¿Quieres saber que sentí?
Sentía que mi mundo se caía.
El la estaba viendo con lágrimas en los ojos mientras sonreía embobado. Ella parecía una princesa envuelta en ese vestido de zatin. La gente aplaudía a los costados mientras ellos bailaban lento en el centro de la pista, rodeados de luces y flores.
Y yo estoy aquí, en una de las mesas, no siendo la señora Holland si no, una invitada más.
No pude mas, huí del lugar.
Porque ver cómo baila con la que ahora es su esposa me parte el corazón.
Porque es ella quien lleva el vestido de princesa que un día soñe llevar yo.
Porque va a ser a ella a quien tome esta noche.
Huí porque soy débil y no soporto ver casarse a el hombre del que me enamoré desde que era un niño.
Caminaba cómo podía lejos de la escena, con el maquillaje seguramente corrido y el vestido negro ya un poco manchado.
- _____, ¿Porque te haz ido?.- dijo alguien a mis espaldas, me gire y ví a Tom con su perfecto traje.
- Tom, deberías estar ahí adentro.- le dije limpiando mis ojos.
- ¿Qué haces aquí afuera? Te vas a congelar.- dijo e intentó abrazarme pero me aparte de inmediato.
- Tengo que irme o perderé mi vuelo.
- ¿Vuelo? ¿A donde irás?
- A dónde sea... A donde sea menos Inglaterra, no puedo estar más aquí.- dije llorando de nuevo.
- _____, dijiste que habías aceptado la realidad.- dijo con ternura.- si no estabas lista debiste decirme y jamás me hubiera casado, te conozco de 15 años, lo hubiera hecho por ti.
- Y yo lo estoy haciendo por ti. Porque quiero que seas feliz, lo hice con elle y ahora me toca con Zendaya y Tom, no quiero estar más aquí.- dije a punto de abrir la puerta de mi auto pero el no me dejó.
- ven, no voy a dejar que te vallas sin antes haber bailado conmigo.- dijo abrazándome y empezó a menearse.
- ¿Qué cancion estamos bailando?.- le pregunté riendo.
- Que te parece city of stars.
- Me parece bien.
- A dónde quiera que vayas, prométeme que vas a volver.
- No lo sé.- dije viendo a nuestros pies.
- Entonces prometeme que vas a enviarme una postal.
- ¿Una postal?.- pregunte confundida.
- Siempre quize decirlo.- reímos.- un fax, una carta, un correo, un mensaje de texto, un Whatsapp, un Snapchat, lo que sea.
- Te lo prometo Thomas.
Y así nos quedamos, meneandonos, yo veía sus ojos y si rostro tratando de memorizar hasta el más pequeño de sus lunares, lo abracé con todas mis fuerzas y el lo hizo conmigo, solo entonces nos detuvimos.
- Estás temblando.- susurró.
- Debo irme.- me separé, el se encaminó a abrir la puerta de mi auto y me ayudo a entrar, se recargo en la puerta y me sonrió.
- No sabes lo especial que eres para mí.
- No sabes cuánto te amo.- dije al borde del llanto. Supongo que eso incómodo las cosas pues no dijo más nada, subí el cristal de inmediato y arranque dejándolo lejos poco a poco.
Benditas vacaciones.
