Si lloro, es solo por el egoísmo de no sentirte cerca, solo por pensar en mí, pues en mi terquedad conozco la alegría de tus ojos y la paz de tu alma, porque no existe nada más vacío y hermoso que sentirte cerca sabiéndote lejos, y no existe dolor más grande y felicidad más dulce que el saberte suspendida entre las cálidas nubes y las brillantes estrellas.
Pues es más envidia que melancolía la que por momentos siento. Encontrándote a diario, perdiéndote en cada suspiro, manteniendo un lazo invisible entre el inmenso cielo y la pequeña Tierra, escuchándote y recordando tu sonrisa y tu mirada, extrañando, siempre, esa imagen bella de ti que podía tocarse, que podía sentirse, que podía verse, esa imagen que siempre, lograba darme calor...