Capitulo 4: Las reglas de Prince Charles

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Al día siguiente Nimue entró al aula cuando solo se encontraba en su asiento Henry Duff, aquel chico que tan comúnmente era molestado por sus amigos tenía un amor tan profundo hacia la escuela y los estudios que se creía dormía abrazado a un libro de química. No lo saludo, no eran amigos y nunca lo serían, a lo mucho compartirían un gesto de reconocimiento en un futuro lejano cuando se cruzaran en la calle.

Avanzó decidida a uno de los lugares al fondo, el día anterior mientras platicaba con Cameron sobre Agnes habían ideado una pequeña broma-venganza, era tan tonta y pequeña que llamaría la atención de todos empezando por el hecho de que Nimue no se sentaba ahí n u n c a. Uno a uno veía a sus compañeros llegar y detenerse en seco al notarla en ese lugar en particular, cada vez que pasaba le mandaba un mensaje a Douglas, debió haber mandado quince mensajes antes de que Bonnie entrara por la puerta del salón y lo registrará en su blog, tan solo tres personas después entraba por las puertas el dueño de aquel asiento.

Evander Hamilton era conocido como el chico malo, junto con Edine eran conocidos como los vándalos de la ciudad, nadie sabía exactamente qué hacían o como lo hacían pero siempre podías encontrarlos enredados en algún problema, se sentaba en el mismo lugar desde hacía tres años, como el resto de los chicos desde un primer momento había elegido el lugar en el que pasaría su vida escolar y todos lo respetaban, los lugares no tenían un nombre visible pero tenían un sentido de pertenencia y sin duda aquel no le pertenecía a ella. Nimue hizo una mueca al ver que Evander no se detenía al notarla en su puesto, pero suposo al segundo que lo había leído en el blog de Bonnie a su entrada y le sonrió al verlo frente a ella.

— MacRuairidh, ese es mi lugar.

— Hamilton, ¿en serio es tu lugar? No lo habia notado. — Nimue alzó sus piernas sobre la paleta, acostándose más sobre aquel asiento, únicamente le faltaba estirar las piernas para lucir ridícula. — Quería hablar contigo.

— No tenemos nada de qué hablar.

— Oh no — Frunció los labios y el entrecejo fingiendo estar triste, no había discutido con los gemelos mas que una vaga idea del plan, improvisaban todo y aunque había estado muy emocionada con la idea de divertirse a costa de dos personas que le habían hecho algo de daño en el pasado, no se había detenido a pensar exactamente qué hacer. — Lo olvide, tonta de mi.

— Claro. — Irritado, confundido o quizás ambos Evander desviaba la mirada de Nimue.

Se levantó lentamente del asiento para ganar tiempo, empezando por bajar sus piernas una a una al mismo tiempo que alternaba su mirada entre la puerta y Evander esperando la mágica aparición de los gemelos. Cuando finalmente Hamilton se sentó sus plegarias fueron escuchadas, los gemelos entraron por la puerta con Agnes, increíblemente roja por cosas que Douglas le susurraba con una sonrisa traviesa. — Ya lo recordé.

— ¿Que quieres, Nimue? — Definitivamente la mirada en la cara de Evander era de frustración, estaba segura.

— Ya te dije, tenemos que hablar sobre mi prima.

— ¿Tu prima?

— Todos aquí tienen la peor memoria — La frustración era obvia y con motivos, el día anterior había pasado por lo mismo con Douglas y Cameron antes de que desechara el tema por lo cansino que resultaba explicárselo a todos, todo, otra vez. Se inclinó hacia Evander y le susurró una sola palabra en el oído, o más bien, un nombre.— Agnes.

Ni una palabra salió de sus labios y Nimue simplemente sonrió. — Te atrapé, pero no te preocupes, te guardo el secreto — La pelirroja definitivamente había obtenido una victoria.

Las dos primeras clases transcurrieron como era costumbre durante los primeros días de un nuevo año, los gemelos Ramsay habían encontrado la forma de hacer que Agnes tuviera un asiento cerca de Nimue, sin moverse ellos o mover a Evan.

Si te detienes un momento, y pones frente a frente a Agnes y a Nimue, entiendes a la perfección el porqué las personas dudan de su parentesco. Agnes, con su cabello castaño y ojos claros, mantiene un bronceado digno de aquellos que han visto el mundo. Nimue, con sus ojos oscuros, nunca podría obtener ese bronceado, ella siempre que salía a la playa, en un descuido, terminaba roja por el sol, tan roja como el color de su cabello. Físicamente no puedes encontrar ni una sola coincidencia.

Durante el descanso, al verlas reír de la broma de Douglas, Calder Melville casi escupe por completo el café que tomaba, pues habían hecho el mismo gesto sin darse cuenta.

— ¿Estas bien? — Agnes le pregunto con genuino interés, a lo que Rupert respondió con otra broma y Calder solo asintió.

Las comidas eran algo que Nimue no le había explicado a Agnes, y si lo pensaba bien, en realidad no le había explicado nada de la forma en la que las cosas se manejaban en Prince Charles. Intento obtener la atención de su prima, y de toda la mesa, al llamarle. — ¡Ag! ¿Me acompañas?

— Claro, vamos. — Agnes y Nimue se pararon y salieron del comedor, en dirección a los baños pero la segunda la detuvo y salieron a los jardines en vez de eso.

— Soy la peor persona del universo. — Exageró. — No te he explicado nada de cómo funcionan las cosas.

— Mhm — Agnes no habló, solo emitió ese ruido que mezclaba negación y confusión, había algo en Nimue que no te permitía interrumpirla hasta que acabara su monólogo y la chica Mackenzie no era ajena a ello.

— Hay reglas en Prince Charles, todos las sabemos pero nadie las dice. — Estaban en medio del otoño, pero el frío se colaba fácilmente dentro del edificio simulando perfectamente un invierno, Nimue permitió que el sol le pegara en la cara y le calentara. — Primero, todo está en el blog de Bonnie, asume que todo lo que hagas se va saber. Pero si no quieres que se sepa, dime, podemos comprar una u otra noticia.

» Te sientas conmigo, así que no debes preocuparte mucho por esto, pero tú lugar en el comedor es esencial. Comemos con los chicos de polo porque son mis amigos, pero sin importar cuánto nos agrade Maureen Doyle, nunca nos sentaremos con ella.

— ¿Quien es Maureen Doyle?

— Exactamente. — Aquella pregunta explicaba por completo lo que Nimue estaba dando a entender, Maureen Doyle no era nadie, una chica demasiado enfermiza para aparecer en el panorama. — Creo que ya lo notaste pero la cafetería es a la carta, nunca pidas el estofado de cordero, es delicioso pero generalmente muy pesado.

»Los viernes hay partido de polo y algunos sabados hay obras, en ellas actúa Ray Gregor, aunque nunca uses ese apellido con el, lo cambio a Alpin después del escándalo.

— ¿Que escándalo? Nim, me dices mucho y nada.

— Nunca preguntes eso. — Negó con la cabeza. — Hay algo que olvido...

— ¿No salir de noche o mi reputación morirá? — Se burló Agnes. — ¿Ir a la biblioteca es suicidio social?

— Te ríes pero si te ven con Duff eso pasará... No hablamos de política, ni de clanes, es territorio neutra. — Nimue aplaudió repentinamente, lo que se suponía era una palmada mental de auto-felicitación se había vuelto visible — Y no te acerques a Evander Hamilton o a Edine Crane.

— ¿Otro suicidio social?

— No, son peligrosos, pregúntale a quien quieras.

Lasswade TaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora