Capítulo 8

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Joyce abrió con expresión sobria en su rostro. Será una noche larga para todos.

—Hola, ¿cómo te encuentras, Joyce?— padre saludó afable.

—Pasad, sois bienvenidos.— Joyce evitó la pregunta de padre.

Padre y yo pasamos, Will se encontraba en el sillón de la sala con la mirada pérdida y los ojos cristalizados, él no quería llorar, ni lo iba hacer.

Me acerqué a él, puse mi mano en su rodilla, él giró su cabeza lentamente hasta mí.

—Hola, camarada. — Will sonrió un poco.

—Hola...— dijo desanimado, yo hice una sonrisa con amargura, muy leve fue ésta.

—Yo me esperaba a comida hecha, Joyce. ¿Qué ha pasado con la comida?— “bromeó” padre.

—Padre, no sabía que aún estábamos en 1956.— dije irónicamente.

—Muy bien, haré lo mejor que sé hacer. Mantener la boca cerrada.— dijo padre cabizbajo.

—Vamos, al comedor todos.

Todos seguimos a Joyce, una sensación removió mi cabeza, similar a una migraña. Eran como golpes, pero esta vez, en todo mi cerebro, tanto en lado izquierdo como en el derecho.

Todos comieron, en completo silencio. Una situación muy embarazosa para muchos, pero se me hizo más placentero que hablar.

Todos levantaron sus platos, yo no comí nada, me causaba repulsión.

Llevé mi plato y le di la comida al perro. El cual aceptó gustoso.

En la sala había un silencio incómodo, todos se miraban entre sí. Todos ansiosos por saber quién tomaría la palabra.

Yo estaba encerrada en mi propio infierno. Sin saber que me acostumbraba a éste, haciendo la estadía más “placentera”.

Una parte de mí decía, «ponte una chaqueta, estás gélida». Por otro lado, quería, anhelaba, necesitaba de él, del frío que se me hacía tan placentero cómo un abrazo de padre, cómo un recuerdo de madre.

Eso sentía del frío en mi ser, pero ¿realmente soy yo la que controla todas las partes de mi ser? ¿Aquel monstruo se apoderó de mí, tanto así que puede entrar en mi mente?

—Bueno, ¿querías hablar de...?— dijo padre rompiendo el hielo. Yo rodé los ojos y exhale.

—Bruce, ___. Hoy Will tuvo uno de sus episodios...— Bruce, mi querido padre, este sólo miraba la escena fingiendo interés.— La cuestión es que, ya no estoy segura de que sean simples recuerdos. Hay algo más, un transfondo. Yo pienso que son reales.

—Qué vas a saber tú de reales, si tú no eres la que no ha dormido en días, tú no eres la que le atormentan el sueño, si tú no eres la que se siente como un monstruo; un mutante.— dije sin rodeos, tan ida que las palabras sólo fluyeron, como si fuera un guion ya prescrito.

—___, por favor. Cierra la boca.— regañó padre, me crucé de brazos.

Tuve una sensación, algo similar al aborrecimiento.

Tenía un conflicto interno, pensamientos que no parecían míos.

Aquel terrible monstruo, inhumano, colosal, poderoso; tan similar al desuellamentes, del juego más aburrido del planeta, el cual nunca he entendido, “Calabozos y Dragones”.

—Will me contó lo que le sucedía sin mentiras. Y, cariño, necesito que tú también lo hagas. Te ayudaremos a encontrar respuestas, quizá el porqué te sucede esto.— Joyce miró mi rostro, con ojeras profundas y labios quebrados.

Bohemian Rhapsody (Max y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora