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- ¿Recuerdas bien lo que hablamos?

- Si, profesor.

- Sabes que si tienes problemas puedes...

- Ir a su casa. -completó rapidamente de tantas veces que lo habia escuchado.

- Si, está a solo...

- 15 minutos caminando. - volvió a interrumpir, haciendo que Min la mire. -En frente a la plaza Palgong. Tercer piso. Departamento 212. -repitió roboticamente.

Yoongi hizo un gesto desconforme con la boca.

- Creo que tambien deberías tener mi numero y llamarme si tienes un problema, el que sea, cualquier cosa. Puedes llamarme y si me lo pides, estaré aquí.

Jennie casi llora cuando ve la preocupacion en los ojos del mayor. Es tan bueno, tan atento y sus intenciones son las mas puras. No sabe que hizo para merecer su ayuda.

- No tengo celular, profesor. -bajó la cabeza algo avergonzada.

- ¿No? -a Yoongi le sorprendió, es decir... los chicos prácticamente viven pegados a las pantallas por mas pueblerinos que sean.

- Jisung nunca quiso darme uno. Dice que solo debo atender sus llamadas con el teléfono de la casa.

El pelinegro apretó el volante mientras manejaba tenso. Cada vez sentía mas odio hacia ese hijo de puta.
Ni siquiera lo conocía pero ya se habia convertido en la persona que mas detestaba.

- Anota mi numero igual.

Jennie asintió y sacó de su mochila una pluma y un cuaderno.

- Escondelo bien. -estacionó a una cuadra y le dicto su numero. Una vez listo, se dio cuenta de que el auto de la policia no estaba en su garage. -Jennie.

- ¿Si?

- Su auto no esta. -ella achico sus ojos y notó que su maestro tenia razon. - ¿Quieres que te deje en tu casa o bajaras aquí?

Dudó un poco. Era obvio que Jisung no estaba, no iba a ningun lado sin su auto.

Lo recordó. Hoy su padrastro no estaría hasta muy tarde en la noche.

- Puede dejarme en casa.

- ¿Segura?

- Si. -asintió. -Los miercoles tiene partidos de poker con sus amigos policias. No volvera hasta la madrugada, ebrio probablemente. -hizo una mueca de asco.

Yoongi hizo caso y se acercó hasta aparcar el auto justo en la vereda de la casa. Jennie se mordió el labio, no queria bajar. No quería volver a entrar a esa casa y esperar como todos los dias a que su padrastro irrumpa en su habitación para golpearla.

Sintió una mano en su hombro.

- No te preocupes, te ayudaré a partir de ahora. No estas sola.

Jennie trató de grabar sus palabras y se aferró a ellas con fervor. Asintió valientemente y le dio una timida sonrisa a su profesor.

- Sólo resiste hoy, ¿si?

La castaña frunció el ceño sin entender pero igual aceptó. Antes de bajar recordó.

- Profesor Min, aun tengo su paraguas, si me espera puedo devolverselo.

- No. -encendió el auto de nuevo. -Quedatelo, esta bien.

- Uh...

- Tranquila. No hay problema. -palmeó su cabeza como si de un niño se tratara. -Ahora ve adentro, disfruta lo que puedas mientras el no esté.

¡Profesor Min! 《yoonnie》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora