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—¡Hasta que te das cuenta, imbécil! —exclamó, no era la respuesta que Chara esperaba pero daba igual—. Tenía varios planes, pero ahora por el cambio de casa necesito explorarla. Debo ubicar los diferentes puntos de acceso y…

Siguió hablando, al punto de hacer que la castaña dejara de escucharlo por aburrimiento puro. Lo dejó quieto en la mesita mientras comenzaba a desempacar.

—¿Quieres que escriba tu plan? —preguntó, sacando una libreta pequeña que usaba para haraganear cuando se aburría. Flowey negó.

—Correrás peligro si las encuentran. Recuerda que Sans se la pasa revisando a veces.

—Cierto… —solo eso soltó, dejando la libreta donde antes. Tras varios minutos volvió a hablar—. ¿Crees que sea buena idea acomodar mi ropa aquí?

La flor le miró, era un obvio no, pero la mirada de la castaña le hizo hablar—. O es escapar o es comodidad, tú decídete.

Después de eso dejó de mirarlo, y, asintiendo, dejó la maleta tal como estaba. Para no levantar sospechas metió sus cosas menos importantes en un cajón de los muebles.

Ahora que lo pensaba estaba teniendo una buena vida aquí, no se comparaba a la que tenía con los Dreemurr, obvio, pero era bastante tranquila. O al menos siempre era así estando en casa.

[. . .]

Las cosas no eran fáciles, para nada fáciles, los policías le habían prohibido la entrada a la casa por su “seguridad” y le dijeron que esperara fuera. Se apoyó en un árbol cercano a la entrada del lugar, sacando su teléfono para poder tomar fotos de algo sospechoso que pudiese haber cerca y que los oficiales no hayan encontrado antes que ella.
Su teléfono vibró, alertando y causando el gruñido de los animes de búsqueda que estaban dentro de uno de los carros policíacos.

—Silencio —pidió, sabiendo que los perros al estar dentro no la escucharían. Hizo una que otra mueca y movió sus manos para seguir silenciando a los animales. Tardó en lograrlo, pero al final los canes hicieron lo pedido.

Tras eso, revisó qué había ocasionado el ruido. Era una notificación de su madre, preguntando si estaba bien y si había encontrado algo que sirviera.
Le dolió dejarla en visto, pero era injusto que preguntara cuando ella era la única que estaba buscando al cien por cien.

Frisk suspiró con frustración, dejando asentado su teléfono en una barda en la que anteriormente estaba sentada. Pasó sus manos por su cabello, en un vano intento de calmarse que sólo terminó con despeinarla por completo. Su teléfono no había dejado de vibrar en todo momento, llegando a desesperarla.

Ahora es cuando todas esas noches sin dormir le pasaban factura, sentía que su cabeza estallaría ante más ruido y pistas sin camino a seguir.

—Frisk, tenemos buenas noticias —un oficial se acercó a ella, haciendo que la castaña suspirara para verle de frente. Tenía que estar presentable, pero ahora era un total desastre—. Encontramos rastros de que sí hubo gente aquí, el fogón tenía cosas sin lavar, y hay rastros de que estuvieron aquí hace poco.

—¿No hay más pistas? —preguntó, comenzando a acomodar su cabello y ropas—, eso no sirve de mucho. Pudieron haber huido hace tiempo y nosotros acabamos de llegar, no era necesario traer a los perros.

Se levantó para sacudir su blusa, dejando apoyado su teléfono en donde antes. El oficial negó, causando que la castaña se detuviera para verle.

—Lo era, gracias a uno de ellos encontramos el lugar —mentirosos, como siempre. La de ojos cerrados les había otorgado esa información a sus superiores—, es por eso que creímos que era mejor traerlos.

—Exacto, ustedes creyeron, ¡pero nos retrasó e hizo que pudieran huir! —ni siquiera preguntaron por el consentimiento de ella—. Mira, ¡me esforcé muchísimo para que ustedes me creyeran y verificaran las pistas, y cuando logro algo ustedes lo echan a perder!

El policía no hizo más que mirar a otro lado, avergonzado y nervioso, en eso tenía razón Frisk, de no ser por su tardanza en traer a los animales hubieran llegado antes en la patrulla. Se disculpó, obteniendo un asentimiento de la muchacha.
El tono de un teléfono se hizo presente captando la atención del uniformado que agachó su cabeza en disculpa, pues era su móvil, para después contestar e irse caminando mientras hablaba.

[. . .]

—¡Sans, voy a salir! —al obtener una afirmativa típica de su hermano salió de ahí con una sonrisa. Papyrus traía una bolsa en la mano e iba vestido con normalidad, aunque más formal que siempre.

Tardó bastante en llegar a su destino, viendo la escena que su mejor amiga le había armado a un investigador de la prensa. Con calma tomó el teléfono que estaba en la barda y se escondió detrás de un árbol, comenzando a escribir en cierta conversación llena de vistos a la otra persona.

Al regresar apagó el teléfono ajeno, metiéndolo en su bolsa de compras. Frisk ahora estaba apoyada en la pared, avergonzada por el griterío que le dirigió al periodista, escondiéndose con vergüenza entre sus manos.

—¡Nyeh, Frisk! —saludó con emoción, abrazándola con seguridad, sabiendo que ella no rechazaría su abrazo—, ¡tardé en encontrarte! Unos tipos allá atrás estaban con unos perros, ¡y casi no me dejan pasar!

—Hola Paps —le sonrió, con una notable tristeza en su rostro. Se dejó abrazar, acomodándose entre los brazos del mayor—. Tardaste mucho, creí que tendría que ir a la comisaría yo sola.

—¡No, no, y no! Nunca te dejaría sola, ¡lo sabes bien, el gran Papyrus no abandona a sus amistades! —era tal el orgullo con el que lo exclamó que la menor no tardó en mostrar más emoción y determinación, misma con la que siempre solía andar—. Lamento que Sans no haya venido, el vago no quiso salir. Ya sabes, sigue deprimido por todo lo que ha pasado.

—No, no, comprendo que le haya dolido perder a su padre —le interrumpió, haciendo que Papyrus se guardara su quejido de frustración por no dejarle terminar—. Sé que es horrible perder a alguien cercano. No sabía de la situación y le hablé mal…

—Nye, bueno, no importa. ¿Conseguiste alguna pista? —preguntó con sumo interés, sentándose donde su amiga antes estaba—. Cada vez me preocupa más el caso…

Sí, porque eso le causaba problemas e incomodidades a su hermana.
Frisk le vio con seriedad, en una afirmativa a su pregunta.

—Estuvieron aquí hace unas horas, pero los policías tardaron en llegar, todo por los perros —gruñó infantilmente, sintiéndose realmente cómoda al ya tener a su fiel ayudante a un lado—. Pero al menos tenemos información más viable, se encontró un sótano hace una media hora, el oficial fue a revisarlo.

—¿Un sótano? —la castaña afirmó, de nuevo—, pueden haber cosas peligrosas ahí, ¿crees que estén bien? No quiero más heridos por la búsqueda, fue horrible ver las reacciones de sus familias ante los heridos de la última vez…

—No me recuerdes eso, por favor —pidió, en un ruego, ella ya había logrado olvidar eso por su bienestar. Ahora sentía sus pecados trepando por su espalda—. Sucedió hace medio año, no tiene sentido recordarlo.

—Sí, y la pérdida de tu prima sucedió hace dos —se golpeó mentalmente, esperando que la castaña no lo tomara mal. En vez de eso ella rio, asintiendo.

—Tienes razón, es muy hipócrita lo que dije… lo lamento, Paps —se acercó a él, sentándose a su lado para apoyar la cabeza en su hombro.

—Claro, necesitaba corregirte, Frisk. ¡Eres mi mejor amiga, debo cuidar que no vayas por mal camino! —la de suéter sonrió, esa era una razón por la que confiaba en Papyrus, él siempre estaba en lo correcto, siempre era positivo, y siempre estaba cuando lo necesitabas.

Lástima que él solo aprovechara esa confianza para su beneficio propio.

Sister [Chara]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora