Blancanieves 🍎

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Morgana tenía un problema, cada vez que ideaba un plan para deshacerse de su medio hermano este salia mal y terminaba por fallar. Le había llevado algo de tiempo hallar su error, el problema no era ella, si no aquel molesto sirviente que el príncipe tenía, Merlín. Primero debía eliminarlo a él para obtener lo que quería debido a la extraña lealtad que este le tenía, siempre se veía dispuesto a sacrificar lo que fuera por el engreído de Arthur.

Comenzó entonces por pensar una manera idónea de acabar con el joven sin que le llegara una en absoluto frustrandose más de lo que ya se encontraba. Su rostro se ilumino de pronto, podía usar a Gaius.

La bruja llego a Camelot con el rostro cubierto y sacando un pequeño saco con monedas de oro se acerco a una vieja señora que pasaba frente a ella, no sin antes asegurar la presencia del medico de la corte.

-Te daré 40 monedas de oro- comenzó diciéndole- si logras que aquel anciano- le señalo a Gaius- acepte esto.

Morgana extendió una bufanda de un rojo muy vivo ante la vista de la vieja quien tomo el trozo de tela sin pensar y se acerco al hombre, la bruja no supo como, pero aquella mujer había logrado su cometido, ganando unas monedas extra en el procesó, ahora sólo restaba esperar, entrego lo prometido y se encamino de vuelta a su escondite, observaría desde lejos.

Gaius era ignorante de la verdadera procedencia de aquella pieza de ropa, para él era sólo un pequeño obsequio que pretendía dar a Merlín y sin dudar un poco se la entrego a su protegido apenas cruzo la entrada. El joven mago la tomo agradecido, retirando la vieja bufanda de su cuello y colocando la que amablemente le había sido regalada por su tutor.

-Se te ve bien muchacho- le halago Gaius- iré a tirar esta- agrego el medico mientras salia.

Merlín sonrió antes de que una ligera presión en su cuello le hiciese torcer los labios, aquel trozo de tela lentamente se iba pegando a su piel como si esta buscara adherirse a ella; el aire le comenzó a faltar, aun jalando la bufanda no cedía y le estaba asfixiando, cayó al suelo medio inconsciente.

-¡Merlín!- escucho junto al azote de la puerta- ¿En dónde te metiste pequeño tonto?

Reconoció la voz del príncipe Arthur, este se encontraba furioso, era tarde y de Merlín ni sus luces.

-Gaius- llamo el rubio.

Arthur avanzo hasta encontrarse con una mata de cabello negro en el suelo, alarmado asomo la vista encontrándose con su siervo pálido e inconsciente. Lo tomo en brazos sin saber que hacer, no respiraba y sus latidos se hacían más lentos, grito por Gaius varias veces sin obtener respuesta, quería buscarlo, pero no podía dejar al joven solo; miro a Merlín, examinándolo de arriba hacía abajo, percatándose de la ajustada bufanda alrededor de su cuello sacó su espada y la corto de un tajo. El joven mago volvía a respirar, regresando el color lentamente a su rostro y su pulso era constante nuevamente. El príncipe tomo el trozo de tela enfadado, Gaius había entrado a la habitación saludándolo.

-¿De donde salió esto?- pregunto de forma brusca.

-Se la compre a una mujer para Merlín, su alteza- respondió confundido el médico- ¿ocurre algo?

Enfurruñado salió del lugar con la bufanda rota en sus manos.

Morgana, mirando desde un espejo, hecha una furia maldijo al rubio, un plan más surco su mente. La bruja estafo a uno de los guardias del castillo y entregándole una daga le dio la orden de apuñalar con ella al joven siervo del príncipe.

El guardia se encamino a la habitación del heredero, a esa hora solían preparar el agua para su baño, abrió la puerta de la alcoba encontrando al sirviente ensimismado con su tarea mientras murmuraba quejas en voz baja. Se acercó a él con sigilo, cuando estuvo lo suficientemente cerca cubrió su boca para callar cualquier grito de sorpresa y hundió la daga en la espalda del joven que de inmediato cayó inconsciente. Salió del lugar tan pronto como había entrado.

Varios minutos después entro Arthur, llamando a gritos a Merlín mientras se desvestía, el siervo yacía nuevamente en el suelo inconsciente. El príncipe encontró una daga incrustada en su siervo que no pudo sacar sin importar cuanto empeño pusiera en ello, parecía haber sido sellada sobre la espalda del joven, Arthur mando a sus guardias por Gaius.

-Es magia, señor- le dijo el viejo médico tras analizar la daga en el cuerpo de sus protegido- no puedo hacer nada, sólo magia puede contra la misma.

-Has lo que debas- respondió Arthur con dureza, disimulando la preocupación que albergaba su pecho.

Tras unas palabras recitadas por Gaius la daga salió fácilmente, dejando una gran herida sangrante, Merlín se sentó de golpe soltando un quejido de dolor.

-¿Qué a sucedido?

-Alguien intenta matarte- respondió Arthur- y no saldrás hasta que sepa quien- sentenció el rubio.

En su tugurio Morgana ardía en cólera y entre maldiciones rompió el espejo que le había servido para ver sus planes fracasar. Si quería que algo se hiciera bien tendría que hacerlo ella misma, se había decidido por lo básico un hechizo de envejecimiento y una manzana envenenada.

Merlín se encontraba aburrido mirando por la ventana de la habitación de Arthur, no le había creído a este cuando le dijo que no saldría por nada, el rubio lo había tomado muy literal, en su paranoia había hecho que Gwen le llevara la comida y otro sirviente se encargara de sus quehaceres. El joven mago suspiro, si Arthur le veía con la ventana abierta entraría en pánico, dispuesto a cerrar la ventana avisto a una anciana con una gran cesta de manzanas que en un abrir y cerrar de ojos de encontraban regadas por todo el suelo, al notar como la gente la pasaba por alto bajo a su ayuda.

-Permítame- dijo el joven siervo mientras recogía la fruta- la gente no suele ser así.

Morgana puso la mejor cara que pudo, mostrándose agradecida y afable.

-Eres un buen muchacho- le halago- y como agradecimiento me encantaría que tomaras esta manzana como un obsequio.

Merlín apenado pensó en rechazarla, pero cuando miro los ojos de la mujer no pudo y termino por aceptarla, no negaría que el hecho de que fuese su fruta preferida lo había influenciado.

-Comela, es muy dulce- sonrió Morgana.

Merlín la miro y le dio un gran mordisco desvaneciéndose al instante.

-Ya no molestaras más.

Morgana se alejo dejando el cuerpo del joven en el suelo.

-Le dije que no saliera por nada- Arthur lanzaba todo a su alcance, Merlín yacía sobre su cama tan blanco como el papel- ¿por qué nunca haces lo que se te pide?- el príncipe se desplomo a un lado de la cama tomando la fría mano del joven entre las suyas, lágrimas de impotencia desbordaban de sus ojos.

Arthur había buscado alguna daga en el cuerpo de su sirviente sin encontrar nada, había cortado su bufanda, retirado sus botas y camisa, pero nada paso. No le quedo más opción que besar los fríos labios y ordenar que se lo llevaran.

Gwaine tomo el frío cuerpo de su amigo por los hombros y Lancelot por las piernas para llevarlo a la camilla, dejándolo caer accidentalmente al suelo, la mirada fiera de Arthur los dejo helados y nadie se percato de el trozo de manzana que el joven había escupido despertando en el acto.

-¿Qué ha pasado con mi bufanda?

Los dos caballeros miraron con sorpresa a Merlín y el príncipe fue a tomarlo entre sus brazos.

-Recuerdo haberte dicho que no salieras- reclamo el rubio escondiendo el rostro en el cuello de Merlín.

-La anciana necesitaba ayuda- se defendió el moreno.

Morgana caminaba por el bosque hacia un riachuelo, con el espejo roto tendría que valerse de otro medio, las palabras no pudieron describir la furia de la bruja cuando al terminar el hechizo el agua le mostró a Merlín vivo y riendo ante los reclamos de Arthur, tendría que esperar.

[Merthur] Fairy talesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora