El profesor de historia estaba al frente del aula, explicando toda la odisea que el rey Ewan Alpin había tenido para llegar hasta Lasswade y construir el recinto donde ellos se encontraban actualmente. ¿Quién quería escuchar esa aburrida historia? Kendrew no, estaba tumbado sobre su mesa fingiendo que tomaba notas de las palabras de su profesor, pero no estaba haciendo eso. La tinta negra de su bolígrafo marcaba una y otra vez las iniciales K. R. Kendrew Roann, un nombre tan místico y legendario como su ascendencia. Trazó un símbolo de más de manera rápida, dando la apariencia de una cruz y luego empezó a escribir las iniciales D.C. ¿Quién era D.C? Fácil, Douglas Carwin. Siempre había sido ingenioso para ocultar lo que sentía, no era tan estúpido como para escribir la R de Ramsay sobre su libreta. Podía negar una C, pero una R no. Olvidó por completo el lugar donde estaba, trazó de manera grande sobre la hoja K.R + D.C dentro de un corazón. Si la propia Bonnie hubiera subido un vídeo sobre Kendrew rayando su libreta cual infante enamorado, nadie lo hubiera creído. El Roann tenía una reputación de mujeriego, un galán de primera que solo estaba interesado en el sexo.
La tez morena de Bonnie Campbell entró dentro del radar de Kendrew, que logró verla de reojo. La futura periodista estaba de pie a sus espaldas, con esa sonrisa que podía desconcertar a cualquiera, la sonrisa que se adueñaba de su rostro cada vez que tenía entre sus manos un encabezado perfecto. "El soltero más codiciado de Prince Charles se ha enamorado" o que tal "Príncipe de los roane le entrega su piel de foca a una princesa humana" El segundo era mucho más dramático. Bonnie ya imaginaba la cara del rubio al ver que lo llamaba príncipe, no importaba la relación entre Calder y Nimue, el primero seguiría siendo el rey de Prince Charles. O al menos eso creían todos. Su pluma se movió de manera rápida para convertir aquella D en una B, un tanto deforme por la alteración.
—¿Se te perdió algo? —preguntó Kendrew ignorando deliberadamente al profesor.
—No, más bien he encontrado algo. —respondió Bonnie en voz más baja, casi como un susurro—. ¿La chica es linda?
"La chica" ¿Nadie en Lasswade Moor imaginaba que el joven Roann había perdido la cabeza desde pequeño por uno de los gemelos Ramsay? La pregunta de Bonnie le dio la facilidad a Kendrew de guiar su estrategia.
—Mirate en el espejo y responde la pregunta.
Hubiera sido mejor que alguien arrojara a Bonnie Campbell al río Witterhouse junto a su capa de hielo que escuchar aquello, se quedó viendo perpleja al chico, ignorando como el profesor molesto les pedía que se retiraran del aula. Kendrew Roann fijándose en ella, y no es que Bonnie fuera poca agraciada, pero los estatus estaban muy divididos en Prince Charles. Y Kendrew jamás había demostrado estar enamorado de alguien.
Todos en Lasswade Moor estaban hablando de eso, pero nadie sabía quién había tenido el valor de ir a reabrir la carpeta que empezaba a enpolvarse. Los murmuros se hacían presente desde los corredores de Prince Charles hasta los solitarios caminos en la Cantera de las Hadas. Los rumores corrían a la misma velocidad que el caudal del río Witterhouse, extendiéndose la noticia de que los afamados jugadores no habían muerto en un accidente. Alguien los había matado. Las conspiraciones se habían hecho presentes, ¿James Ramsay quería que sus hijos fueron los mejores en el equipo de polo y se deshizo de Thomas, Cuddle y Bradley? ¿Alguien notó el duelo de Huberth Gregor al ver el féretro de Thomas, sería un hijo perdido? ¿Fueron capaz de ver como Camelot insultaba a todos en el funeral? Qué hay de esa chica de una escuela diferente, ¿la vieron? Estaba ahí, con su celular en mano.
Camelot Erskien, la mujer más insólita que alguna vez pisó aquellas tierras, parecía ser la única de todos los habitantes de Lasswade Moor en no saber como mantener su boca callada. No tenía un filtro a la hora de hablar, y los policías lo descubrieron cuando ella misma se presentó ante ellos. Llevaba una sonrisa marcada en su rostro, preparada para lanzar toda una sarta de groserías ante la menor de las provocaciones.
—Señorita...—el policía intentó hablar, pero Camelot negó con brusquedad.
—No soy virgen. Puede ahorrarse ese estupidez de señorita para...—volteó a su alrededor, pero luego regresó la mirada al oficial—. Nadie en este jodido lugar. No vine a eso.
—¿Y a qué vino entonces? —era un hombre viejo, de quizás 60 años de edad. Le había tocado a él muchas veces multar a una jovencita de 19 años llamada Camelot.
—A que dejen de ser estúpidos. ¿Chocar contra un árbol? Nadie puede ser tan idiota como para estrellarse contra un árbol de esa forma...—la chica hizo una pausa, porque su memoria le dio una fuerte bofetada—. ¡Vamos, es verdad! Yo choqué una vez contra un árbol, pero no de esa forma tan estúpida. Estoy seguro, tanto como si hubiera salido de mi vagina y no de la de mi madre, que ese hijodeputa de mi hermano era un imbécil junto a sus amiguitos. Jugando siempre a ser los niños perfectos y amados de este lugar, pero hasta mi gato se dio cuenta que eso no fue accidente.
—Señorita...Camelot. —se corrigió a sí mismo el oficial, antes de continuar con su parloteo—. El caso está cerrado no creemos...
—Eso pensé, por eso me tomé la molestia y vaya que fue molestia, de hablar con Charlotte Campbell. Si la policía no me ayuda a demostrar que el imbécil de mi hermano no se mató, esa chiquilla lo hará. Y los que quedarán como imbéciles serán ustedes.
Fueron las últimas palabras que Camelot Erskien soltó frente al oficial. No esperó una respuesta, solo se marchó del lugar. La hermana mayor de Cuddle era astuta, a pesar de que muchos en la ciudad la vieron solo como una oveja descarriada y una "mujer de la calle" por sus constantes groserías. Sabía bien que los policías no dejarían que una periodista investigara, porque la reputación del tranquilo e idílico lugar que era Lasswade se vendría abajo.
Y ahí estaban, a tan solo un día después de aquella charla haciendo investigaciones de nuevo. Camelot sonreía desde la vitrina de su trabajo en la veterinaria,, aquello parecía emocionarle tanto como su pasión por la esterilización de los animales. ¿Eso era todo? Claro que no, ella conocía a los policías, jamás buscaban realmente. Nadie mejor para investigar un crimen que un criminal, Camelot iba a investigar por su cuenta.
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Lasswade Tale
Teen FictionEn Lasswade Moor lo único interesante que pasa son las fiestas del clan, y poco mas. Es una de esas pequeñas ciudades, donde todo es tan exclusivo que parece que nada pasa, o al menos esa es la opinión de todos lo jóvenes que pasan su dia a dia añor...