Se despertó sobresaltado por el sonido de un vaso romperse. Se levantó rápidamente y encontró a su pequeño hijo con los ojos llorosos y sin saber qué hacer. El pequeño había hecho un puchero y en cualquier momento comenzaría a llorar, levantó la mirada y vio a su mamá cerca, se asustó al pensar que sería regañado, pero el rubio le sonrió y se acercó a él con cuidado de no pisar los vidrios rotos, agradecía al cielo no haber sido descuidado y haberse puesto los zapatos antes de salir de la habitación. Lo alzó en sus brazos y el pequeño pelinegro se aferró a su mami.
Aunque el niño ya tenía 6 años, el aún tenía aquella ternura que lo hacía parecer como un bebé, sonrío al recordar cuando este era tan pequeño y aún no sabia andar, extrañaba esa sensación que le daban los bebés, pero su hijo aún le daba una sensación parecida.
Sentado en el sillón mientras arrullaba a su hijo, vio a su esposo salir de su habitación. "Quizá se había despertado por el hecho de que no se encontraba con él", pensó el rubio.
—Ryota. —Dios que su voz en la mañana era extra sexy, pero justo ahora tenía a su hijo en brazos así que lastimosamente tuvo que detener las ganas de saltar sobre él.
—Yukiocchi. —Susurró, por alguna razón el mencionado río. —¿Qué es gracioso? —Preguntó el rubio, sí, había pasado de estar caliente a estar molesto por el acto de su pareja. "Definitivamente el embarazo siempre lo hace así." Pensó el pelinegro.
—Solo tuve un deja vù. —Río un poco y después abrió la boca una vez más al ver los vidrios regados en el suelo. —¿Qué pasó? ¿Está bien? —Rápidamente se acercó a su hijo y comenzó a examinarlo, ningún rasguño. Limpio algunas lágrimas que el pequeño tenía en sus mejillas, este ya se había quedado dormido.
— Lo llevaré con Naocchi.—Dijo Kise mientras se levantaba del sillón, su hijo era pesado así que Kasamatsu rápidamente le quitó al niño y le dio instrucciones al rubio de que volviese a la cama, no quería poner en riesgo la vida de su próximo hijo y mucho menos quería poner en riesgo la vida de la persona que ama.
El pelinegro llegó al cuarto del pequeño, este tenía un pequeño marco de madera que decía el nombre de sus dos hijos. Abrió la puerta como pudo y se adentró, depósito al niño con cuidado en la cama y lo arropó, admiro la belleza de su hijo. Era su viva imagen, pero el pequeño había heredado esos ojos que a él lo hipnotizaban. Realmente era una pequeña mezcla de ambos.
Salió del cuarto y observó la puerta continúa, esta le pertenecía a Yukiko, su hija mayor. Seguramente la rubia debía estar durmiendo para ese momento, decidió pasar de largo hasta que se dio cuenta de algo, su hija menor, Naomi. La pequeña no se encontraba en su habitación, se exaltó y corrió hacia su habitación. Cuando su hija era despertada, no volvía a dormir otra vez a menos que estuviera en brazos de su mami. En efecto, junto a Ryota se encontraba Naomi, la pequeña pelinegra estaba aferrada a su madre mientras balbuceaba algunas cosas.
Se acercó y se acomodó entre aquellas dos bellezas, ¿y cómo no decirlo? Todos sus hijos habían heredado la belleza de su pareja. La mayor, Yukiko, había nacido antes de que ellos se casaran y fue la primera hija que un miembro de la kiseki no sedai, todos estaban maravillados con la belleza que la rubia tenía, belleza y ternura eran las palabras correctas para describirle. Yukiko, había heredado la belleza de su madre, lo único que había heredado de Yukio fueron sus lindos ojos azules, de ahí, la rubia tenía hasta la manera de hablar de Kise.
Por otro lado estaban sus dos hijos menores, Yûki y Naomi, estos dos habían heredado varias facciones del ex capitán de Kaijo, pero estos tenían los ojos dorados de su madre, sin duda amaba a sus hijos y a su esposa. Eran su adoración.
Había algo que tenía en mente desde que vio cómo se comportaban sus hijos menores, ninguno de sus hijos había heredado su temperamento, los tres tenían esa linda personalidad que su madre irradiaba y eso lo hacía feliz pues era una buena señal, Kise lo estaba haciendo bien.
Sonrío por inercia y ahora tenía a su hija abrazada a él, le acarició la suave cabellera negra y poco a poco él también se fue quedando dormido.
Los hijos eran cosa difíciles, pero eran lo mejor.
***
Por otro lado, una rubia no dejaba de ver la hora en su teléfono móvil. Estaba un poco ansiosa por las actividades que tenían aquel día. Visitar la mansión del tío Akashi no era cosa de todos los días, todos se veían sí pues sus hijos, tanto menores como mayores, asistían al mismo centro educativo. Teiko.
Soltó un suspiro cuando su celular vibró, abrió el mensaje que Aki le había mandado. Ya a sus 14 años ella sabía que estaba enamorada del hijo mayor de la familia de su tía Momoi. Sonrío al leer el mensaje y por fin sintió que podía dormir, dejó el móvil y se acomodó, no sin antes recordar aquellas palabras escritas en la pantalla del móvil.
"Lo mejor de este día es que podremos vernos."
Lo extrañaba, tanto a él como a sus demás "primos".
****
Una aclaración aquí, es que son como primos simbólicos, se me hace un poco más fácil decirles así.
Entre otras cosas, esta historia me tiene muy motivada y se me hace muy bonito imaginarlos.
En fin, muchas gracias por leer y espero disfruten esto.
Besos, Noa.
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Una vez más. ~ Kuroko no basket.
FanficAkashi ha tenido una idea un tanto peculiar. Después de tiempo, la generación de los Milagros se volverá a encontrar para cumplir los caprichos de su ex capitán.