Mɪ ᴏᴛʀᴀ ᴍɪᴛᴀᴅ ☯

Cαριтυlσ 10

Jimin vio el Universo estrellado y percibió que era capaz de entrar en él, al mismo tiempo que escuchaba la voz de Suran. Ésta le pidió que viese, en medio del Universo, una gigantesca catedral. El menor vio una catedral gótica, con piedras oscuras, y que parecía formar parte del Universo a su alrededor, por más absurdo que aquello pudiera parecer.

-Camina hasta la catedral. Sube las escaleras. Entra. Jimin hizo lo que Suran  le mandaba. Subió las escaleras de la catedral, sintiendo los pies descalzos pisando en el suelo frío. En determinado momento tuvo la impresión de estar acompañado, y la voz de Suran parecía salir de una persona detrás de él. "Estoy imaginando cosas", pensó Jimin, y de repente se acordó de que era preciso creer en el puente entre lo visible y lo invisible. No podía tener miedo de decepcionarse, ni de fracasar.

Jimin estaba ahora delante de la puerta de la catedral. Era una puerta gigantesca, trabajada en metal, con dibujos de vidas de santos. Completamente distinta a la que había visto en su viaje con el tarot.  -Abre la puerta. Entra. Jimin sintió el metal frío en sus manos. A pesar del tamaño la puerta se abrió sin ningún esfuerzo. Entró en una inmensa iglesia.

-Repara en todo lo que estás viendo -dijo Suran. El menor notó que a pesar de estar oscuro afuera, entraba mucha luz por los inmensos vitrales de la catedral. Podía distinguir los bancos, los altares laterales, las columnatas adornadas y algunas velas encendidas. Todo, no obstante, parecía un poco abandonado, los bancos estaban cubiertos de polvo.- Camina hacia tu lado izquierdo. En algún lugar encontrarás otra puerta. Sólo que, esta vez, muy pequeña. Jimin caminó por la catedral. Sus pies descalzos pisaban el polvo del suelo, provocando una sensación desagradable. En algún lugar, una voz amiga la guiaba. Sabía que era Suran, pero sabía también que ya no tenía control sobre su imaginación. Estaba consciente y, no obstante, no conseguía desobedecer lo que ella le estaba pidiendo.

Encontró la puerta. -Entra. Existe una escalera de caracol que baja. El menor tuvo que agacharse para entrar. La escalera de caracol tenía antorchas sujetas a la pared, que iluminaban los escalones. El suelo estaba limpio, alguien había estado allí antes, para encender las antorchas.-Estás yendo al encuentro de tus vidas pasadas. En el sótano de esta catedral existe una biblioteca. Vamos hasta allá. Estoy esperando al final de la escalera de caracol. Jimin descendió durante un tiempo que no supo determinar. La bajada lo dejó un poco mareado. En cuanto llegó abajo encontró a Suran, con su manto. Ahora se hacía más fácil, estaba más protegido. Estaba dentro de su trance. Suran abrió otra puerta, que estaba al final de la escalera.

-Ahora voy a dejarte aquí solo. Me quedaré afuera, esperando. Escoge un libro y él te mostrará lo que necesitas saber. Jimin ni se dio cuenta de que Suran se quedaba atrás. El pasado estaba sucio y abandonado y ella sentía mucha pena por no haber leído antes todos aquellos libros. Quizá consiguiera traer de vuelta a su vida algunas lecciones importantes que ya había olvidado. Miró los libros que estaban en el estante. A Suran  le hubiese gustado leer todo de nuevo, pero no tenía mucho tiempo, y necesitaba confiar en su intuición. Podía volver cuando quisiera, ahora que había aprendido el camino. Se quedó algún tiempo sin saber qué decisión tomar. De repente, sin pensarlo mucho, escogió un libro y lo retiró y se lo dio al menor, este  se sentó en el suelo de la sala.

Jimin puso el libro en el regazo, pero tenía miedo. Tenía miedo de abrirlo y de que no pasara nada. Tenía miedo de no conseguir leer lo que estaba escrito. "Tengo que correr riesgos. No tengo que tener miedo de la derrota", pensó, al mismo tiempo que abría el libro. De repente, al mirar las páginas, se sintió mal. Estaba de nuevo mareado. "Me voy a desmayar", consiguió reflexionar, antes de que todo se oscureciese por completo. Se despertó con el agua goteando en su rostro. Había tenido un sueño muy extraño, y no sabía lo que aquello significaba, eran catedrales sueltas en el aire y bibliotecas llenas de libros.