Frente al más grande desierto de vida y de miradas se encontraban mis ojos, derramando cada lágrima de mi diminuto ser.
Mis pies descalzos y los dedos de mis manos anunciaron el invierno.
Simplemente había comenzado a nevar, la nieve caía lenta y liviana, pero lograba quemar.
Ahíestaban marcadas las palabras de mi austero subconsciente, ahí se encontrabanlas palabras traicioneras de mi almohada, ahí se encontraban las minúsculas partículasdel sueño que se fue, y ahí te encontrabas tú. Se encontraban tus palabraslejanas y dolorosas, esas palabras de las memorias dulces de un sueño decristal, esa lacerante distancia que me recuerda a cada segundo que estoy sinti, ahí te encuentras tú, en el frío de la nieve que congela mis entrañas, enese sonido silencioso del delirio, y en ese viento que me quema las pestañas. Ahí,ahí estabas tú, viéndome de lejos, empapado de dolor. Ahí, ahí estaba yo,gritándote allí, llorando el corazón.