Capítulo 24. Pâtisserie*

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"El problema de la atracción entre humanos es que nunca sabes si será correspondida" -Patch Cipriano (Hush hush)

-Veamos...- Carlos mordió el bolígrafo por quien sabe cuanta vez en el día, buscando más inspiración para terminar su ensayo.

Mientras tanto Jay gruñía a Chico, por que este le mordía la manga de la chaqueta para que jugara con él; finalmente se hartó -Carlos quítame a esta bestia peluda o le daré una patada- parecía que al can le valían un comino las quejas del mayor... el quería jugar. Jay le miro asesinamente.

Carlos rodo los ojos sin prestar atención a la situación -Cállate, me desconcentras... ¿Qué rima con reino?- divago entre sus pensamientos sin darse cuenta de que lo hacía en voz alta.

Jay alzo la ceja izquierda -¿Acaso estás haciendo una canción? Si es así, recuerda que aquí todo mundo canta espontáneamente- Recordó entonces todas esas bochornosas situaciones de pequeño en las que se ponía a achantar por cualquier cosa; la más ridícula de todas sus canciones fue la de "No hay más leche para el cereal". Así cuando atravesó por la adolescencia, opto por no volver a cantar en su vida -Es por eso que no hay muchos artistas musicales- frunció la nariz.

Carlos volvió a rodar los ojos -No tarado; Es un ensayo sobre Versalles- En teoría eso debía ser fácil para él, ¡Pero no lo era! Era más que complicado, hasta había inventado una palabra para describir su trabajo "Ridifilioso" La maldita palabra merecía estar en el diccionario.

-Dejame ver eso- Jay se levantó y le quito la laptop mientras este divagaba -"Versalles es un lugar maravilloso, con gente maravillosa y un príncipe heredero ejemplar y bien bello" Te falta agregar que es un pequeño idiota que aún no se casa- remarco con burla; Carlos resolló indignado dándole un golpe en el hombro

-¡Cierra la boca!- el pecoso inflo las mejillas

El árabe se sobo la cien antes de mirar al príncipe más joven -Carlos, hay nueve páginas de ti describiéndote y otras cuatro que hablan del jardín de tu palacio- Carlos entonces soltó un grito de frustración mientras se dejaba caer en la silla

-Esto es más difícil de lo que creía- Jay le dio esa mirada de "Eres un imbécil" que le hizo pensar que en realidad tenía razón -No es mi culpa no saber nada de eso- frunció los labios cruzándose de brazos

-¿Enserio? Hasta donde tengo entendido los herederos al trono tenemos como tarea estudiar a nuestros reinos para ver qué cambios positivos podemos hacer- Jay alzo una ceja -¿Que tu madre nunca te lo dijo?-

-No- gruño revolviéndose los rizos mientras miraba el trabajo en la laptop -Mi madre me mostro a ser un "buen marido"- hizo comillas con los dedos rodando los ojos, completamente hastiado de esa conversación -Siempre me hizo aprender cosas bobas; y creo que en ningún momento aprendí algo de Versalles- frunció la nariz

-Bueno en ese caso, prepárate para reprobar esa materia- Jay comenzó a reír sin cuidado; Carlos volvió a resoplar -Serás un desastre de rey- Jay no lo noto, pero su pequeña broma había herido a Carlos. El pecoso abrió la boca pero le fue imposible mencionar palabra alguna; fue entonces que indignado cerró la laptop y se dirigió al baño para ponerse un camisón y dormir. No volvieron a hablar acerca de eso, pero la cabeza de Carlos no dejaba de cuestionarse algo nuevo... ¿Realmente merecía la corona de Versalles?

Él era Carlos Valentine De Vil; y le iba a cerrar la maldita boca a Jay. Le mostraría que podía ser mejor de lo que creían los demás.

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Jay estaba abatido, sus músculos dolían a horrores y su respiración seguía entrecortada; Correr por la mañana era terriblemente agotador, pero valía bastante la pena si con eso lograba ver esos dos espectaculares momentos de la naturaleza.

The PrinceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora