Cαριтυlσ 15

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-Entonces, ¿por qué no sé rezar con el alma? -Porque te falta humildad para escucharla y saber lo que desea. Tú tienes vergüenza de escuchar los pedidos de tu alma. Y tienes miedo de llevar esos pedidos hasta Dios, porque piensas que él no tiene tiempo para preocuparse por esto. Estaba frente a una puesta de sol y al lado de un sabio. No obstante, siempre que en su vida acontecían momentos como éste, se quedaba con la impresión de que no merecía nada de aquello.


-Me encuentro indigno, sí. Creo que la búsqueda espiritual fue hecha para personas mejores que yo. -Esas personas, si es que existen, no necesitan buscar nada. Ellas ya son la propia manifestación del espíritu. La búsqueda fue hecha para gente como nosotros. "Como nosotros", había dicho. Y, sin embargo, estaba muchos pasos por delante del menor. -Dios está en las alturas, tanto en la Tradición del Sol como en la Tradición de la Luna -dijo Jimin, entendiendo que la Tradición era la misma, y diferente sólo la manera de enseñar -. Entonces, enséñame a rezar, por favor.


El Mago se volvió directamente hacia el sol y cerró los ojos. -Somos seres humanos y desconocemos nuestra grandeza, Señor. Danos la humildad de pedir lo que necesitamos, Señor, porque ningún deseo es vano y ningún pedido es fútil. Cada cual sabe con qué alimentar su alma, danos el valor de contemplar nuestros deseos venidos de la fuente de Tu Eterna Sabiduría. Sólo aceptando nuestros deseos es como podemos tener una idea de quiénes somos, Señor. Amén.


Después el Mago dijo: -Ahora es tu turno. -Señor, haz que entienda que todo lo que me sucede de bueno en la vida es porque lo merezco. Haz que entienda que lo que me mueve a buscar Tu verdad es la misma fuerza que movió a los santos, y que las dudas que yo tengo son las mismas dudas que los santos tuvieron, y que las debilidades que siento son las mismas debilidades que los santos sintieron. Haz que yo sea lo suficientemente humilde como para aceptar que no soy diferente de los otros, Señor. Amén.


Se quedaron en silencio, mirando la puesta de sol, hasta que el último rayo de aquel día abandonó las nubes. Sus almas rezaban, pedían cosas y daban gracias por estar juntas. Vamos hasta el bar de la aldea - dijo el Mago. Jimin se volvió a poner los zapatos y comenzaron a bajar. Una vez más se acordó del día en que había ido a la montaña a buscarlo. Se prometió a sí mismo que sólo volvería a contar esta historia una vez más en su vida, no necesitaba continuarconvenciéndose a sí mismo.


El Mago miró al menor bajando delante de él, procurando mostrarse familiar con el suelo húmedo y con las piedras, y tropezando a cada instante. Su corazón se alegró un poco, pero pronto volvió a ponerse en guardia. Era agradable que Jimin estuviese a su lado, pensó el Mago, mientras descendían la montaña. También él era un hombre igual a todos los hombres, con las mismas flaquezas, las mismas virtudes, y aún hoy, no estaba acostumbrado al papel de Maestro.


 Al principio, cuando personas venidas de varios lugares llegaban a aquel bosque en busca de sus enseñanzas, él hablaba de la Tradición del Sol y pedía a las personas que comprendiesen lo que estaba a su alrededor. Allí, Dios había guardado Su sabiduría y todos eran capaces de comprenderla a través de unas pocas prácticas, nada más. La manera de enseñar según la Tradición del Sol había sido ya descrita hace dos mil años.


No obstante, las personas parecían incapaces de entender lo que explicaba sobre la Tradición del Sol, y se quedaban decepcionadas porque era un hombre como todos los demás. Él decía que no, que él era un maestro, y todo lo que estaba haciendo era dar a cada uno los medios propios para adquirir Sabiduría. Pero ellos necesitaban mucho más,  necesitaban un guía. No entendían la Noche Oscura, no entendían que cualquier guía en la Noche Oscura iluminaría, consu linterna, apenas aquello que él mismo quisiese ver. Y si, por casualidad, esta linterna se apagase, las personas estarían perdidas, por no conocer el camino de regreso. Pero necesitan un guía. Y, para ser un buen Maestro, también tenía que aceptar las necesidades de los otros. 

Mɪ ᴏᴛʀᴀ ᴍɪᴛᴀᴅ ☯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora