Capítulo 31: Zed

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Multimedia: Sam Tsui & Christina Grimmie - Just A Dream
Capítulo dedicado a marla_varela ☺️


Después de llamar al doctor y obligarme a no lamentarme más y mostrar un poco de dureza ante la situación, han conseguido estabilizar a Clarisa, quien después de mis palabras se ha desmayado. Me he quedado viendo desde el cristal todo el proceso. Entre más la veo más me convenzo de qué es lo que debo hacer con ella.

Me lleva trabajo dejarla sola, no me importa que esos dos hombres que ahora cuidan la puerta se queden, no quiero estar lejos si despierta otra vez, pero, supongo que tendré que acostumbrarme. Aunque la idea de que otros dos tipos me sigan a todos lados no me agrada del todo, debo decir que me siento un poco más seguro. Sobre todo, porque tengo más de veinte llamadas perdidas de Donaldo, tres de Margaret y una de Amber.

Ignoro a qué hora todos los que estaban con nosotros en la discoteca recibirán la visita de los oficiales, mientras tanto voy a ignorar las llamadas. Hasta que no vea el puto video que conseguirán no pienso hablar con ninguno de ellos. El cariño que le tengo a Iván y Eva es mucho, igual a Amber, Jack se ve inofensivo, sin embargo, no puedo confiar. Antes de irme le pido al médico que no informe a Clarisa del veneno, ni del bebé. Quiero ser yo quien se lo diga.

En el apartamento me siento nuevamente débil. Ya me estaba acostumbrando a toda esa mierda de encontrármela dentro siempre que volvía a casa o pasar por su trabajo, almorzar todos los días con ella... ella... ella... ella. 

<<Vamos, Zed. Sabes que es lo mejor>>

Me ducho bastante rápido y a pesar de que mis ánimos no son tantos me apresuro para llegar a la estación de policía que mi padre me indicó. ¿Estoy nervioso? Claro que lo estoy, más que nunca en la vida. Joder, papá tiene razón. No se trata de un juego. Uno de sus abogados me acompaña hasta la pequeña sala de interrogatorios y desde el momento en el que entro es inevitable no sentirme como un delincuente. Sí, quizás es lo que soy, de algún modo u otro.

—Su padre me ha puesto al tanto. Diga lo que sabe, pero, si le recomiendo no contestar a alguna pregunta hágame caso.

Asiento y espero varios minutos hasta que un agente que no trae los típicos uniformes de los oficiales comunes entra y se sienta justo frente a mí. Me doy cuenta de la forma en la que me mira, mis tatuajes y mi jodida apariencia no ayudan mucho. Seguro no creerá tanto en mi historia. Maldita sea la sociedad y sus puñeteros estereotipos.

—Soy Tristán Melkot. Me han encargado su caso, Zed... Lo escucho. Sé que es una confesión, no un interrogatorio común. Así que hable y luego haré algunas preguntas.

Vuelvo a narrar mi patética historia de cómo de la noche a la mañana me involucré en los putos negocios de Donaldo. Es hasta este instante en el que me doy cuenta de que ni siquiera me sé el nombre completo de ese hombre, tampoco dónde vive, o si es el único jefe de lo que Tristán ha catalogado como "organización de lavado de dinero". También me siento increíblemente estúpido al descubrir que no tengo tanta información como pensaba. Lo cierto es que después de aquel asesinato que había presenciado, las cosas se dieron bastante tranquilas. Lo más peligroso que habíamos hecho era intentar robar la casa de empeño y las persecuciones de la policía. El resto de las amenazas, el accidente, habían sido obra de Donaldo y ahora el intento de asesinato en contra de Clarisa. Más nada. 

—Escucha, lo que me dices puede servirnos de mucho, pero no es suficiente. Tu padre conoce a algunas personas que bien podrían meter su mano en donde no deben y hacerte las cosas más fáciles... eso es cierto. A pesar de ello tienes que saber que la justicia no funciona así. Podríamos ir a esas bodegas que has mencionado y montar todo un operativo para arrestar a ese tal Donaldo, estaría en prisión unos meses y luego de establecida una fianza lo más probable es que salga libre por falta de pruebas. ¿Lo entiendes? Si quieres que ese hombre y su gente terminen con una condena de más de diez años o toda su vida, necesitamos más información Zed —me explica y apoya sus codos en la mesa metálica.

RETANDO AL OLVIDO (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora