Y siento que esta vez es él correcto

1.5K 146 35
                                    

Después de unos minutos, Simón se dio cuenta de que tenía que irse. Yo no quería que se fuera, y él tampoco. Sin embargo, Alicia tenía una cita con el dentista y su madre le obligó a Simón a acompañarla allí para que ella no fuese sola. Simón es un hermano increíble; admiro esta virtud suya desde hace mucho tiempo. Él es el mayor de sus hermanos y siempre lograba cuidarles a Martín y a Alicia sin olvidarse de sus amigos. También me cuidaba a mí a veces, cuando necesitaba su ayuda. Simplemente amo su carácter único: una mezcla de hermosura, responsabilidad y rareza.

Estaba acordándome de ayer, tumbado en mi cama, sintiendo miles de mariposas en el estómago cuando, de repente, mi móvil suena, indicando que he recibido un mensaje. Lo miro y veo que es de Simón. Una sonrisa se me escapa.

Hola ❤️

¿Te apetece quedar conmigo?

Sin pensar, escribo una respuesta.

Claro que sí, ¿dónde? 😘

Simón no tarda en escribirme.

¿El centro comercial? ☺️

Bien. No lo puedo esperar... 😘❤️

Inmediatamente, salto de mi cama y bajo las escaleras hacia el portal casi cayéndome al piso. Me pongo mis botas y mi chaqueta, abro la puerta y salgo de la casa. El clima no es tan bueno, pero cuando miro hacia arriba, puedo ver un cielo de un azul celeste. Hace un poquito de viento y el sol brilla en mi cabeza. No puedo evitar sonreír cuando camino en la acera con las manos en los bolsillos de mi chaqueta. Después de casi veinte minutos, llego a la entrada principal del centro comercial, pero no me siento ni un poco agotado.

Simón. Lo veo cuando se apoya en la balaustrada de una escalera al lado de la puerta y se peina el cabello con su mano, mirando alrededor de sí mismo, con una expresión preocupada en su rostro bellísimo. Mi sonrisa se intensifica aún más cuando lo veo. Puedo ver que lleva su chaqueta vaquera típica con piel de cordero adentro y los mechones en su nuca rozan su cuello ligeramente cuando gira su cabeza en diferentes direcciones. Su cabello es probablemente lo más hermoso y al mismo tiempo misterioso que he visto en mi vida. Es de un negro azabache y sus rizos oscuros parecen suaves y blanditos, formando una colaboración de mechones tupidos que podría tocar eternamente.

Me doy cuenta de que me he detenido y que he estado en el mismo lugar por casi cinco minutos, sólo mirando y admirando mi Monchi. Sí, mi Monchi. Simplemente no lo puedo creer que ese chico magnífico es mi novio, que le besaba a él, que él me quiere a mí también. Justo cuando lo pienso, Simón me nota en la multitud de gente y sonríe en esa manera encantadora como sólo él lo puede hacer. Corro hacia él y le abrazo fuertemente, respirando su olor típico y escondiendo mi nariz en su cabello hermoso. Simón cubre mi cuello con muchos besitos dulces, provocando una risita mía. "¡Páralo, Monchi!" digo entre risas. "La gente va a mirarnos..."

"No me importa, Villito," responde Simón y une nuestros labios en un beso dulce. Intensifica el beso rápidamente y coloca su mano en mi nuca, apretándome más a él. Él tiene razón. No me debería importar nada lo que la gente piense sobre nuestra relación. Tengo que aceptar que soy gay y los demás tienen que aceptarlo también. Esta vez soy yo quien pasa mi lengua sobre sus labios hasta que me deje entrar para saborear su lengua. Después de unos segundos, susurro en su oreja, "Vámonos adentro, tengo hambre."

Simón me sonríe y toma mi mano, guiándome hacia la entrada. "Como siempre. ¿Cómo puede ser que tú eres tan flaquito y comes tanto?"

"Simón, no tengo ninguna idea," le contesto sonriendo.

Entramos al centro comercial y directamente me dirijo al puesto de zumos de fruta. Compro uno de naranja, fresa y piña que me parecía muy rico. Llevo el vaso con un patillo rosado en mi mano y bebo de vez en cuando, caminando al lado de Simón. Luego encontramos una bizcochería donde me compro una torta negra pequeña que tomo en una servilleta en mi mano. Simón se compra una magdalena de sabor vainilla.

"¿Quieres sentarte mientras comemos?" me pregunta y camina hasta unas sillas ubicándose alrededor de un árbol grande en la mitad del centro comercial, sobresaliendo tres pisos. Simón se sienta en una silla y empieza a comer. Tiro mi vaso vacío a la basura y le sigo. No puedo divisar otra silla vacía, así que me quedo de pie al lado de él.

"¿Quieres quedarte así y comer esa torta sin una mesa?" me pregunta Simón. Después de unos segundos añade con indecisión, "Puedes sentarte en mi regazo si quieres..."

Muerdo mi labio inferior y siento como una calidez agradable se difunde en mi cuerpo. La siento llegar hasta mis mejillas y miro a Simón tímidamente. No puedo impedir fijarme en sus muslos gráciles que me parecen los más perfectos del mundo. Los vaqueros que lleva son suaves y envuelven sus piernas delgadas y simétricas. Me gustaría tocarlas, pero sé cuán raro parecería acá en pleno público. Así que acepto su propuesto y me siento en su regazo cómodo, intentando percibir todo lo que puedo. De repente, Simón me rodea con sus brazos, jalándome más cerca a su cuerpo caliente. Sin hablar, coloca su barbilla en mi hombro y acaricia mi nuca con sus dedos. Este tacto suave de Simón en mi piel provoca sentimientos en mí que nunca he sentido. Dejo de comer mi tarta y la coloco en la mesa, cerrando mis ojos. Me reclino en sus brazos y apoyo mi cabeza en su hombro otra vez, olfateando su aroma único. Lentamente, Simón estrecha su mano hasta tocar mi muslo. Deja su mano allí, sin moverla. Puedo oír su corazón latiendo rápidamente. Quizá tenga miedo como yo. Yo temo hacer más que besarle. No sé cómo reaccionaría si yo quisiera amarle más. Ni siquiera sé si yo podría atrevérmelo. Veo su mano delicado en mi muslo, con las uñas limpias y bien cuidadas. Me acuerdo del tacto de aquellas cuando las toqué ayer y me entero que su tacto es tierno y sensible. Me gustaría sentirlo en mi piel desnuda en lugar de mis pantalones marrones.

No puedo soportar el tacto de su mano y sus muslos ni un minuto más. Sin pensar dos veces, dejo un beso en la mejilla de Monchi y me pongo de pie. Como mi tarta en un bocado y estrecho mi mano hacia Simón.

"Venga, vente conmigo. Vamos a ir de compras."

Coge mi mano y camina a mi lado, manteniéndola en la suya.

El centro comercial es grandísimo y tiene cuatro pisos. Las tiendas se distribuyeron dependiente del tipo: los restaurantes y las tiendas gastronómicas se puede encontrar en la planta baja. Juntos subimos la escalera mecánica hasta siguiente piso donde hay las tiendas de ropa.

"Ah, Simón, casi lo olvidé. Ya sabes que la próxima semana habrá el musical en el colegio en el que tocamos en la banda escolar y tal. Tenemos que vestirnos formales, pero no tengo una corbata para llevar... ¿Me ayudas en encontrar una?"

"Sí, claro," sonríe.

Entramos a una tienda y miro como Simón busca una corbata para mí, concentrado. Lo observo desde donde estoy y sólo puedo pensar en una cosa: su cabello, sus labios, sus muslos, sus manos y su personalidad me estar seguro. Estoy enamorado de pies a cabeza.

Y siento que esta vez es él correcto.

Si Tú Te VasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora