Dulces sueños entrenador: Parte 4

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-Shuuu... Haces demasiadas preguntas y yo solo quiero respuestas. Déjame invadir tus sueños y pensamientos mas profundos, para convertirte en la mejor entrenadora del mundo. A cambio, Darkrai y yo te brindaremos protección y respeto, pero debes entender que debes de cumplir con lo que te ordena.

-Solo sácame de aquí, has que todo el mundo se calle y deje de lastimarme por favor, tú... Alma que vaga en mis pensamientos, tú... Yo... Ghost... Por favor...

Y antes de que Don continuara, cayó dormida, siendo arrullada por esa melodía que solo crecía en su cabeza, la melodía que la relajaría y la melodía que seria ahora su símbolo, y la sonrisa de Ghost que crecía en su interior.

Don despertó por las voces de Nando y la enfermera, se mostraba preocupado y Lina llevaba algunos obsequios para Don, mientras ellos se mostraban aliviados de ver a Don, los pokémon de esos chicos se encontraban al rededor ansiosos de ver a su entrenadora aunque ella no se notaba agradecida por el gesto, en cambio estaba enojada y agotada. En ese día las cosas pasaron muy rápido.

-Nos alegramos de verte despierta Don- dijo Nando a su amiga.- Es un alivio para nosotros, hoy saldrás de este asqueroso sitio y podrás descansar unos días para por fin irnos. Oye, te tengo una gran sorpresa, la líder de gimnasio quiere retarte a una batalla, ¡No es eso increíble!-.

-Solo quiero salir de aquí, ¿me van a quitar las vendas?-. Don respondió con indiferencia, esas vendas no solo la incomodaban, también las lastimaban.

La enfermera que se encontraba con ellos se dispuso a cortar las vendas, con cautela mientras Nando, Lina y los pokémon esperaban emocionados al ver a su amiga sana. Pero, cuando la enfermera quito la ultima venda de los ojos de Don, todos dejaron de mirarla, no se convencieron por lo que estaban viendo. Ahora entendían el porque el dolor físico de Don, pareciera que las llamas de ese pokémon tipo fuego no lastimaron el cuerpo de Don.

Se mantenía sana su piel, pero no la del rostro. Esta tenia marcas de quemaduras en tono rojo y sus ojos, sus ojos estaban salidos de sus orbitas, como si alguien hubiera jalado de los parpados y los hubieran escondido. Don sabia que no estaba bien, la reacción de todos declaraban que su rostro estaba herido, en un estado incurable.

-Chicos.. ¿Qué pasa? -Casi dijo gritando Don, asustada.

-Don, ¿te sientes bien? tu... Tus ojos... Están... -Tartamudeo Lina, mientras compartía un espejo con Don y Nado intentaba hablar con la enfermera, los pokémon temblaban al sentir eso que se desprendía del interior de Don.

Don vio su piel quemada y herida, no pudo evitar soltar el espejo, gritar, llorar y sentir dolor. Ahora no podía cerrar fácilmente sus ojos y sabía que no sanaría debido al trato que hizo con esos pokémon, si así se les puede llamar. La enfermera les ofreció un tratamiento largo, Don no quiso hablar de eso y ordeno que todos se fueran, ella saldría dentro de unas horas.

Al salir del hospital, Nando protegió a Don y Lina fue de gran ayuda para hacerla sentir mejor, tenían que pasar por el gimnasio pokémon donde Don recordó lo que pasó, claro, recordó que ella no volvería a ser normal por culpa de Ed, así que en su estado de impotencia y desesperación, se dejó llevar, no le gustaba su imagen, así que haría que nadie más pudiera verse normal. Ella ahora sentía envidia de sus amigos, envidia de la enfermera, de de la líder de gimnasio e incluso de la banda de ED porque aún muerto, seguro que él no tenía sus ojos quemados y los parpados pegados y pálidos.

Esa noche, antes de salir ala batalla de gimnasio, Lina tuvo una pesadilla donde todo lo que ella veía era oscuridad y una figura blanca delante de ella que solo la observaba y le sonreía. Muy lejos de esa imagen se escuchaba una melodía bastante rara que no daba buena señal de las cosas. Lina despertó antes de que ese sonido se acercara mas a ella, esa canción jamas la había escuchado en su vida. Lina no solo despertó por la pesadilla, si no que a su lado se encontraba Don, sentada mirando hacia la pared.

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