Capítulo 2: La nueva vieja chica.

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La música rebotó en las paredes y le hizo mover las caderas. Nimue amaba dar un pequeño espectáculo a la nada cada mañana, dejando que las voces en su lista de Spotify enmudecieran todo a su alrededor. Comenzaba a caminar de su cama al baño de su habitación, perdiendo ropa con cada paso, con sus manos recorriendo las curvas de sus caderas de arriba a abajo y contorneando con delicadeza su figura. Ese pequeño ritual la llenaba de energía y sensualidad, cada paso era dado como si alguien la acompañara en la habitación e intentara seducirlo.

She loves when everybody's watching

She knows the way her body moves

La canción quedaba perfecta con la actitud que quería proyectar ese dia, Nimue sentía que había sido escrita para ella, y que el destino la reproducía en ese mismo instante como una señal sobre cuán exitoso iba a ser su dia. Su último año iniciaba esa misma mañana y dejaba atrás a la vieja Nimue, renovándose después del horrible accidente que la había hecho sentir culpable todo el verano. Estaba tan perdida en sus emociones y el ritmo que ignoró por completo el sonido de las fotografías siendo tomadas, su privacidad se evapora con un clic y ella lo ignoraba por completo, pero, ¿acaso no era lo que buscaba, ser observada y adorada como una exótica diosa?

Su buen humor se mantuvo toda la mañana, incluso cuando la profesora Torphund le llamó Elizabeth al dirigirse a ella en medio de la primera clase con una auténtica mirada de odio, era la madre de Thomas, "era" porque Thomas había muerto en el accidente y Torphund la culpaba a ella mientras contemplaba los tres asientos vacíos, saldría fatal en economía este año, podía sentirlo. Dos de los tres asientos estaban a sus espaldas y uno más a su lado, en el mismo lugar que los jugadores de polo se sentaban año tras año, solos como si estuvieran malditos u ocupados por la presencia de sus antiguos dueños.

Pero no se mantuvieron así por mucho tiempo, en el segundo periodo, el asiento que se encontraba a su lado se ocupó con una cara extraña y un acento inusual.

- Hola - El acento era suave en comparación al cerrado escocés que ella llevaba, muy similar al de los habitantes de la nada lejana ciudad de Edimburgo, así que la conclusión de la pelirroja sobre la identidad de aquel extraño se fue hacia aquella ciudad, muchos deseaban ser parte de Prince Charles así que no era algo de extrañar. - Soy Evan.

La mirada de Nimue se iluminó al mismo tiempo que una sonrisa se formó en sus labios. - Nimue MacRuairidh - Le contestó en un tono bajo y le guiñó un ojo. - Un placer conocerte Evan.

- Señorita MacRuairidh, ¿algo que compartir con la clase? - La voz del profesor O'Donnell interrumpió a Evan pero Nimue no le sorprendía que le hubieran descubierto hablando a hurtadillas, aprovechó la oportunidad para hacer su primer anuncio del año y obtener algo de atención extra. Se alzó de su lugar con ligereza apoyándose en Douglas al pasar hasta el frente del salon.

- Gracias por preguntar profesor, como presidente de la asociación de alumnos - Las votaciones no habían sido llevadas a cabo pero claramente Nimue ganaría, el año pasado Ness había estado a poco de vencerla pero este año habían hecho un trato y competirán juntos como presidente y vicepresidente. - Creo que deberíamos darle la bienvenida a Evan.

El profesor le miró molesto y admirado de lo rápido que la pelirroja se había salvado del castigo que tenía preparado. - No solo el joven Evan se une a la clase el dia de hoy, sino también la señorita Agnes.

Entonces Nimue miro al final de la clase para encontrarse con una mirada familiar, un fantasma que se asomaba detrás de un cuaderno de notas muy distinto al que ella eligiría. La escocesa se puso pálida, muy pocos pero aquellos que le conocían con certeza sabían que no se sentía bien y siguieron su mirada hasta la chica Mackenzie quien se había incomodado al recibir tanta atención repentinamente. Calder estuvo tentado a preguntar qué le pasaba, sin embargo solo se necesitó una mirada de Rupert Ness para acallar su preocupación.

- Bienvenidos - Nimue pudo articular fingiendo naturalidad e inclusive alegría, sin embargo se encontró luchando con una incertidumbre que le apresaba el pecho por el resto de la hora.

Cameron dejó caer su mano sobre su escritorio y una risita se escapó de sus labios cuando Nimue saltó y le dio un golpe en el pecho como reprimenda. - ¿Que pasa Nim? Llevas toda la mañana en las nubes.

- Nada - La mentira era obvia y ninguno de los gemelos la creían, lo podía ver en sus ojos y en la manera en la que Douglas había alzado las cejas. Nimue se alzó de su asiento, guardando sus cosas de la forma más desordenada y apresurada que le fue posible y caminó hasta la puerta pero los gemelos no le seguían- ¿Vamos o se van a quedar ahí parados?

- ¿Adonde exactamente, N? Tenemos entrenamiento. - Los gemelos Ramsay estaban tan desconcertados por la actitud de su mejor amiga que una sola mirada a sus expresiones haria reir al horrible abuelo Mackenzie hasta que manchara sus pantalones, pero Nimue también las pasó por alto, algo más preocupante ocupaba su cabeza.

- Los veo alla, ¿de acuerdo? Necesito ver algo primero. - Salió sin siquiera despedirse o fijarse en que Bonnie les grababa y se apresuró a toda velocidad hasta el gigantesco abedul que se encontraba al lado de la biblioteca de Lasswade, al llegar sonrió satisfecha y se autofelicitó por haber recordado un detalle tan insignificante de su pasado en el momento que más lo necesitaba.

- Hola, prima. - Nadie hablaba de ello, y probablemente pocos lo recordarían pero hubo un tiempo en que Isla MacRauiridh, la madre de Nimue, llevaba por apellido Mackenzie. Era la segunda hija de Carlton Mackenzie y la luz de los ojos de su esposa, Eara, ya que había heredado los cabellos del color del fuego de su padre, todos hablaban del gran futuro de Marie, su inteligencia, su bondad y por supuesto su prístina belleza pero Isla no se hacia menos que su hermana mayor, juntas avanzaban hacia futuros brillantes. Isla conoció a Barday al mismo tiempo que Marie conocía a James, romances distintos que llevaron a un punto común, matrimonios, pero que causaron reacciones distintas.

Para Marie, su compromiso fue exactamente lo que todos sabian que pasaria, las felicitaciones estaban a la orden ciertamente pero para Isla no había sido de la misma forma "Tienes tan solo 19 años" había murmurado su madre ante la noticia de su embarazo para después tomar un largo, largo trago de escocés directo de la botella, "Matare a ese chico MacRuairidh" había gritado furioso su padre y lo hubiera hecho si Isla no hubiera gritado en ese mismo momento que se casaría con él, lo aprobaran o no. El nombre de Isla no había sido mencionado otra vez bajo aquel techo, borrándola del clan y desligándola de aquel apellido por siempre.

- ¡Lizzie, lo recordaste! - Nimue contuvo un gesto, si odiaba ser llamada Elizabeth odiaba mucho más cuando le llamaban por diminutivos de ese nombre, Eli, Eliza, Beth, horribles formas de adornar una reducción a su espíritu, y claro, el peor de todos ellos era Lizzie, que siempre le había sonado a el nombre de un perro estúpido y perezoso. - No estaba segura de si iba a tener que dormir aqui por esperarte. - Agnes le sonrió de vuelta, y se alzó para abrazarla, siempre había sido así de tierna con todos, una niña afectuosa mientras Nimue cuidaba demasiado a quien le daba el regalo de su atención, por eso Agnes siempre hacia amigos más rápido. - Ha pasado un tiempo.

- Diez años, creo, desde lo de... - Agnes se retorció incómoda cuando la pelirroja se alejó repentinamente pero se lo atribuyo rápidamente al desconcierto.

- Desde la muerte de mamá.

- ¿Que haces aqui? - Internamente, Nimue sufría, por diez años se había olvidado por completo de aquello que Agnes representaba y gracias a mantenerla en el olvido había florecido hasta convertirse en lo que ahora era. - Estoy tan feliz de que hayas vuelto, te extrañe tanto.

Conversaron por varios minutos en los que Nimue sufría el mayor conflicto interno de aquel año, por una parte recordaba claramente lo que se sentía tener el apoyo de Agnes como una segunda hermana, con Elisie ocupada en la universidad el papel de confidentes lo tenían los gemelos pero Agnes podía darle un punto de vista femenino que los gemelos no. Por otra parte, no olvidaba la traición tan grande que le habia hecho cuando eran solo unas niñas y lo horrible que se habia sentido después de eso, ¿podía perdonarla? por supuesto, había pasado demasiado tiempo y en algún lugar de si había la bondad suficiente para hacerlo, ¿quería perdonarla? No.

Lasswade TaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora