Cαριтυlσ 5

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El librero consultó una serie de paquetes que estaban debajo del mostrador. Jimin observó en que los paquetes traían sellos de distintas partes del mundo.
El menor estaba cada vez más nervioso, su coraje inicial había pasado por completo. Pero tuvo que esperar a que el cliente recibiera el libro, pagase, y le devolvieran el cambio y se fuera. Solo entonces, el librero se dirigió nuevamente a él.

- No se como continuar -- dijo Jimin --
- ¿ Que sabes hacer bien ? -- pregunto el librero --
- Ir tras de lo que creo. - No había otra respuesta.

Vivía corriendo, tras de lo que creía. El problema es que cada día creía en una cosa diferente.
El librero escribió un nombre en el papel donde estaba haciendo sus cuentas. Arrancó el pedazo donde había escrito, y lo mantuvo en su mano.

- Voy a darte una dirección -- dijo --. Hubo una época en que las personas aceptaban las experiencias mágicas como cosas naturales. En aquel entonces no había sacerdotes. Y nadie salía corriendo tras secretos ocultos. Jimin no sabía si se estaba refiriendo a él.
- ¿ Sabes lo que es la magia ? -- preguntó el librero.
- Es un puente. Entre el mundo visible y el invisible, el librero le extendió el papel. Allí estaba un teléfono y un nombre : Suran.
Jimin agarró rápidamente el papel, le agradeció y salió. Al llegar a la puerta, se volvió hacia el librero.

- Y también sé que la magia habla muchos lenguajes. Incluso el de los libreros, que se fingen difíciles pero que son generosos y accesibles.
Le giño un ojo y desapareció tras la puerta. El librero interrumpió sus cuentas y se quedó mirando su tienda. '' El Mago Min le enseñó estas cosas'', pensó.
Un Don, por bueno que fuese, no era suficiente para que el Mago se interesase, debía existir otro motivo. Suran sería capaz de descubrir cuál era. Ya era hora de cerrar, el glibrero estaba notando que el público de su tienda comenzaba a cambiar. Era cada vez más joven, como decían los viejos tratados que poblaban sus estantes, las cosas empezaban a volver, finalmente, al lugar de donde partieron.

El edificio antiguo estaba en el centro de la cuidad, en un lugar que hoy en día solo es frecuentado por turistas en busca del romanticismo del siglo pasado. Jimin tuvo que esperar una semana hasta que Suran decidiera recibirlo, y ahora se hallaba delante de una construcción grisácea y misteriosa, intentando contener su emoción . Aquel edificio encajaba con el modelo de su búsqueda, era exactamente en un lugar como aquel donde debían vivir las personas que frecuentaban la librería.

El lugar no tenia ascensor, subió las escaleras lentamente, para no llegar sofocado. Tocó el timbre de la única puerta del tercer piso.
Un perro ladró, desde adentro. Después de algún retraso, una mujer delgada, bien vestida y con un aire severo, salió a recibir al menor.

- Fui yo quien telefoneó -- dijo Jimin--.
Suran le hizo una señal para que entrase, y Jimin se encontró en una sala toda blanca, con obras de arte moderno en las paredes y en las mesas. Cortinas igualmente blancas ayudaban a filtrar la luz del sol, el ambiente estaba dividido en varios planos, distribuyendo con armonía los sofás, la mesa y la biblioteca repleta de libros.

Todo parecía decorado con muy buen gusto, y Jimin se acordó de ciertas revistas de arquitectura que acostumbraba a hojear en los quioscos.
''Debe haber costado muy caro'', fue el único pensamiento que se le ocurrió. Suran llevó al recién llegado hasta unos de los ambientes de la inmensa sala, donde había dos sillones de diseño italiano, hechos de cuero y acero. Entre ambos había una mesita baja, de vidrio.

- Eres muy joven -- dijo finalmente Suran --.
Jimin permaneció en silencio, esperando el próximo comentario, mientras intentaba imaginar qué hacia un ambiente tan moderno como aquél en un edificio tan antiguo. Su idea romántica de la búsqueda del conocimiento se había disipado nuevamente.

Mɪ ᴏᴛʀᴀ ᴍɪᴛᴀᴅ ☯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora