Capítulo 28: Zed.

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En multimedia: Dua Lipa - Begging.

            Capítulo dedicado a Celines2504 ☺️

Tenía que callarme, tenía que ocultárselo y apenas sus ojos entraron en contacto con los míos las putas palabras salieron de mi boca sabiendo perfectamente que va a asustarse hasta la mierda. Sus manos empiezan a temblar aún sobre mi cara y niego con mi cabeza intentando calmarla.

—Clari...

—No —susurra—. No, no, no. No pueden hacerte daño, no pueden —musita y al siguiente segundo la tengo pegada a mí como una lapa, rodeándome con sus brazos y ejerciendo más fuerza que nunca.

—Tranquila, Clarisa. No me harán daño —minimizo la situación.

—No podría vivir sin ti, no podría. Zed por favor —solloza.

—Clarisa, nena. No van a hacerme daño, por favor, no llores. Estamos llamando la atención —le digo bajito. No me importa llamar la puta atención, ni siquiera la de Amber, pero quiero que se calme, que se tranquilice—. Oye, no pasa nada. No van a hacerme nada mientras no cometa algún error. Quizás Donaldo dijo eso porque tenía que hacer un par de entregas este fin de semana y lo ignoré, no he respondido sus llamadas y tampoco sabe en dónde estoy.

—Sácame de aquí —me pide. El llanto está empeorando. ¡Joder! Debí mentirle. ¡Maldita sea!

—¿Qué pasa? —Amber se nos acerca preocupada. Clarisa se oculta detrás de mi cuerpo—. ¿Qué le hiciste?

—Nada, se ha sentido mal de pronto.

—Clari —trata de hablar directamente con ella.

—Perdón Amber, estaré bien en unos minutos. Volveremos enseguida —contesta Clarisa y tira de mí hasta que en un par de segundos estamos frente a nuestra habitación.

Abro la puerta preocupado. Cuando le dije que aún trabajaba para Donaldo no tuvo una reacción como esta, fue muy madura, serena, valiente. La veo entrar a paso lento y en cuanto cierro la puerta se vuelve a colgar de mi cuello y esconde su rostro en mi pecho. Mi instinto protector me hace alzarla en el aire y sus piernas rápidamente se cuelgan de mis caderas. Camino con ella de ese modo hasta que me siento en uno de los sillones y aparto su rostro de mi pecho.

Tiene las mejillas tan rosadas y los ojos ya se le ven hinchados. Niego con mi cabeza, ¡mierda!, con ella en ese estado me es difícil preocuparme por algo más que no sea su tranquilidad. Le limpio las mejillas con mis pulgares, pero las lágrimas no dejan de salir y me inicio a preocupar.

—¿Cuándo irás a la policía? —me pregunta enterrando sus dientes en su labio inferior.

—Primero tengo que averiguar cuál es la situación real...

—La situación real ya la sabemos, Zed. Hemos estado muy felices creyéndonos capaces de manejar esta situación, pero no es así...

—Clari...

—No, Zed. Todo lo que hemos hecho desde que me confesaste lo de Donaldo es entretenernos con nuestros problemas sentimentales y familiares. Nos hemos olvidado de que ese hombre no es ningún santo y ahora tú... podrían... qué tal —la voz le tiembla tanto.

—No voy a morir —le aseguro. Sé perfectamente que bien podría hacerlo. Solo quiero calmarla, está asustadísima.

—Ve a la policía, me dijiste que lo harías y sigues posponiéndolo. Tienes que ir, por favor hazlo. No quiero regresar a Boston y que nuestra vida se convierta en un completo caos. No quiero perderte de ninguna manera. Yo te necesito tanto, yo sin ti... Zed... Sé que a veces me contradigo, que a veces me molesto contigo por cualquier tontería y me gusta llevarte la contraria, pero quiero que sepas que dentro de mí hay tanto amor por ti que por segundos creo que voy a explotar. ¿Me entiendes? Es desconcertante, es hasta preocupante. Lo que siento por ti es más grande que todo, que todos, y yo sin ti no podría, me quedaría sola nuevamente. Un día me dijiste que yo era tu brújula y sé perfectamente a lo que te refieres porque tú eres la mía.

RETANDO AL OLVIDO (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora