Con todos sus defectos y pecados

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No sé. Simplemente no sé. No sé por qué toda fibra de mi cuerpo se siente electrificada. Antes, era algo supernormal quedar con Simón en su casa para estudiar juntos, pero hoy algo es diferente. Quizá por su mano en mi muslo. O la confesión ante Alejo que nos ha aliviado muchísimo. Pero Martín todavía no sabe de nuestra relación; esto también será algo difícil... Me obligo a olvidar este pensamiento por ahora. Tengo que calmarme.

Sigo el camino familiar hasta la puerta del edificio grande y toco el timbre.

"¿Hola?" resuena del interfono.

"Soy tu novio atractivo," rio como respuesta.

Oigo una risita de Simón y él abre la puerta. Subo las escaleras casi corriendo hacia el piso de Simón y él ya me espera en el umbral con una sonrisa grande pintada en la boca. Nunca lo he visto tan alegre por estudiar conmigo. Le abrazo fuertemente y pregunto susurrando, "¿Alguien está acá?"

Puedo sentir como Monchi sonríe en mi cuello, "Sólo Alicia y ella está en la cocina, dibujando algo."

"Entonces..." Sin pesar dos veces, uno mis labios con los de Simón y paso mis manos por su cintura, empujándole más hacia mí. Simplemente disfruto este momento. Lo he deseado por tanto tiempo, que ahora aún no puedo creer que de verdad esté besando a Simón.

Monchi detiene el beso y toma mi mano, dirigiéndome a su habitación. La conozco desde pequeño y pude ver como cambió por el paso de los años, pero siempre me había encantado. Su cama está al lado de una ventana con las cortinas recorridas que ofrece una vista al parque chiquito con árboles bonitos en el que hay un columpio y un arenero para los niños. El escritorio de Simón se encuentra a lado de un estante lleno de libros y discos. La pared al lado de la puerta también está cubierta de libros y chucherías en una estantería. Donde las paredes todavía están blancas, hay posters de unas bandas que a Simón le gustan mucho, muchas de aquellas son de heavy metal. Con una sonrisa me acuerdo de esta época de metal; Simón con cabello largo y estas camisetas oscuras con criaturas groseras que siempre me asustaban. Pero nunca he dejado de admirarle por su inteligencia, responsabilidad y rareza perfecta, que le hace tan interesante. Por aquella inteligencia se estableció un ritual que yo estudiara con él antes de un examen de matemáticas. Paso mi mirada sobre su cama otra vez y de repente siento el fuerte deseo de dormir en este colchón. Junto a Simón. Quizá desnudo.

"Bueno, lo que vendrá en el examen es principalmente fácil, sólo creo que el tema de la trigonometría es un poco... pues... complicado." Simón interrumpe mis pensamientos. Empuja una silla a la mesa y se sienta en la suya. Abre el libro de texto de matemáticas y coge un lápiz, abriendo un cuaderno limpio simultáneamente. Simplemente amo a este chico; con todo mi ser. Hago un paso hacia detrás de Monchi y acaricio su cabello tupido lentamente, de vez en cuando besándole en la nuca.

"Villa..." suspira Simón, tomando mi mano. Se voltea y me pasa sus manos por la cintura, abrazando mi vientre y así provocándome una piel de gallina. Siento mariposas en mi estómago y no tengo ningunas ganas de estudiar ahora. Súbitamente, Simón me deja y se gira otra vez.

"¿Y qué es con que tú tienes problemas?" me pregunta.

Un poquito decepcionado me siento a su lado e intento concentrarme en las ecuaciones en frente de mí, escuchando la voz hermosa de Simón, que me alegra un poco. Cuando él me explica algo, lo entiendo mucho mejor que en clase, no sé por qué. Me encanta como empuja sus lentes cuando han deslizado un poco hacia abajo en su nariz por haber estado mirando al cuaderno por tanto tiempo. También amo la manera en la que habla y formula sus frases para hacerlos más entendibles para mí.

"¿Y cómo se hace esto?" le pregunto cuando veo un ejercicio que me parece difícil.

"Déjame ver..." dice y se fija en el ejercicio. "Pues, estoy seguro de que en clase lo hicimos así..." Me enseña cómo resolverlo y compara su respuesta con la que se dice en el libro, pero no corresponden. "Hm... esto no puede ser..."

"Oye, Simón, creo que la profesora lo hizo diferentemente."

"No, no puede ser. Estoy seguro de que la manera que usé es correcta."

Vuelvo a ver la pregunta y lo que ha escrito Simón como respuesta y me doy cuenta de que de verdad su trabajo es incorrecto. "Simón, no creo que sea correc–"

"No, créeme, Villa, hay un error en el libro entonces."

Esto sólo puede hacer Simón. Es tan terco; nunca admitiría que haya cometido un error en un tema en el que normalmente sobresale. No obstante, tengo que confesar que me gusta; me parece tierno cuando actúa así, no sé por qué.

"Simón, eres cabezón, pero te amo igualmente." Paso mis manos por sus mejillas y le jalo en un beso dulce y largo. Simultáneamente, intento escribir la manera correcta en el cuaderno con los ojos cerrados. Al separar sin aliento, Simón mira lo que he escrito y una sonrisa aparece en su boca por unos segundos.

"Villa... lo siento," dice y toma mi mano. "Entonces ya no necesitas mi ayuda en matemáticas, puedes irte si quieres..."

"¡No! Ehm, quiero decir que no es necesario irme..."

Monchi ríe y de repente se mueve más cerca y empieza a hacerme cosquillas. Casi me muero de la risa, sacudiéndome de un lado a otro rápidamente sin poder controlarlo. Aunque yo ría fuertemente, Simón no para, provocándome gritar y reír al mismo tiempo.

"¡Para, Simón! ¡Para!" logro gritar entre risas, pero no lo hace. Me caigo al piso de la silla y Simón me sigue, siguiendo con su tortura divertida. Cuando está justo encima de mí, se detiene con sus manos en mi cintura y con una expresión seria en su rostro lindo. Me quedo inmóvil. Siento un fuego quemándome desde adentro, haciendo que mis mejillas se sonrojen y causando que mi cuerpo tiemble un poco. Sólo puedo pensar en una cosa: va a pasar. Por fin va a pasar.

Simón se acerca a mí y contengo mi respiración. Lentamente cierro mis ojos e intento olvidar de todo, sólo dejando mi pasión llevar. El aire en el dormitorio me parece caluroso y tenso por la calidez de nuestros cuerpos. Está tan cerca que mis labios rozan las suyas suavemente. De repente, Simón se separa de mí y se sienta en la silla con la rapidez de un relámpago. En el siguiente momento, escucho como alguien abre la puerta y la cara guapa de Martín aparece en el umbral.

"¡Llegué! ¿Sabes dónde está el cargador de mi celular, Monchi?" Se da cuenta de que yo estoy acá también y me saluda, "Hola, Villa, ¿todo bien? ¿Por qué estás tumbado en el suelo?"

"Ehm... me caí de la silla como protesta contra las matemáticas," sonrío, haciendo un esfuerzo grande para aparecer casual.

"Puedo prestarte el mío si me lo devuelves a tiempo," responde Simón, buscando su cargador en su mesita de noche. Se lo da a Martín y aquel se despide, cerrando la puerta otra vez.

"¿Lo escuchaste antes?" pregunto.

"Sí, no quería arriesgar que él nos preguntara sobre... nuestra relación..." Echa un suspiro. "Tengo miedo."

Me pongo de pie y escondo mi cara en su cuello, respirando el aroma de su piel. Muevo mis manos sobre su pecho y le doy un abrazo fuerte. Lo amo tanto, hasta su terquedad.

Lo quiero.

Con todos sus defectos y pecados.

Si Tú Te VasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora