VENTANA.

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Abrir los ojos y ver a Hyuk acostado a mi lado era algo que había extrañado día con día, era una droga que necesitaba con urgencia y cada hora lejos de él me hacía entrar en un grado de paranoia cada vez peor. Me volvía loco, y no había manera física de descargar todo lo que se encerraba en mi cuerpo, no importaba si gritaba, si lloraba o si golpeaba la pared... La tensión presionaba mis músculos al grado de caer rendido, sin importar dónde estuviera. Me avergonzaba de mí mismo, y soñar con mi padre no me ayudaba en nada, peor cuando soñé que él estaba vivo y que me escupía en la cara después de golpearme en el piso de su consultorio dental. Despertaba adolorido, despertaba con el autoestima en el subsuelo, con la energía de un anciano en fase terminal... Despertaba odiándome, volviendo a caer dormido por culpa de mi tensión muscular. Y cuando volvía a abrir los ojos, resultaba que me había quedado dormido de nuevo incontables veces en el día, sucedía sin que me diera cuenta ni del tiempo ni del espacio, podía estar comiendo y caía rendido una vez más, durmiendo a causa de mis frustraciones que me secuestraban a un trance pacífico donde dormir era la única solución a mis problemas.

Bo se daba cuenta, y fue demasiado amable al invitarme a dormir en su casa noche tras noche, pidiéndome comodidad como si viviera ahí de toda mi vida. Pero incluso su gentileza me agobiaba, me creaba la idea que le estorbaba, que solo me transformaba en un parásito inútil.

-Buen día. –Escuchar su voz me relajaba, la tensión en mis músculos desaparecía, quedándome en blanco, cuestionándome por qué no lograba recordar mis sueños, o pesadillas, esa mañana.

-Buen día, Hyuk. –Me acurruqué en la cama y las cobijas eran tan cálidas que hasta mis mejillas podían sentirse así, observé sus brillantes ojos y la finura con que sus labios estaban perfectamente acentuados, su arco de cupido hermosamente curvo... Brotó en mí una fascinación por Hyuk que se había marchito, probablemente estaba tan adentrado en mis pesadillas que olvidé la belleza de la vida, la fortuna de su existencia, la calidez de su amor que me regalaba con un simple tacto suave en la boca y que me hormigueaba el estómago como si fuera el primer beso en mi vida.

-¿Dormiste bien?

-Bastante bien... ¿Qué hora es?

-Las once con diez de la mañana.

-... ¿Tan tarde?

-Dormías tan tranquilo que no quise despertarte. ¿Tenías ocupaciones desde temprano?

-No, nada...

-... ¿Cómo te sientes?

Cerré los ojos al momento en que su mano me acarició el cabello y rápidamente lo sentí abrazarme, refugiándome en su pecho, escondiéndome en su cuerpo, ambos ocultos bajo las cobijas. Esa pregunta era demasiado pequeña y demasiado grande al mismo tiempo, no sabía describirle verdaderamente cómo era que me sentía... A su lado estaba bien, a su lado nada más existía ni importaba para mí, pero bastaba con que Hyuk me dejara solo un segundo para sentir que el mundo entero me daba una paliza.

-Estoy bien.

Pero mi voz delató todo lo contrario, mi boca, al abrirse, liberó las preocupaciones que me estrujaban el corazón, mi voz insolente, mi patético temor, mis nauseabundos miedos, todo ese mal que me pudría, salió de mi boca con un "estoy bien" para nada convincente.

Sin darme cuenta, me escondía sobre el cuerpo de Hyuk, sintiendo cómo mi cuerpo volvía a tensarse un poco, luchando contra la satisfacción que sus brazos me brindaban, las caricias de sus manos en mi espalda y cabello, sus besos en mi cabeza y su pacífica respiración contra mí. Giraba dentro de un abismo que me mantenía flotando en el limbo, y quería decirle todo, quería confiarle mis peores pensamientos, pero él no merecía eso, él no tenía por qué escuchar todas esas incoherencias, no era su culpa, no podía perjudicarlo, no me iba a perdonar el ponerle encima una carga que no debía lidiar con.

INSIDE (InOut Segunda Temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora