El chico de mis sueños°

#8 Armando Brewster

Estaba algo impactada ante la situación que estoy viviendo. No sólo por el simple hecho de que el propio Aaron Lawrance éste aquí. En mi habitación. También que viene es un estado algo poco difícil, y pensar como poder ayudarlo.

Estaba muy mal. Se varía de sangre en su ropa. La sangre proveniente de sus cortadas sale a gran cantidad. Y por supuesto mi alfombra recibe toda la culpa.

- Necesito hablar contigo...- decía la misma oración una y otra vez. Me estaba asustando, ¿Que quería hablar conmigo?. Pero antes de responder a esa interrogante, necesito ayudarlo pero YA.

Me dirigí a mi baño personal que se encontraba en mi habitación. Al entrar busqué en todos los lugares para conseguir una caja. Resultado: Vacío.

Desesperada al no encontrar ninguna ayuda para poder ayudarlo; recordé que mi madre siempre tiene sobras de medicina, vendaje, alcohol, etc. Así que corrí a la habitación de mi madre y busqué en su mesa de noche y efectivamente los tenía.

Aliviada, apure mi paso hacía mí habitación donde él se encontraba.

Él ya se encontraba sentado a la orrilla de mi cama, por lo cuál me obligué a estar agachada para poder tener un mejor ángulo de sus heridas.

Mientras limpiaba y curaba sus heridas, me di cuenta de que su piel se encontraba (a pesar de sus golpes) increíblemente perfecta. No había ninguna marca de perfección o algún tipo de acné, ni siquiera poros en todo su rostro. Definitivamente estaba dotado de un increíble rostro.

Fingía estar concentrada en mi trabajo, pero obviamente estaba en otra fase de embobamiento. Claro está que él también me miraba fijamente y no precisamente mi rostro, sino mi cuello. Sí, exactamente mi cuello. Al hacer ese descubrimiento, sentí incomodidad por parte de mí.

Cada vez que acercaba el algodón con alcohol a sus determinadas heridas, su rostro claramente demostraba muecas de dolor que lo hacía ver más sexy.

¿Que? El que no crea en el amor, no significa que todos los hombres sean unas garrapatas mutantes.

Claro que no.

Cuando estaba a punto de "terminar" noté un ligero sangrado en la camiseta, lo cuál me preocupó, así que subí un poco su camiseta sin ningún previo aviso sorprendiéndolo, pero al subir...

Mundo ¿tú nos odia? ¿verdad?.
¿porqué tenés que doptar algunas personas con sus cuerpos?.

Para que nosotros miramos con mucha tentación, y ¿porqué no? para desmayarnos al mirar.

¡¡Por dios!! ¡¿Qué hace este tipo?!.

Dos palabras.

Está guapísimo.

Cada vez que acercaba el algodón a su abdomen, me causaba una clase de escalofrío al tener que tocar su BIEN tonificado pectorales.

Me dirán pervertida, pero está jodidamente violable, y nunca en mi vida he visto algo parecido.

Comencé a relajarme, porque sino iba a producir un tipo de cambio en mi cuerpo a causa del proceso de embobamiento (pues así lo denomino yo).

Cuando estaba a punto de terminar y guardar todos los materiales que necesité, agarró mi brazo con un ligero apretón.

- Necesito. Hablar. Contigo - dijo recalcando cada unas de las palabras con un tono de manera susurrando, lo que me extrañó, porqué no hay ni un alma en la casa, claro, a parte de nosotros.

- ¿De que quieres hablar conmigo? - dije algo dudosa, ya que, su tono que utilizó me aterró un poco. Esa oración a cada rato lo repetía, y por supuesto me daban ideas que no eran.