Capitulo 15

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Me dí un gran banquete táctil, mientras enjabonaba su cuerpo. Pero no iba a ir más allá de caricias. Me costaba admitirlo, pero el paquete de Harry me había dejado casi inmovil. 

-¿Te duele?- preguntó él mientras salíamos de la ducha y me envolvía con una toalla.

-No- mentí descaradamente.

-Lo siento, te lo advertí -dijo apenado pero a la vez riendo. 

Se acercó y me estampó un beso sobre los labios. 

"¿Qué sucederá ahora?" era la incógnita que más retumbaba sobre mi conciencia.

No quería pensar, no quería preocuparme, no quería nada más que disfrutar el momento. 

Estaba exhausta y apenas salí del baño, corrí hacia la cama, aun envuelta en la toalla.

{Narra Harry}

¿Cómo explicarlo? Cecilia me había dado la mejor noche de mi vida. Esa hermosa chica, con personalidad fuerte y afilada, con piernas de infarto, y ojos hipnóticos estaba sobre mi cama. Mi gran ego estaba saciado "la haz dejado agotada". Sonreí al verla dormirse. Qué bonita era. Me acerqué lentamente aun enfundado en la toalla, y me recosté a su lado. 

-Ceci- susurré mientras tocaba su hombro- déjame que te quite esto- le quité la toalla y la arrojé al piso junto a la mía. Luego hice lo que siempre quise hacer con una chica. Acurrucarme. Sonaría algo estúpido viniendo de un casanova como yo, pero en mi interior albergaba algunos deseos lejanos al ámbito sexual. Algún día me gustaría salir con mi chica a pasear, luego de muchos años juntos, casarnos y formar una familia. Típico. Y aunque mis amigos creían que yo siempre sería el soltero galán que liga con todas, yo sabía que algún día mi destino cambiaría. Pero... ¿Cecilia... sería la chica indicada? No podía negar que sentía algo por ella, pero me asustaba alejarme de mi vida de mujeriego, para dedicarme a una sola mujer. Quería descubrir si además de aparentarlo, ella lo valía. No quería decepcionarme, no quería corazones rotos ni desesperanzas. No involucraría sentimientos hasta que me diera cuenta que ella era la mujer con la que me gustaría estar. Por ahora sólo disfrutaba del momento.

La abracé por la cintura, y nos cubrí con las sábanas. Ella se pegó al instante contra mí, y apretó mi mano con la suya sobre su vientre. Olía exquisito. 

El sueño fue apoderándose de mí, hasta que quedé completamente dormido. 

¿Quien te crees que eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora