Hogar

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 JIMIN / 지민 

Me encontraba conduciendo hacia casa de Jungkook.  

Ese día, oficialmente, se mudaba conmigo. Oficialmente, porque en realidad la mayor parte de sus pertenencias ya se encontraban en mi departamento. Realmente no sabía en que momento, pero con el paso de los meses ropa, artículos de higiene, comida, libros y cosas de música fueron haciéndose espacio en los pequeños huecos de mi hogar. Hasta había peluches suyos, de los cuales Tina (mi gatita siamés) ya se había apropiado y que desconocía cómo es que habían llegado a mi sala. 

Sin embargo, dos semanas atrás las cosas realmente habían cambiado. Nos habíamos enlazado. El día siguiente de nuestra unión fue hermoso, nos la pasamos en el hotel haciendo el amor y planeando nuestro futuro. Como era fin de semana podíamos encerrarnos en nuestro mundo sin preocuparnos por nada, pero el día que siguió fue devastadoramente largo. Desde el momento en que nos separamos, nuestros lobos gruñeron inconformes, era normal, generalmente la distancia era difícil de manejar para quienes acababan de unirse, los lobos y particularmente los omegas requerían de un periodo de adaptación y renovación de marcas y los alfas por instinto cuidarían de sus parejas hasta que todo se equilibrara. 

Desde que llegué a trabajar mi lobo gimoteaba lastimeramente por su alfa, a través del vínculo jalaba y trataba de que éste llegara a cobijarnos. Podía sentir la necesidad de Jungkook a través de nuestra conexión y como pude trate de mandar pensamientos tranquilizadores. Ese día hablamos más por teléfono de lo que lo habíamos hecho en todo nuestro noviazgo. 

En la noche, estaba sumamente agotado y mi lobo se sentía abandonado y necesitado de su alfa. Como pude traté de calmarme y me tiré en la cama, nunca antes las sensaciones y deseos de mi lobo habían sido tan fuertes y tan difíciles de contener. En un esfuerzo desmedido tomé un baño caliente y me enfundé en mi pijama, hecho bolita en mi cama. Tina me observaba desde el marco de la puerta en silencio. No quería llamar a Jungkook, sabía que tenía cosas de la escuela y lo que menos deseaba era interrumpirlo, por lo que traté de dormirme. Sin embargo, lo único que logré fue dar vueltas sin lograr encontrar una posición cómoda. Mi omega exigía el cálido y grande cuerpo del alfa para dormir, se removía inquieto en mi interior y eso complicaba aún más mis intentos por conciliar el sueño. A la una de la mañana sonó el timbre. Envuelto en una sudadera de Jungkook salí a abrir la puerta y justo en frente de mí se encontraba mi alfa, en pijama, pantuflas y con un gran abrigo encima. 

En dos segundos, me había lanzado a sus brazos.

—¡Kookie! ¿Tampoco podías dormir?

Acerqué mi rostro a su cuello y me froté contra él. Me gustaba tener su olor sobre mí.

—No. Pensé que dormiría más tiempo si venía contigo, si me quedaba en casa iba a estar despierto toda la noche. 

Agarré su mano y lo jalé hacia mi cuarto. En dos segundos nos habíamos desecho del abrigo y la sudadera y nos habíamos acurrucado en la cama. Nuestros lobos se encontraban felices, entre marcas de olor y la seguridad de sus brazos mi omega se sentía cuidado y querido. Acostado sobre su pecho, él me daba cariñitos con su mano.

—¿Y cómo te viniste?

—Papá me prestó el coche.

—¿En verdad? Pensé que había dicho que primero las vacas volarían.

—Jajajaja lo sé, pero creo que entendió que era una emergencia.

—¿Y qué haremos ahora?

—¿Dormir?

—No, bobo. Me refiero a la situación, creo que no podré dormir si no estás conmigo de ahora en adelante —. Jungkook dejó un beso en mi coronilla y apretó su abrazo.

—Lo sé, yo me siento igual. Creo que tendremos que adelantar la mudanza.

Originalmente el plan era que en cuanto se graduara se viniera a vivir conmigo de manera definitiva, pero a veces los plannes cambian. Por lo que sólo asentí mientras me dejaba llevar por el sueño. Desde ese día Jungkook había estado brincando entre su casa y la mía, aunque había dormido conmigo todas las noches. Sin embargo, aún tenía cosas que empacar y había que avisar a los señores Kim. 

Por esa razón me encontraba conduciendo hacia la que sería la casa de mis suegros. Al llegar a la casa estacioné el coche —que Hoseok amablemente me había prestado— y me dirigí al pórtico de la casa para tocar el timbre. Pasados unos minutos el señor Namjoon apareció ante mí. Su expresión denotaba cansancio.

—¡Jiminnie! ¿Cómo estás?

—Muy bien. ¿Y usted? 

—Pues... —suspiró— sobreviviendo. ¿Ya listo para llevarte a ese niño contigo?

Asentí sonriente. 

—Más que nunca. ¿Está en...

—La sala. Ah y te pido una disculpa de antemano  por lo que estás a punto de presenciar.

—¿Eh?

Entré a la casa y tardé sólo unos minutos en saber a qué se refería. En la sala se encontraba Jungkook con una expresión de "Alguien sáqueme de aquí" y su mamá-papá aferrado a su cuello llorando como Magdalena.

—¿No puedes esperar ca-cariño?

—No mami, ya es hora.

-Buaaa ¿En qué momento creciste tanto? To-todavía me acuerdo cuando eras un bebé, eras tan, pero tan bonito ¿Te acuerdas Nammie? Y de pronto ya te había salido tu primer diente y en un parpadeo ya habías encontrado a Jiminnie. Ahhh ¿Por qué no pueden ser niños para siempre?

—Es el ciclo de la vida mami.

Jungkook le daba palmaditas cariñosas al omega mientras el señor Namjoon tomaba a su esposo y trataba de tranquilizarlo. Aunque siempre tendrían un vínculo de familia, el desapego para los padres omegas siempre era más difícil y más de alguien como el señor Jin que tenía corazón de pollo.

—¿Por qué Nam? ¿Por qué no pueden vivir con nosotros?

—Ellos necesitan su espacio Jinnie —dijo el señor Kim mientras le limpiaba las lágrimas.

—Pe-pero los vamos a ver seguido ¿ve-verdad?

—Sí mami, estaremos a veinte minutos de aquí, no en Marte. Ya no llores.

—Mgggg, lo siento cariño —. Después se acercó a mí y me abrazó muy fuerte. —Lo cuidarás ¿verdad?

—Se lo prometo. 

—Yo sé que el cuidará de ti. Cualquien cosa no olviden que aquí también es su casa.

Sólo asentí y sentí como se me escapaban un par de lágrimas. No me juzgen, andaba muy sensible y ver al señor Jin así podría partir el corazón de cualquier piedra.

Después de un panqué y ya todos más calmados, Kookie y su papá subieron al coche las cajas y aparatos que faltaban. Nos despedimos de manera rápida para evitar que su mamá se pusiera sentimental otra vez, me senté en el asiento del conductor y él se subió del lado del copiloto. 

—¿Estás listo para irnos?

Él se veía nervioso, pero feliz. Tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos, mientras acercaba su nariz a la marca de mi cuello y me daba unos besitos.

—Sí, vamos a casa Minnie.

❧Gracias por leer y disfrutar de la historia, espero les haya gustado mucho

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❧Gracias por leer y disfrutar de la historia, espero les haya gustado mucho.❧



Inefable II Kookmin OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora