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—¡Es tarde, mamá! ¡Apresúrate!— Eleva su voz para que llegue hasta el piso de arriba. Suelta un suspiro de desesperación al ver que su madre no bajaba. Inhala hondo, debía calmarse. Segundos después, el sonido de las zancadas de la pelinegra mujer hacen eco en todo el hogar de los Velázquez. En su mano lleva un abrigo y viene bajando con prisa,  a la vez colocándose sus anteojos.

Lesslie se apresura igualmente. Avanza con impaciencia y se acerca a la barra, de allí toma su bolso y las llaves. Una vez hecho, sale disparada hacia afuera. Verónica viene detrás, igual siguiéndole.

—¿Te mandó mensaje Karen?— Pregunta una vez que ambas se montan en el auto. Lesslie sonríe emocionada, asintiendo frenéticamente.

La mayor de las hijas Velázquez llegaba de Inglaterra aquel día. Cuatro años habían pasado desde que Lesslie no veía a su hermana, a su alma gemela, a su confidente, a su todo. Cuando la morena cursaba los primeros años de Universidad, una oportunidad única llegó a ella. Hubo un intercambio entre varios países, México con Inglaterra específicamente, y la invitación llegó a oídos de Karen por sus perfectas calificaciones. Y en ese momento ella supo que debía partir, luchar por sus sueños hasta cumplirlos.

Fue entonces cuando la noticia se supo, y Lesslie sentía cómo todo su mundo se venía abajo. Lloró por días cuando vió a Karen preparar sus maletas, lloró cuando vió que se despedía de sus tíos, primos, y parientes.

Pero lo peor fué cuando la vió con su mochila bajo sus hombros y una maleta sostenida por su brazo izquierdo, con sus pies en el marco de la puerta, lista para irse. Allí fue donde lloró como nunca lo había hecho, donde sentía cómo su mundo se iba...

Lesslie aún recordaba los días enteros en su habitación, con un bote de helado de mentas con chocolate y vainilla, una sábana cubriendo hasta sus párpados y su ordenador en el cual pasaba los días enteros viendo comedias románticas.

Pero lo había superado. Y ahí estaba ella, cuatro años después, en un auto con su madre a la derecha de ella, ansiosa e impaciente por ver a su hermana mayor.

—Rafael nos alcanzará allá, junto con papá— Dice la chica, sin despegar su mira del trayecto en la carretera.

El semáforo marca verde y deja caer todo el peso de su pie en el pedal, este avanza acelerando al instante.

Sonríe al ver la gran variedad de taxis amarillos, gente por doquier y el gran letrero con letras mayúsculas y descaradas: "Aeropuerto".

Sonríe, habían llegado por fin.

[...]

Jala su maleta con fuerza después de haberla recibido con el oficial. Avanza hacia la puerta de salida a la vez que se coloca su mochila en su brazo derecho.

Empuja y el viento abrazador le recibe. La época de otoño comenzaba en la Ciudad de México y con ello venían los fuertes vientos, lluvias y bajas temperaturas.

Unos mechones morados se colan rebeldemente por las esquinillas del pequeño beanie de felpa. Sonríe como idiota al recordar el origen de ese gorro viejo y hasta un tanto desgastado.

Lesslie se lo había dado minutos antes de que la morena partiera a Inglaterra,

"Así podrás sentir que estoy contigo aunque miles de kilómetros nos separen. Porque yo siempre he formado parte de ti, Karen. Y tú formas parte de mí".

Y así fue como ese simple pedazo de tela se había convertido en una prenda con muchísimo valor sentimental, eso valía más que cualquier grande cantidad de dinero.

They don't know about us; [Lessren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora