Preparaciones.

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—Akashin. —Musitó la pelirosa a través de la línea, se había puesto contenta cuando había visto aquella llamada entrante. —¿Cómo estás? —Preguntó mientras salía de la cama que compartía con su esposa. La castaña se removió en la cama, mas no despertó.

—Estoy bien, Momoi. —Respondió el emperador. —¿Pudiste conseguirlo?

—Por supuesto, sabes que tengo mis contactos.

—Eso es bueno. Por favor no lo olvides y espero que nadie se haya enterado es esto. —Akashi suspiró.

—Por supuesto que no, es un secreto Akashin. —Ahora quien suspiraba era la pelirosa, eso no era de todo mentira pues la única a la que se lo había contado fue a su esposa, pero había sido para que la castaña la pudiese ayudar.

—Está bien, entonces los espero. —Colgó.

Suspiró y bajo el celular, así solían ser las llamadas con su pelirrojo amigo, siempre tan autoritario.

—¿Mamá? —Escuchó, volteó encontrándose con Akiteru, su más preciado bebé. El cual siempre sería su bebé, aunque él ya tuviera 15 años y no fuera exactamente suyo.

—Aki. —Musitó y se acercó a abrazarlo. El menor ya estaba acostumbrado a aquellas muestras de afecto de la pelirosa, había sido así la primera vez que se vieron, mas en ese entonces él tenía sólo 5 años. —¿Estás emocionado? —Preguntó la pelirosa. Sabía que su hijo era de tener el sueño pesado y si estaba levantado ya significaba que no había podido dormir nada, eso y las ojeras que traía lo delataron.

—Hace tiempo no los veo. —Respondió con sinceridad, era algo que había aprendido de sus dos mamás. —Creo que todos deben sentirse ansiosos.

—Lo sé, yo estoy feliz de que podamos estar reunidos todos. —La pelirosa sonrío, aquella había sido una muy buena idea por parte de su pelirrojo amigo. —Aunque nos vemos siempre, creo que al fin podremos estar todos. —Su hijo asintió. La última vez que había visto a todos, pero por separado, había sido cuando su tío Tetsuya dio a luz.

—Oye mamá.

—¿Qué pasó? —La pelirosa centro su atención al pequeño frente a ella.

—No es nada. —Meditó, no quería decirle a su madre sobre sus sentimientos aún, porque aún ni él los entendía del todo. —¿Te ayudo alistando algo? —Preguntó cambiando un poco el tema.

—Necesito guardar unas cosas en el auto, pero primero haré el desayuno. —Sonrío la chica. El castaño palideció.

—¿Te parece si yo hago el desayuno y tú haces lo que debes? —Le sonrió a su madre, esta se quejó, pero terminó aceptando la oferta de su hijo.

El castaño suspiro y sonrío, vio a su madre dirigirse a su habitación y luego salir de allí con unas cuantas cajas. Extrañado, se dirigió a la cocina. Amaba a su madre, pero también apreciaba su salud.

Comenzó a cocinar sin percatarse que una pequeña niña pelirosa lo miraba atenta.

***

—Sei-chan. —Escuchó a través de la línea, quizá después de todo esto era mala idea.

—Reo.

—¿Tienes idea de la hora que es? —Escuchó las quejas de su ex compañero en Rakuzan.

—Para mí, ya no es hora de estar dormido.

—Está bien, ¿Qué pasó, Sei-chan?

—Necesito que me hagas un favor. —Escuchó al pelinegro suspirar a través de la línea.

—¿Con qué Sei-chan?

—Es fácil. —El pelirrojo escuchó a sus hijos hablar en aquel momento. —Te mandaré las instrucciones por mensaje.

—Está bien. Adiós Sei-chan. —El pelinegro colgó.

Antes de salir de su oficina, tecleo rápido un mensaje para Mibuchi.

Salió de su oficina con dirección al salón donde sus hijos y Kouki se habían quedado a ordenar. Allí estaban sus tres hijos y su dormido esposo.

Una vez más. ~ Kuroko no basket.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora