El primer beso

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Pueblo de Ordon...

El tiempo pasaba volando. Habían transcurrido cerca unos dos meses desde aquel incidente en los Bosques Perdidos, pero tanto Zelda como Link lo habían dejado atrás, ahora parecía recuerdo de otra vida. Por paradójico que fuera, el plan de Ilia para separarlos, al final lo que hizo fue unirlos aún más. El lazo entre ambos se había estrechado al punto de que Link y Zelda ahora llevaban una relación que iba más allá de ser solo buenos amigos, o inclusive que hermanos, aunque ambos lo negaran vehementemente ante los demás, lo cierto que ahora pasaban mucho más tiempo juntos. Link ahora acompañaba a Zelda por la mañana a la biblioteca, y los fines de semana cuando Link salía a cazar, a veces Zelda le pedía ir con él para ayudarle un poco. Ya todos en el pueblo lo comentaban, que algo se tenían Link y Zelda, e Ilia estaba furiosa, por supuesto. No podía creer que su plan a la larga hubiera sido un tiro por la culata. Cuando supo que ella fue la responsable de aquella sucia jugarreta, Link montó en cólera, y decidió aplicarle la ley del hielo en venganza. Si en algún momento habría tenido un atisbo de volver a considerarla su amiga, ahora se había ido por completo. Por otro lado, con Malon, como ella se disculpó y reconoció su falta, tanto Link como Zelda la perdonaron, dándose cuenta que en realidad ella nunca les quiso hacer ningún daño.

Pocos días después del incidente, cuando por fin se había recobrado de sus heridas, Link volvió al área donde había rescatado a Zelda, para recuperar su escudo y espada, que se habían perdido durante la pelea que tuvo con los Lizalfos. Cuando Zelda le preguntó por qué se molestaba en ir hasta allá solo para buscarlos, Link explicó que esa espada y escudo eran tesoros de la familia. Los habían forjado su padre y su abuelo, para dárselos cuando tuviera la edad suficiente, aunque su padre lamentablemente no vivió para ver ese día. Ante esta explicación, Zelda no se atrevió a cuestionarlo. El escudo había quedado un poco abollado, por lo que el abuelo y Link se dieron a la tarea de repararlo lo mejor que pudieron. Zelda los veía mientras trabajaban en la fragua, y no pudo evitar sonreír.

- "Link es un chico en verdad muy especial." - pensaba.

Por otra parte, Link estaba todavía sorprendido por como Zelda lo había rescatado del bosque. Se dio cuenta de que ella no era una chica ordinaria. A Zelda por un momento le preocupó que Link pudiera decirle a alguien sobre eso, sin embargo, Link había decidido no hablar del asunto con nadie, y eso la tranquilizó. Una noche, en la habitación de Zelda, unos 10 días luego de su reconciliación, fue que Link finalmente decidió preguntarle al respecto, deduciendo que Zelda tal vez se guardaba algunos secretitos. Zelda, sintiéndose ligeramente apenada, simplemente admitió que, en efecto, había muchas cosas sobre ella que aún no le había dicho, pero que no se sentía preparada para decírselas aún, eran cosas muy "complicadas", y eso la hacía sentirse mal. Link se compadeció, y le dijo que no tenía que decírselas si no quería todavía, él esperaría pacientemente, y prometió que, cuando llegara el momento, sus secretos estarían a salvo con él.

El verano pasó volando, y llegó el otoño, el verde que habitualmente llenaba los bosques alrededor de Ordon ahora estaba dando paso a tonos carmesí y amarillos. Las hojas comenzaban a caer de los árboles, llenando el suelo y los caminos por todas partes. La gente se ocupaba en limpiar el desastre de las hojas, cosa que no era nada fácil con los ocasionales vientos que soplaban y les regaban todo el trabajo que habían hecho. Al mismo tiempo, los granjeros ya estaban recogiendo sus cosechas, y llenando sus graneros para cuando llegara el invierno. Y hablando de cosechas...

- ¿Baile de la cosecha? - preguntó Zelda, hablando con Cremia, mientras se tomaban unas malteadas en el bar lácteo.

- Sí, lo hacemos todos los años. - dijo Cremia. - Todo mundo se reúne para bailar, cantar y tocar música.

El Esposo PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora