FUERZA... NO, MÁS BIEN... DEBILIDAD.

193 18 1
                                    

Hongbin no solo me había enamorado, sino que sentía una gran admiración por él que no encontraba cómo describirla. Durante noviembre había ido a su trabajo, según esto porque su jefe había salido de viaje a revisar futuros proyectos y a reunirse con el famoso señor Bo en Taebaek, y bueno... Había asistido porque iríamos al cine saliendo del taller, esta vez en uno que quedaba "cerca" de su trabajo. Era sábado, el mismo sábado que él decía no tenía deber de ir a trabajar y aun así lo hacía, algunas veces llegaba a creer que era él mismo quien se creaba presiones y no sus jefes. Yo tenía el día libre y por lo tanto fui a verlo una hora y media antes de lo acordado y ese tiempo me bastó para saber que sí, lo admiraba como si fuera una especie de súper-héroe.

-Woahh... Tu oficina es tan bonita. –Y para nada mentía, había un sinfín de cosas interesantes, incluso las papeleras eran llamativas, y los archiveros de color azul eran magníficos, resaltando una decoración varonil, sofisticada, pero maravillosa y única.

-Gracias. –Sonrió apenado, entorpeciendo un momento antes de cederme el asiento de su jefe, en el escritorio de junto, y volver a la puerta para cerrarla. –Llegaste... Temprano, ¿eh?

-... Perdón por llegar a esta hora... No tenía nada qué hacer.

-Envidia total. –Rió y volvió a su escritorio, girando un poco en su silla para vernos de frente. -¿Gustas agua? ¿Un refresco?

-No, no, así estoy bien, gracias. –Por un segundo me sentí de nervios, y traté de despistar mientras observaba la oficina, sus maravillosos colores, la luminosidad, todo a nuestro alrededor.

Me había costado trabajo relajarme en esa oficina, pero sin lugar a dudas lo logré después de que Jihoon tocara a la puerta y era invitado por ellos para ver un poco de "acción". Me incorporé de mi asiento y los acompañé en un recorrido por las instalaciones, primeramente, de otras oficinas que me recordaban a mí, como recursos humanos, luego los pasillos se hacían cada vez más amplios hasta llegar a un comedor, una especie de sala con casilleros, luego una hermosa recepción que me mostraba una entrada que no había visto y que tal vez era la principal, sintiéndome algo culpable pero era que Hongbin me había dado indicaciones de dónde dirigirme para buscarlo, lo cual había sido una entrada particular para el personal que trabajaba en las oficinas y que eso me explicaba ahora por qué había un guardia de seguridad en la entrada, administrando los tiempos y visitas.

El recorrido sin embargo no se detenía en esa recepción, era apenas el comienzo para mí cuando atravesamos unas puertas hacia una nueva sala, la cual era tan inmensa como una bodega y que guardaba nuevos compartimientos en los cuales me sentí como un crío, una novatada de lo peor. "Sabes usar equipo de seguridad, ¿cierto?"... Bueno, no realmente. Hongbin me había ayudado a abastecerme con casco, lentes, guantes, audífonos e incluso botines de seguridad, por un segundo creí que iría a la guerra con tantas cosas que me eran sujetadas y mientras terminaba de asegurar mi equipo una nueva persona apareció con nosotros, un chico tal vez un poco mayor que nosotros pero que no dejaba de hablar con suma cordialidad hacia "Hongbin-sunbaenim" a cada segundo, entregándole tanto a él como a Jihoon unas tablillas portapapeles con severas hojas impresas, formularios, números y gráficas que desconocía. "¿Vamos?" me preguntó con una sonrisa hermosa, resaltando sus coquetos hoyuelos y en silencio los seguí, conociendo al fin el famoso taller.

Me faltaron ojos para ver todo mi entorno porque era demasiado para mí, las personas trabajando, los materiales que laboraban. Seguí silenciosos sus pasos, observaba el detalle con que Hongbin inspeccionaba unas piezas de madera y decía algo con positivismo; caminamos un tramo más y el piso se tornó negro, observaba cómo pisábamos pequeñas partículas blancas como si fuera nieve y de pronto los pasos cesaron. Frente a nosotros había un hermoso jarrón blanco, tal vez un posible macetero extravagante, de curvas perfectas y los tres se apegaron a las hojas de sus tablillas como si fueran universitarios en crisis de exámenes; las cosas no variaban mucho, y sonreí por dentro cuando lo vi interactuar con unos trabajadores, uno de ellos era un señor que parecía estar capacitando a alguien nuevo, Bin saludó, platicó vagamente sobre algo del trabajo con ellos y comenzaron a rebuscar una y otra vez los muestrarios de colores, "recuerden que debemos apegarnos a los colores representativos del cliente, él lo ha requerido así"...

INSIDE (InOut Segunda Temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora