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—¡Arriba, flojas! ¡Es tarde!— Lesslie cierra los ojos con fuerza al escuchar la molesta voz de Rafael, maldita sea, ya había llegado. Mira el reloj de pared, 1:00 PM, era muy tarde.

—Joder, Rafael— La ronca voz de Karen entra en escena. Rafael rueda los ojos y toma una de las varias almohadas que Lesslie tenía perfectamente ordenadas en su habitación. La avienta y esta cae directo en la cara de la morena. Como si fuera magia, una Karen molesta se levanta con rapidez y se dirige a su hermano, con ojos inyectados en furia.

—¡Deja de molestar, mierda!— Lesslie rueda los ojos, esa niña y su vocabulario.

—No todos tuvimos una buena cogida anoche, idiota— Vuelve a hablar Karen, y Rafael comienza a carcajearse por el humor agrio de su hermana.

«Estúpido Rafael»

[...]

—Hola, mamá—. Saluda la pelimorada con un hilo de voz. Verónica alza su rostro al escuchar la voz de la mayor de sus hijas, y sonríe al ver los cabellos que Karen llevaba en esos momentos; cada uno llendo a un rumbo diferente.

—Buenos días Ana, ¿Dormiste bien?— «Claro mamá, dormí con Lesslie, ¿Qué esperabas?» una risita sale desprevenida de los labios de Ana al imaginarse decir eso.

—Dormí bien, gracias.

Justo cuando Verónica deja caer el plato de desayuno de la morena, la presencia de Lesslie y Rafael se hacen presentes. El de  pelo azul dirige su mirada a sus dos hermanas menores.

—Alístense, niñas. Hoy hay fiesta.

[...]

Carros lujosos. Vestidos entallados. Sonrisas blancas. Olor a alcohol y drogas. Música a todo volumen. Sí, eso eran las grandes fiestas que los Rulés daban.

Desde la puerta Jorge ve bajar a la menor de las polinesias; su niña, su pequeña, su todo. Lesslie al instante lo ve parado en el marco de la puerta, con una mano en su cadera y su típica sonrisa ladina. El aura de la menor se ilumina, y corre a los brazos de su mejor amigo.

—¡Jorge!—. A pesar de la música resonando por todo el lugar, nada puede opacar la chillona voz de Lesslie. El ruloso sonríe y esconde su nariz en el cuello de la pelirosa, joder, ese aroma.

Rafael baja de la camioneta brindada. Viste sus típicos jeans entallados y su sudadera con colores llamativos. Una castaña corre a sus brazos y él la recibe, era Caeli.

Al último de los tres Polinesios, se abre la puerta de atrás. Todos prestan atención y las miradas están puestas en la chica que está por descender de esa camioneta. Largas piernas dejadas al descubierto gracias al vestido son dejadas a la vista. Todos sonríen, ansiosos por ver a Ana Karen. Sale del asiento, y por fin todos pueden apreciarla.

Cabellos morados, cuerpo alto, vestido entallado a la perfección, piel morena... Dios, el tiempo había cambiado a la chica.

—¡Karen!—. La primera en gritar es Daiana, los ojos de Ana se abren con emoción al ver a la mejor de sus amigas. Ahí estaba, no era un sueño ni era algo irreal.

—¡Dai!— Lágrimas de emoción pura salen de los orbes de la pelimorada mientras se aferra con fuerza al cuello de la chica. Daiana también suelta unas cuantas lágrimas de felicidad, cuatro años, cuatros jodidos años.

—Te extrañé como el infierno, mierda— Suelta Daiana en el oído de la chica. Karen sonríe entre el abrazo, dejando ver su hilera de dientes blancos. Cómo amaba a esa niña.

Se separan, y todos los presentes observan la amorosa escena de las dos chicas. No era un secreto que a Daiana había gustado de  Karen desde conocerse, y tal vez la pelimorada por fin correspondiera a los sentimientos de Daiana.

[...]

—Que jodido aburrimiento— Suspira con pesadez la pelirosa por milésima vez en la noche. Cada persona estaba en su mundo, y Jorge ya no estaba. Era con el único que podía platicar.

Rafael no había dado señales de vida en treinta largos minutos, pero Lesslie sabía que estaba bien por su mensaje de "Estoy bien, no molesten".

Karen era el centro de atención en aquella fiesta. Todos estaban fascinados de ver a la graciosa Polinesia después de largos años. Y la pelimorada no se dignaba a venir y acercarse.

—Shape of you...— Taratea la canción mirando su móvil aburrida. Aburrición. Y más aburrición.

—¿Qué haces, pequeña Lesslie?— Joder. Esa voz. Voltea lentamente sintiendo su cuerpo erizarse ante los nervios. Tenía tiempo que no hablaba con su hermana desde aquel beso ocurrido. El irreconocible aroma de Karen se puede apreciar en el aire, y dios, está volviendo loca a la menor.

—Al fin te dignas, Ana—. Responde la menor. Ana suelta un jadeo retenido ante la resistencia que Lesslie estaba poniendo. Estaba tan caliente, y esa niña le prendía aún más con su carácter posesivo.

—¿Para qué me querías, Yadid?— La mano de la morena se cuela por el cuello de la chica. Las luces estaban apagadas y gracias al cielo nadie estaba observando. La música retumbaba por las paredes de aquel salón y eso lo hacía malditamente excitante.

Yadid jadea. Alza su cabeza permitiendo a Karen una mejor visión de sus marcados pechos y su pálida piel.

—¿Segura, pequeña Lesslie?— Su voz está ronca. Mierda. Siente sus bragas empaparse ante sólo escucharla.

Yadid se levanta, y coge de la mano a Karen, ambas sonríen, y entran a los cubículos.

Karen entra a uno de los baños, y cierra la puerta con seguro.

—Ahora sí, pequeña Lesslie...

...

Volví, volví, volví. Pero en en verdad, saben que lo amo. Por cierto, si me siguen en IG sabrán que les dejé un vídeo acerca de esta fic, vayan a verlo UwU.

Les quiere,

-A.

They don't know about us; [Lessren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora