5

348 42 24
                                    

Vió con desprecio la habitación, no podía decir que su limpieza era buena pero era mucho mejor que la de este lugar. Los rayos que se filtraban por la cortina que cubría la ventana le hacían sentir frustrado, quedó en verse con su hermano en el restaurante a dos cuadras y no estaba de un buen humor.

Tomó su ropa y se metió al baño para darse una ducha, necesitaba relajarse después de lo sucedido esa noche. Al tallar su cabello un ardor se hizo presente, cierto, la herida que Papyrus le hizo como amenaza. Rió y siguió tallándose el pelo, ignorando ese punzante ardor.

Una vez listo se vistió con toda la tranquilidad del mundo, después de todo aún faltaba media hora para el encuentro y contaba con sus "atajos". Se peinó -sólo se acomodó el pelo, pues no llevó peine- y se dejó caer en ese incómodo colchón, dejando su duda al aire: ¿Cómo pudo dormir en ese lugar? Es decir, la habitación era un desastre.

Notó que su móvil no dejaba de sonar y con molestia lo revisó, esa mocosa no dejaba de llamarlo. Terminaría bloqueando su número hasta que ella encontrara otra forma de molestarle.

—¿qué quieres?—preguntó, fingiendo somnolencia.

Oh, lo siento Sans. Creí que ya estabas despierto, sólo quería saber si ya tienes alguna pista. Mi madre está muy preocupada, y la policía sigue sin nada.

—mira niña, yo también estoy preocupado. pero no por eso dejé de dormir—tomó la ropa sucia y la lanzó a su bolsa, sentándose con flojera nuevamente—. debes descansar, ella no va a aparecer de la nada.

¡Y por eso sigo buscando! ¡No quiero perder más familia, entiéndelo! Aún extraño a la tía Tori y a mi tío Asgore, aún extraño esas tardes de películas con mis primos. Por eso sigo con esto.

—frisk...—suspiró, ocultando su molestia. Esa niña sólo estaba causando problemas con su determinación—. frisk, ya llevas un maldito año buscando. déjala ir, chara ya puede estar muerta.

Yo sé que no lo está, sé que ella sigue viva y que necesita ser salvada. Sé que te estoy molestando ahora, disfruta de tu día, gracias.

La llamada se cortó antes de que pudiera responder, sabía que debían deshacerse de ella pero Papyrus no lo dejó.

10:16 am.

Vaya, iba diez minutos retrasado, su hermano se iba a ofender, rió nervioso ante el pensamiento y tomó lo que le servía de la habitación. Nadie se daría cuenta de su desaparición si no hacían limpieza. Usó sus atajos y apareció en un callejón sin vigilancia cerca del restaurante.

—¡SANS, VAGO!—fue alzado rápidamente. La expresión de Papyrus era seria y estaba sudando, estuvo a punto de hacer una broma pero las sirenas políciacas le hicieron notar que no era el momento.

—¿qué está pasando?—hizo un ademán para que ambos aparecieran en la casa que los ocultaba, de ser necesario tendrían que cambiar de ubicación.

—Es Frisk. Descubrió unos papeles que no lograron quemarse, no deja de ir a la casa para buscar más pistas—señaló unas bolsas en la mesa, Papyrus ya comenzaba a guardar varias cosas en un inventario mágico. Sans tuvo que hacer lo mismo por presión del menor.

Las cadenas de la habitación de arriba sonaron, dándoles a indicar que Chara estaba despierto.

—¿y si nos encuentran? ¿qué haremos con el niño?—el menor le miró mal y siguió con lo suyo, Sans le imitó sabiendo que no era el momento indicado.

Sí, nunca era el momento desde que Chara llegó a la casa. Papyrus era más animado a su alrededor y parecía olvidar el trabajo que ambos poseían, parecía olvidar todas las muertes que han causado para llegar a este punto. Un claro ejemplo es el de la familia Dreemurr, ellos no habían hecho nada en su contra, y Sans disfrutaba aquellas tardes de juegos y películas. Los disfrutaba hasta que recordó porqué su hermano le dejó acercarse y hacer su propia vida a expensas de la suya.

Durante esos años Papyrus se había encargado de todos sus deberes y trabajos pendientes, completamente solo. ¿Se arrepentía? Un poco, pues después de eso el menor olvidó lo que era hablar saludablemente con alguien, con alguien que no fuera otro asesino o la propia víctima. Con una sonrisa amarga siguió haciendo su trabajo, recolectar y tomar con su magia las almas humanas que necesitaban para lograr su pequeño plan.

—Llévalas lejos, al sector dos—Sans asintió y con un movimiento rápido las cosas se esfumaron, tuvo que sostenerse para no caer con lo que restaba en sus manos—. No hay tiempo de descansos, llevaremos lo necesario.

Y nuevamente el mismo movimiento, usar magia le cansaba mentalmente, haciendo que la mayoría de las cosas se volvieran borrosas a su alrededor. No iba a descansar hasta haberse llevado lo necesario, tenía que borrar las posibles pistas del lugar y desactivar las medidas de seguridad en el sótano.

Pero… ver tantas paredes en blanco le daba una sensación de nervios, saber que antes vivían tan bien... saber que antes eran muy unidos, y que les gustaba estar al lado del otro siempre. Saber que todo cambió cuando Chara llegó y casi mató a su hermano aquel día, lo recordaba algo borroso, con algunas cosas moviéndose como manchas coloridas directo a su hermano. Entre todas esas figuras lograba reconocer un cuchillo lleno de sangre.

Aquel fue el día en el que su padre descubrió el potencial mágico de Papyrus y comenzó a entrenarlo físicamente, lástima que el problema estaba en lo mental. Y es que él sabía que aquella obsesión por encontrar a la castaña no era nada saludable, cuando su hermano logró estabilizarse correctamente en la magia todas las cosas cambiaron.

—¡DEJA DE PENSAR Y APÚRATE!—una bolsa le fue lanzada directamente a la cara, suspiró con cansancio y asintió. Odiaba que Papyrus se desesperara de esa forma cuando encontraban pistas contra ellos. Ésta no era la primera vez, ni la última, y por ello maldecía la determinación de Frisk.

Determinación, algo que todos poseemos en nuestro interior, una capacidad que sólo usamos cuando realmente queremos lograr algo con esfuerzo. O así es como él pensaba que era.

Sister [Chara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora