No habrá pretextos, de espacio ni tiempo

1K 114 43
                                    

Para mi cumpleaños este año recibí el mejor regalo de toda mi vida, gracias a Simón. Por eso quiero regalarle algo tremendo también. Hoy es el 24 de octubre y son las ocho de la noche cuando estoy parado en frente del edificio que contiene el piso de Simón. Tengo una página arrancada en el bolsillo de mi chaqueta y creo que es suficiente revelar que llevo calzoncillos que me parecen bastante atractivos. Normalmente, no me importa mucho lo que llevo, pero esta tarde dediqué una hora a probarme todos mis bóxers, suéteres y pantalones para que tenga un buen aspecto.

"¿Qué tal, Villaco?" me saluda Martín cuando me abre la puerta.

"Hola, Marto." Le doy un abrazo. "¿El cumpleañero está en el salón?"

"Sí," contesta y andamos hacia el salón. "Déjame decirte que ustedes están locos por salir hoy, ¡es miércoles! Nadie de ustedes se va a poder levantar mañana," se burla con una risita típica de Martín.

"No tengo que levantarme," responde su hermano. "Tengo dieciocho años, teoréticamente no tengo que ir a la escuela porque soy adulto." Isaza y Alejandro se echan a reír y envuelvo mi novio con mis brazos.

"Feliz cumpleaños, Monchi," le felicito y le doy un besito en la mejilla. Sonríe, recorriendo mi cuerpo con sus ojos.

"Te ves muy bien," susurra con una sonrisa aún más grande en su boca. Antes de que pueda agradecerle, un grito suena desde el sofá.

"¡Oye, Villa! ¿Dónde está tu regalo?" me pregunta Isaza chistosamente. Le miro un poco nervioso antes de contestar.

"Pues... se lo doy más tarde." Unos segundos después me doy cuenta de cómo suena mi respuesta. Quiero expresarlo de otra manera, pero Isaza se me adelanta.

"¡Ajá! Villamil te lo da más tarde si sabes a lo que me refiero, Simón..." Con un guiño del ojo, Isaza ríe otra vez.

"¡Isa!" grito entre risa. "¡No es asunto tuyo lo que hacemos después de la fiesta!"

"¿...en la cama?" Su risa contagiosa llena cada rincón de la habitación.

"Yo me voy," murmura Martín antes de salir del salón con una expresión aterrorizada en su rostro. Alejandro es el primero en calmarse.

"Chicos, salgamos para coger el autobús. Llega en..." Mira su reloj de pulsera. "...cinco minutos."

"Sí, claro. Voy a coger mi chaqueta," declara Isaza y camina hacia el pasillo. Alejo le sigue y Simón quiere hacer lo mismo, pero sujeto su brazo.

"¿Nos vemos después de la fiesta?" le pregunto. "Si quieres dormir solo porque habrás bebido, lo entiendo, pero quiero entregarte tu regalo, y sólo puedo hacerlo si estamos solos, porque es para ti y nadie más porque–"

El tacto de sus labios suaves me impide decir una sola palabra más. Estoy tan adicto a ellos, que abro mi boca un poquito, permitiéndole entrar para saborear su aroma, su sabor increíble.

"Me da mucha pena, pero tenemos que ir," suena la voz divertida de Isaza. "Salven los besos para más tarde, tortolitos." Nos separamos rápidamente y acompañamos nuestros amigos en el pasillo. Simón se pone su chaqueta, mirándome con una sonrisa, y se acerca a mi oreja. Mi piel reacciona de inmediato.

"Por supuesto que nos vemos después de la fiesta," susurra seductoramente. "Si hablas tantas tonterías, tengo que pararte con un beso, así es."

"Okay," digo sonriendo y dejo un suave beso en su cuello. "Entonces, te acompañaré a tu piso. Y no habrá pretextos."

Con una sonrisa ancha en su boca me contesta, "De espacio ni tiempo."

Si Tú Te VasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora