Capítulo 4: Arrastrada a la oscuridad

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Después de despedirse de la amable pareja de ancianos, ella salió de ahí. Y empezó a caminar sin rumbo alguno mientras se sumergía en sus pensamientos. En tan sólo un día, su normal vida se había vuelto una pesadilla. No sabía ella si lloraba, si gritaba, o si reía... todo le resultaba demasiado extraño, nunca se había interesado en las leyendas y mitos que se contaban, hasta hace poco, todo era simple fantasía para ella, hasta ahora.

Quebrada y sin encontrar nada sólido, nada que la ayudase a seguir, cada respuesta que hallaba, sólo la hacía retroceder dejándola aún más confusa de lo que ya estaba, se lanzó al suelo, apoyo sus rodillas en el suelo con brusquedad y sus manos de la misma forma, cayeron sobre el suelo. De repente miró a su costado izquierdo, y divisó la entrada a la iglesia "San Ignacio" de su barrio, y como si todo se relacionaba, como si hubiese una coincidencia, de un golpe las respuestas estaban allí, en su frente. Solo se tenía que bautizar.

Por lo que ella había logrado entender, el karai pyhare perseguía a los no bautizados, considerándolos sus hijos, tal ves, sólo eso era la respuesta. Con la esperanza en sus manos, ingresó a la iglesia, y para su suerte el sacerdote estaba allí rezando un rosario acompañado de algunos señores y señoras que fervorosamente rezaban. Se sentó en una de las bancas del fondo, esperando a que terminaran, y no esperó mucho, pues al cabo de algunos minutos, ellos se iban retirando y para su suerte el sacerdote se acercaba a ella.

- Hola hija, nunca te he visto por aquí. ¿Sos nueva en la ciudad? -le dijo el carismático sacerdote que vestía su negra sotana.

- En verdad no padre... padre, necesito que me bautice -dijo ella yendo directo al punto.

- ¿Todavía no estás bautizada?, ¿Que edad tienes? -le preguntó.

- Nunca pisé la iglesia, y me urge un bautismo ahora padre -le dijo ella mirándolo con esperanzas.

- No es tan sencillo hija mía, si querés podemos prepararte primero para recibir éste sacramento, y después fijamos una fecha para tu bautismo -le sonrió el sacerdote.

- ¡USTED NO LO ENTIENDE!,  ¡YA NO ME QUEDA TIEMPO! -le gritó casi al borde de las lágrimas, empezando a llorar, y salió corriendo de ahí, dejando a un sorprendido sacerdote preocupado.

Ahora había perdido sus ánimos de librarse de aquello que la seguía, ella no quería que llegara la noche, pasando frente a una gasolinera observó el reloj que marcaba en uno de sus letreros electrónicos, eran ya 5:57 p.m., en menos de una hora y media empezaría a anochecer, y la noche, era algo que ella no quería ver ni en pinturas. Desesperada empezó a correr por la ciudad viendo si por casualidad se encontraba a aquél señor, y como si Dios escuchara sus súplicas, el señor estaba ahí, saliendo de un supermercado con una caja de cervezas en mano, al fin sintió tranquilidad. Corriendo llegó a él.

- ¡Tienes que ayudarme por favor!, ¡Sólo tú puedes ayudarme! -le dijo casi entre sollozos.

- Hooo, la hija de Ña Reyna, jajaja, ¿Ya te está buscando tu papá? -se burlaba el señor.

- Yo no conozco nada del Pombero, y no quiero que sea tarde para cuando lo conozca, ayúdeme por favor, sólo quiero seguir viviendo una vida normal -le dijo ella mirándolo.

- Jamás ayudaré a la hija del demoño(es la palabra "demonio" pero de la forma vulgar/popular en que algunos pronuncian). Primero, desearía morir que ayudar a la hija de esa bruja -dijo el señor quien ignorándola continúo caminando.

- ¡Espera!, al menos, dime qué sabes de mi nacimiento -dijo ella siguiéndole.

- Me supongo que habrás nacido después de que tu madre huyó, tus abuelos eran muy religiosos, la pobre Reyna ni de su casa no salía, se dice que aburrida se hiso amante de la noche, del señor de la noche específicamente, y quedó embarazada, sus padres le dijeron que cuando el bebé naciese sería un monstruo, como los hijos de Taú(traducido es:mal, personaje de la mitología paraguaya) y Kerana (traducido es:dormilona, esposa de Tau, madre de los 7 mitos hermanos, de la cultura paraguaya), y que por eso, debían matar al bebé apenas nazca. Tú madre, no quería que te mataran, y tampoco quería que el señor de la noche te llevase, y huyó, pensando que no la seguiría, jajaja moõpio (traducido: "¿Dónde?",aunque en este caso es una expresión usada para referirse a los ilusos), el mal le siguió, y me supongo, que algo hiso ella para que el señor no te haya llevado aún -finalizó el hombre moreno de alborotada barba.

Definitivamente, sólo existía una persona que podía responderle su duda, su madre. Cuando se propuso a seguir, observó caer el atardecer, el sol se estaba poniendo, y las calles se iban oscureciendo, se armó de valor para volver a su casa. De repente llegó a un callejón, vagabundos moribundos y niños de la calle estaban ahí, definitivamente no se arriesgaría, así que decidió dar la vuelta pasando por otra calle, lo que no se esperaba, es que esa otra calle, la llevaba a pasar por en medio de un bosque.

  Suspiró, y mirando hacia el suelo pasó por en medio de ese bosque, cuyo estrecho camino de tierra, no le evitaban chocar contra unos que otros arbustos, y para colmo, se empezó oir piar a un pollito. Parecía muy lejano, así que lo ignoró, pronto, y poco a poco, el piar parecía aún más distante, cuando de repente cesó, y se empezó a escuchar silbidos, esos silbidos la aturdían, la estaban mareando.

  De repente, un soplo escalofriante tocó su oreja izquierda, con miedo se giró lentamente y ahí estaba él, ésta vez no era una simple sombra borrosa, ésta vez ella podía verlo, era pequeño, un hombre muy bajito, de cortas piernas y grandes pies, brazos que se arrastraban a sus costados por lo largo que eran, llevaba un sombrero de paja que impedía ver claramente su rostro, era peludo y andaba desnudo sin pudor alguno.

Ella quería correr, pero sus piernas no respondían, quería gritar, pero su boca no se movía, ella estaba ahí, petrificada observándolo, y el, a ella la miraba. El pequeño hombre empezó a silbar, mientras más se acercaba a ella, y aunque más se acercara, su silbido se alejaba, no entendía como estando tan cerca el silbido parecía lejano. Las lágrimas se le salieron, éste era su fin, él se la llevaría, entonces, desvaneció.

Al día siguiente despertó, en medio del bosque, estaba en lo que parecía una cueva, su ropa toda rasgada, ensangrentada, llena de lodo, rasguños y cortes, se sentía sucia, horrible, sin vida, intentaba hablar pero no podía, su voz no le salía. Quiso llorar, pero lágrimas ya no tenía, salió cómo pudo del bosque, no sabiendo ni dónde estaba, ni dónde iba, simplemente llegó a su casa, toda sucia y embarrada, su madre la observó llegar, y se acercó a ella indiferente.

- ¡Mirá tus ropas, yo que te compré para año nuevo! -exclamó su madre y se fué de allí.

Aramí, no pudo decir ni sentir nada, todo le daba igual, tomó una ducha y luego fué a recostarse en su cama. Miraba el techo, miraba a la nada, se sentía muerta, aunque estuviese respirando.

- Yo sólo quería una hija normal -dijo su madre ingresando con un gran y filoso cuchillo en manos- yo te quería para mí, 18 años protegiéndote del maldito de tu padre, y mirá, lo que te pasa, ¡TIRASTE 18 AÑOS DE MI VIDA A LA BASURA!, me abandonaste para irte con él, ¡MALDITA!, ¡MALDITA!, debí deshacerme de ti como mis padres lo habían dicho, pero no, tuve que sentir piedad por la hija de un DEMOÑO, ¿Dónde estaba mi cabeza al pensar que no serías como él?, ¿Dónde?, ¡ASESINA! -gritaba su madre acercándose a ella peligrosamente con el cuchillo en manos...

Hija de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora