Bohemian Rhapsody (Max y tú)

Capítulo 12.

Sus manos calentaban piel de sólo rozarla. Un aire de confianza se presentó en el ambiente.

—Maxine, no me creerás si te lo cuento, todo— expliqué haciendo más la distancia.

—Si me dices, sabré si me mientes— miró mi control con una pequeña sonrisa.

Esos ojos que al mirarlos sólo inspiraban a pecar, deben ser ilegales. No sé escuchan las voces, ni respiraciones.

—El por no fui a la escuela. ¿Eso es lo que quieres saber?— pregunté aunque sabía la respuesta—. Tuve una falla respiratoria, técnicamente mi cuerpo dejó de respirar en medio de la calle, estuve desmayada hasta que una persona me hizo RCP y llamó a una ambulancia. En resumen eso, se supone que los médicos me dijeron que debía descansar unos días, y que era irregular que después de un suceso así una persona se recupere con tanta facilidad como yo lo hice. Soy un caso “excepcional”.

Maxine me mira incrédula. Sabía que no me creería, qué tonta me siento.

—¿Sabías que eres como una estrella Hollywoodense en la escuela?— preguntó con una mirada incrédula y divertida. Tiene algo que a mí me falta. Algo que me hace sentir bien—. Pero, eso no explica por qué estás castigada o por qué tienes verde tú pómulo. ¿Es tu padre?

Con toda la calma ella hablaba. Entre la luz desvaneciente de mi habitación y la frialdad entrando por la ventana.

—Pero, necesito la verdad y no sé si me la dijiste anteriormente.

—Es fácil decirlo pero cómo me cuesta, Maxine— tragué saliva—. Podría parecer que miento, y cuando más lo pienso menos creo; que sea verdad lo que ha pasado pero, entonces entiendo, que prefiero refugiarme en creer que no fue nada grave lo que ha pasado. ¿Alguna vez te has atrevido a hablar cuando no sabes por qué suceden las cosas? Sólo vas en patineta a tu casa, con miedo, con un solo deseo en tu mente, ¿Eso le puede suceder a una de las persona más fuerte que conozco? Y no conozco muchas.

—Debo decirte que miento si digo que no sucede, que he hablado respecto a eso— comentó ella apenada. Pero esas simples palabras causaron estruendo en mi interior.

—Salí de mi casa en la madrugada, no tan consciente como debería. Me metí en un barrio no muy saludable. Entonces allí sucedió, dejé de respirar por no sé cuántos minutos. Cuando me llevaron al hospital había un hombre de una asociación de cuidado infantil, ya sabes, de esas que cuidan a los huérfanos o las que rescatan a niños de los guetos o zonas infestadas de violencia, aquel hombre habló con mi padre, existe la posiblidad que le quiten mi tutela a padre— la voz se desvanecía haciendo que en varias partes de la charla aparentara la voz teniendo de un hilo—. Padre y yo discutimos al salir del hospital, yo dije cosas que no debía, él no estaba en los mejores términos, estaba fuera de sí, estoy segura de eso y él no quería hacerlo pero estaba cegado por la ira y el alcohol corriendo por sus venas, y no lo culpo, ha tenido días muy malos desde hace años y yo no ayudo a que eso mejore. Sólo me golpeó, no podía hacer nada, tenía miedo. Pero eso no dolió mucho, me dolió que me dijera que— allí fue cuando rompí en llanto, sin vergüenza, sólo salía, dejaba salir todo lo que comprimía, Maxine claramente no supo qué hacer.

Era una estupidez contarle estas cosas una completa extraña.

—¿Qué te hizo? ¿Te hizo otra cosa? ____, no sabré qué hacer si no me dices qué pasó. Necesito que confíes en mí. Yo estoy aquí y te puedo ayudar— rodeó mis hombros con su brazo.

—Me dijo la verdad, al fin uno de los dos tuvimos el coraje de decir la verdad: yo asesiné a mi madre. Yo la maté, Maxine. Yo hice que mi padre perdiera la cordura, yo soy la culpable de todo lo que está pasando. Se enredó con un problema de alcohol impresionante que hoy en día sigue teniendo, a escondidas pero ahora ha no tanto. No le tomaba importancia, lo ignoraba pero ha no puedo más. Quisiera yo haber muerto y no mi madre.