Pokémon Red's party

196 8 0
                                    

Pokémon Red's party

Muchos aprenden esta norma moral en el núcleo de sus familias, en la escuela o incluso en la iglesia. Y yo mismo fui educado en el noble arte de no sustraer las pertenencias ajenas, pero todos tenemos infancia y nos enfrentamos a las fuerzas de la tentación en más de una ocasión aunque inevitablemente después nos arrepintamos. Con esta historia os aseguro que aprendí la lección de manera satisfactoria.
Corrían los noventa, cuando cursaba en la escuela primaria, no recuerdo que curso ni cual era mi edad exactamente. En aquella época estaba en pleno apogeo la edad de oro de Pokémon. La famosa franquicia de videojuegos que recurrente a su éxito no tardaron en fabricar todo un merchandising de otros artículos además de la famosa serie televisiva. Recuerdo que entre todas mis amistades no quedaba ninguno sin contar con al menos un cartucho para Game boy. En especial, tenía un amigo el cual su padre conocía a un empleado de la empresa que se encarga de la distribución de los vídeo-juegos en mi país, por lo que siempre estaba enterado de las novedades, así como eventos especiales, una supuesta nueva generación que estaba por llegar (la que en escaso tiempo sería la segunda generación), además de tener en su poder las tres primeras ediciones que llegaron a occidente (rojo, amarillo y azul).

Un día entre semana me llamó por teléfono diciéndome que fuera de inmediato a su casa, como mis padres solo me dejaban ir a casa de mis amigos los fines de semana tuve que insistir mucho para que me dejaran ir, estrategia que funcionó. Al llegar me enseñó un cartucho que le regaló su padre por la mañana. Al mirarlo unas dudas quedaron zanjadas, pues siempre pensé porque rojo, azul, amarillo y no verde. El cartucho brillaba a la luz de la ventana pareciéndose a una esmeralda a mis ojos. Me contó que esa edición era exclusiva en Japón, quedando demostrado por los textos en caligrafía nipona, cosa que no importaba pues nos conocíamos el juego de memoria. Nos sorprendimos de los sprites tan arcaicos con los que contaba ese juego. En un momento de la tarde, la madre de mi amigo lo llamó, acudiendo a su llamada, quedé solo ante su caja de cartuchos. Resaltando sobre los típicos cartuchos grises de los juegos de Game Boy, estaban las ediciones de Pokémon, habiendo una entre ellas que llamó mi atención, pero no me sorprendió por los contactos ya mencionados de su padre.

El cartucho en cuestión era marrón, y supe que era de Pokémon por la pegatina en su parte frontal. En ella aparecía la clásica palabra "Pokémon" en amarillo, en lugar de un Charizard o un Blastoise como ya estaba acostumbrado, aparecía la imagen de un Jynx. Me desconcertó, pues el rostro característico de ese Pokémon de ojos inocentes y labios carnosos se veía convertido en aquella imagen en un rostro demasiado realista, un realismo tal que parecía observar la imagen de una persona de verdad, parecía como una joven preocupada por alguna razón irreconocible. Debajo de todo aquello, podía verse el desconcertante nombre que marcaba una línea de grotesca irrealidad al cartucho: Red's party edition. Escuchaba los pasos de mi amigo subiendo las escaleras, con lo que mi reflejo ante la curiosidad que despertó el misterioso cartucho fue ocultarlo en el bolsillo de mi pantalón para poder más tarde degustar los contenidos de aquello que, en un principio pensé se trataría de un beta anterior a las ediciones que ya conocía. Seguimos jugando hasta que llegó la hora de irme a casa. Rompiendo todos los esquemas de conducta enseñados por mis padres, robé ese extraño juego de mi amigo.

Yo no fui consciente al cien por cien de lo que hacía, pues como ya dije, todos tuvimos infancia e hicimos en alguna ocasión algo parecido. A mi me salió mal. Corrí a mi habitación y agarré mi Game Boy, sacando la edición azul para introducir el objeto del crimen menor que acababa de cometer, encendí la consola y apareció el rótulo típico de Nintendo y la introducción al juego en la que luchan un Gengar y un Nidorino. Pero ahí comenzó la espiral de descenso hacia una irracionalidad no acorde con las expectativas que esperaba de un juego de Pokémon, por lo menos a los que había jugado. Del combate ya mencionado pasó a la selección de comenzar una partida o continuar una anterior. Solo aparecía la primera opción, así que empecé un nuevo juego. Apareció el Profesor Oak y su ya conocido monólogo en el que explica lo que son los Pokémon, el cual termina cuando te pide introducir tu nombre, yo para comenzar cuanto antes elegí el de Red, que aparecía ya para preseleccionar.

Creepypastas PokemonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora