Comentarios iniciales:
Hola, ¿qué tal todos? Bien, no estaba muy entusiasmado de publicar mis historias aquí (en parte por la baja recepción de las que tengo publicadas), pero en vista de que por segunda vez me encuentro que alguien sube esta historia mía sin mi consentimiento, decidí que es mejor que lo haga al menos para que si a alguien se le llega a ocurrir sepa que el verdadero escritor está en el sitio y se lo piensen dos veces. Eso fue un golpe bajo; este fue mi primer fic de Zelda y uno de los más queridos entre mis conocidos. Lo que hizo dicha persona no tiene nombre, tratar de pasarla por original cambiando palabritas aquí y allá para eliminar las referencias a Zelda (que ni eso lo hizo bien, en una parte hasta el nombre de la propia Zelda se le escapó). Por fortuna ya fue reportado el plagio y borrado del sitio, pero si vuelve a ocurrir, créanme, no les gustará.
En fin, terminado eso, iré actualizándola cada tanto, y aprovecho de corregir algún que otro errorcito que se me haya ido de la versión original. Les diría que apreciaría mucho si comentaran en mi trabajo, pero ya que pocas veces da resultado, me lo voy a ahorrar. De todos modos gracias a quienes se tomen la molestia de leer al menos.
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Castillo de Hyrule.
La Reina Selena había sido una monarca ejemplar. Luego de la muerte de su esposo, tomó muy seriamente sus responsabilidades con el reino de Hyrule, siempre buscando el bienestar de todos por igual. Era una mujer con mucho carácter, pero también de buen corazón, y todo el reino la admiraba y respetaba por eso. Bajo su liderazgo, el pueblo prosperó y fue muy feliz.
Pero un buen día, la noble reina contrajo una enfermedad terminal. A pesar de ser una mujer fuerte, y que fue atendida por los mejores médicos, su salud fue consumiéndose día tras día. Eventualmente, se dio cuenta que su tiempo se estaba acabando, y era momento de que su heredera tomara su lugar. Así que cuando ya estaba en su lecho de muerte, la hizo llamar.
- Princesa Zelda, Su Majestad la Reina desea verla enseguida. - dijo una mujer de unos 30 y tantos años, piel pálida, cabellos blancos y ojos color escarlata, a una joven que se encontraba de rodillas rezando en el altar del templo.
- Enseguida voy, Impa. - respondió la joven poniéndose de pie y comenzando a caminar.
La Princesa Zelda era una joven de dieciséis años, con cabellos dorados, ojos azules y una tez tan blanca como la nieve, considerada por muchos como una de las jóvenes más hermosas de todo el reino, y la viva imagen de su madre a esa misma edad.
La princesa caminó por los corredores del castillo, sin prisa. Iba caminando con las manos en su pecho y sus ojos no ocultaban para nada la tristeza y el dolor que estaba sintiendo al ser consciente de la condición de su madre. Al llegar a la puerta de los aposentos de la reina, aspiró profundamente antes de abrir la puerta y entrar.
- ¿Madre? - dijo al entrar.
- Zelda... acércate, por favor. - dijo la monarca desde su cama con mucho esfuerzo.
La joven caminó y se sentó en el borde de la cama, tomando la mano de su madre con las dos suyas, mirándose ambas fijamente a los ojos. A pesar de estar tan pálida producto de su enfermedad, eso no quitaba que siguiera siendo una mujer muy hermosa, aún para su edad. Tenía los mismos ojos azules que su hija, pero su cabello era un poco más oscuro, y su tez estaba más pálida de lo normal por su condición actual. Pero a pesar de estar tan debilitada por su enfermedad, la monarca hizo un esfuerzo para hablarle a su hija.
- Hija mía... desde el día en que naciste he tratado de prepararte para este momento. - dijo con una voz débil, pero a la vez firme. - Pronto me marcharé, y tú deberás tomar mi lugar como la nueva soberana de Hyrule. -
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El Esposo Perfecto
RomanceLa Reina de Hyrule ha fallecido y su hija Zelda debe contraer matrimonio antes de poder sucederla en el trono. Pero cansada de tantos pretendientes, la heredera decide emprender un pequeño viaje para alejarse de todo y de todos por un tiempo. AU ZeL...