#10 Maratón 2/3

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Después de las horas de clases, me dirigí donde se supone que estaría Armando. Al cabo de unos minutos vino Armando agitado y con un notable sudor.

—Disculpa por venir tarde. — dijo agitado.

Esquivé su disculpa y lo interrogué. —¿Por qué viniste tarde? ¿Sabias que detesto esperar?. —dije con un claro disgusto ante el hecho de la tardanza y su transpiración horroroso.

—Mi salón está en la última esquina del instituto. Y no, no sabía.

—Ya nada. —dije expulsando todo el aire proveniente de mis pulmones. —Vámonos. —dije de mala gana.

Estamos en el coche de Armando. Era de un modelo Tahoe.

Al cabo de unos minutos llegamos a una rejas.

Al entrar percibí que no era una casa cualquiera. Está ubicada en una urbanización. Su jardín frontal está perfectamente cortado y balizado con un gran gozo de admirar. La estructura está linealmente ubicados uno con otros dando aspecto de una visión 3D. La casa está pintado de color blanco cremoso con una integridad elegante. Grandes ventanales reflejan el interior del hogar, y todo esto alumbrados por pequeños faroles.

—Guao, que encanto de tapizado. ¿Eres millonario o traficante de drogas?. *O mujer*. —lo último lo pensé.

—Mi padres trabajan en una pequeña compañía, por lo cual está bajo de buenas mercancías y un alto rango de economía. Y pues, se podría decir que nos damos pequeños lujos.

—¿Pequeños? ¿Al menos sabes él significado de "pequeños"?. —ignoró mí pregunta con una sonrisa arrogante.

     Ash. Estúpido.

Entramos a la lujosa casa, lo primero que vi, fue a una señora vestida de ama de casa y haciendo una reverencia en dirección a Armando, y supongo que no se esperaba mi visita porqué noté sorpresa en sus ojos al momento de verme.

—Hola Amanda. Necesito que prepares unos de tus mejores sándwich.

—Claro joven. —y se fue a pasos rápidos con la cabeza gacha, acción que me puso los pelos de punta. —¡¡Amanda!! — esta volteó mostrándome una cara nerviosa y un toque de impotencia en sus ojos. —¿No saludas a los invitados?. Muestra respeto y saluda a la señorita. —dijo éste con aire autoritario refiriéndose a mí. Eso me llenó de rabia hasta el tal punto de tener ganas de golpearlo.

—Buenas tardes señorita, si me disculpa voy a preparar los emparedados. —y antes de retirarse me ofreció una mirada casi de cansancio mezclada con rabia y de tristeza. Mirada que me dejó perpleja. Armando me tomó de la muñeca y subimos las escaleras. Al estar frente a una puerta, Armando giró la manilla para poder entrar. Yo me quedé en la entrada contemplando el cuarto desde la puerta. Es demasiado bello.

El cuarto está distinguido por estar mezclado de rústico pero a la vez cómodo. Una combinación algo rara de describirse.

—¿Comemos primero y después hacemos él trabajo, ó, realizamos el trabajo y después a comer? ¿Que prefieres? —dijo Armando en forma de pregunta divertida.

—Comemos mientras hacemos el trabajo. —dije de forma segura y estableciendo así una nueva y compresible opción.

—¿Ok?.

—Ok.

5 horas después...

Ya casi que terminamos el trabajo, sólo falta una pregunta a resolver. Pero también está presente el cansancio y el hambre.

—¿No estás cansado? —dije dirigiéndome hacia Armando que estaba dando pequeños bocados a su sándwich.

—Nop.

     —Claro porqué no hiciste nada, idiota. —dije pensando.

—Ok. Lo termino en mi casa. —ya estaba recogiendo algunos de mis materiales para poder retirarme.

Me agarró de mi muñeca deteniendo mi camino hacia el pomo de la puerta —Espera, vamos hablar un poco y después sí quieres, te llevo a la casa con mí auto.

—No gracias. Me tengo que ir.

—Por favor. Me voy a aburrir. —dijo en un intento fallido de un puchero, lo que no pude contenerme más y se me salió una risita.

—Eso es un sí, así que vamos.

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—Enserio, me tengo que ir. Son las 08:10 pm. ¿Sábes que significa eso? ¿Verdad?. — él se encogió como respuesta.

Suspiré.

Él volteó hacia mí con una mirada confusa —¿Qué es eso?. —me dijo señalando mí cuello, a dirección de mí marca de nacimiento.

—hmm... ¿Esto?... Es mí marca de nacimiento. ¿Por qué?.

—Por nada. —me miró otra vez con esa mirada confusa.

—¿Qué?.

—¿Desde cuando la tienes?. —dijo señalando otra vez mi marca.

—Hum. No sé. Supongo que sería desde que nací. ¿Por qué lo preguntas?. —dije confundida por su extraño cambio de humor al ver mí marca. ¿Acaso él no tenía una?.

—Por nada preocupante. Es sólo me extraña que tú marca sea de forma de una corona. ¿No es extraño?.

—¿Y quién dijo que sería preocupante?. —él se quedó callado ante la mención de mí pregunta —y no, no es extraño. Me hace sentir única.

En un movimiento que él hizo, se acercó a mí y podía jurar que su aliento tocaba mi cuello, causandóme una extraña sensación en mi estómago. Tocó mí marca enviándome escalofríos en mi columna vertebral y causando que mis vellos de la piel se enchinaran. 

Se escuchará loco, pero percibí un brillo de color azul salir desde mi cuello. Claro apenas y se notó, fue un rápido movimiento de éste.

Quedé paralizada ante lo sucedido.

—Es bonito. Sí que eres única. —no sé sí se los he contado pero Armando se ve... más ... ¿hermoso?. No sé si es locura mía. Seguro estaba algo negativa ante el hecho de que él es algún psicópata, tanto que no me fijé bien en su perfil.

Me sonrojé ante el tal comentario.

—Bien, vamos a tú casa. —asentí como respuesta sin dejar de pensar lo tonta que fui al no darme cuenta de lo hermoso que puede llegar ser.

Bajamos las escaleras encontrándome a Amanda mirándome fijamente.  Cuando Armando abrió la puerta principal para mí, pude leer sus labios. Me dijo:

"De la luz serás tapada por la oscuridad"

"Tú maldición será tragada"

  "Tú odio será purificada por Amor"

"Tú odio te lo llevaras hacia tus llamas".

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¡¡Sigan!! ¡¡Sigan!!

¡Falta uno!.

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El chico de mis sueños°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora