció detenerse un momento, te acercaste y tomaste mis manos, yo no podía pronunciar palabra, mis ojos se llenaron de lágrimas, me abrazaste fuerte y con tanto calor, me aferré a ti y nos fundimos en aquel abrazo, entonces susurraste en mi oído
-Gracias.
No pude decir nada, simplemente te abracé fuerte, como quien sabe que será la última vez que se verá en los ojos del ser amado.
Soltaste mis manos y te vi partir. Mi corazón se fundió en un mar de llanto, quebrándose despacio...
No miró hacia atrás. Yo no fui tras él. Sabíamos que el tiempo había cambiado. Nos volvimos a encontrar después de tanto tiempo, después de la distancia, simplemente para darnos cuenta de que todo había cambiado. Aquel suceso distanció nuestras almas, nuestras mentes pensaban diferente, tú te volviste más distante, yo me aferré más a ti. Aún ahora yo te recuerdo, aún ahora yo te espero.
Después de aquella despedida el silenció nos envolvió por completo, ya no existían palabras entre nosotros, ya no volvimos a encontrarnos. El destino nos mantuvo lejanos...soñándonos solo de vez en cuando.