CAPITULO 1

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{Narra Cecilia}

Subí al último vagón, y caminé hasta uno de los asientos del final. Luego de unos minutos, el tren arrancó. Había muchísimas personas. De pronto ví a una mujer con una gran barriga de embarazada, entre la gente.

Cargaba un bolso grande en su brazo izquierdo, y en el derecho a un pequeño y hermoso bebé. Su rostro se veía agotado y nadie cedía su asiento. La busqué con la mirada. Cuando por fin me vió, le hice señas de que se acercará, me paré y le dí mi asiento. Ella me sonrió en gesto de agradecimiento, y se sentó.

Caminé hacia una punta del tren intentando no caerme, y me sostuve por inercia de mis pies. Decidida a no moverme, me acomodé contra un extremo, contemplando la vista por la ventana. Luego de un rato, el tren paró, bajaron y subieron personas. Básicamente quedó igual de lleno de antes.

Sentía movimiento a mis espaldas, y cuando el tren arrancó, con un leve vistazo noté que había un chico detrás mío. Era guapo. ¿Mencioné que soy mala con respecto a los chicos? Mis dos únicas relaciones habían sido un gran, graaaaaaan terrible fracaso. Y desde ahí en más me ponía nerviosa cuando un hombre me parecía atractivo.

Tomé mi mp4 y me puse los auriculares. Lo que más quería era viajar tranquila. Pero no podía, ya que la tibia respiración del chico a mis espaldas me ponía la piel de gallina.

Luego de un instante, subí la mirada y me encontré con una señora que me miraba fijamente. Me pregunté porqué sería, pero decidí ignorarla.

Caí en la cuenta, al segundo posterior. Sentía un gran bulto pegado contra mi trasero, había tanta gente y estábamos demasiado apretados. El chico estaba literalmente pegando su miembro contra mí.

Con los nervios del momento y por pura estupidez retrocedí, pero me arrepentí y me maldije, porque eso solo causo que me pegará más contra él. ¡Demonios!

Me sonrojé completamente y bajé la mirada, para intentar avanzar lo más posible, pero el margen que había entre las personas era casi inexistente y no pude moverme más de cinco centímetros.

Ya no sentía a ese "bulto", y eso me dejó tranquila.

Media hora después, y casi solté una risa histérica al notar, que el chico estaba pegado contra mí de nuevo. Me dí vuelta y lo miré. Tenía una sonrisa pícara en la cara, y era increíblemente sexy. Grandes ojos verdes, labios sensuales, y facciones perfectas. Su pelo castaño era alborotado con rizos. Podía notar unos grandes viceps debajo de su sueter negro. Tendría unos veinte años.

Pero su exquisita belleza no detuvo mi enojo.

-¿Qué diablos haces?- dije en un tono neutro enarcando una ceja.

El me miró, y su sonrisa se pronunció más.

-No es una pregunta retórica- agregué furiosa.

-Tranquila, bombón- apreté la mandíbula al escuchar su voz. Grave y seductora.

-¿Acaso te crees que soy una perra?- fruncí el ceño.

Me miró de arriba abajo y enarcó una ceja también.

Lo único que causaban mis palabras, era ridiculez, y a mí misma.

-Si mal no recuerdo, hace media hora eras tú la que estaba plácidamente acomodada sobre mí- susurró en mi oído con esa maldita mirada de pervertido y mordió su labio.

-No vale la pena discutir con un idiota, adiós- me alejé de él, pasando entre la apretada multitud de gente, y me situé al otro extremo del lugar en el que estaba con anterioridad.

Fingí que no había ocurrido nada. Pero el chico era increíblemente lindo y me dejó embobada, con enojo, pero embobada.. ¿Cómo es que nunca había conocido a alguien con semejante atractivo? y peor.. ¿porqué todos los hombres atractivos eran unos patanes?

Llegamos a la estación, y la gran mayoría de la gente bajó. Muchos asientos quedaron vacíos. Todavía faltaban unas tres estaciones para llegar a Holmes Chapel.

Era de noche, y las luces del tren eran opacas. Me senté nuevamente en uno de los asientos del final, y me puse los auriculares de nuevo. Sonaba a bajo volumen "Stereo hearts", mi canción favorita.

Cerré los ojos un momento, y al abrirlos me encontré con una clase de grata- ingrata sorpresa.

¿Quien te crees que eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora